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El Cine

Juan José Fernández Palomo

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La primera vez que me recuerdo en un cine fue en El Cabrera, con mis padres y mi hermano, toda la familia. Vimos “Kramer contra Kramer”. Mi hermano, más pequeño, se durmió. Mi padre, mi madre y yo salimos llorando a moco tendido. Fue la primera vez que vi llorar a mi padre.

Recuerdo ver una reposición de “Ben-Hur” en el cine Almirante, del Parque Figueroa. Fui con mi tita Dora que era una mujer soltera muy guapa y a la que le gustaba mucho Charlton Heston. Todos los Charltons Hestons.

En un solar de Fuengirola, entre edificios horteras de apartamentos y habilitado como cine de verano, vi “Encuentros en la Tercera Fase”, con mi primo. Era la primera vez que iba al cine sin que me acompañase un adulto. Todavía tarareo las notas que se inventó Jonh Williams: re-mi-do-do-sol…

Con mi primera novia vi “Memorias de África” en el Góngora y lloré indisimuladamente para que ella me viera y se sintiera conmovida ante un chaval tan sensible. Mi novia llevaba unos zapatos blancos de medio tacón con unos lacitos rosas “de quita y pon” en el empeine. Cuando salimos del cine, se dio cuenta de que había perdido uno. Pasé días lamentándome por no haber vuelto al cine a buscarlo.

En Granada, con mis compañeros de piso de estudiantes, fui al Campo del Príncipe a ver “La Noche del Cazador”, la primera vez que vi una peli en blanco y negro en pantalla grande. Un cuento sobre el amor y el odio, los niños, el río, el miedo…

Una mujer a la que quería tenía un niño preadolescente y yo lo llevé a ver “Independence Day” y a mí me gustó y él se aburrió. Era una excusa. No quería ver esa peli solo.

Nos cogimos la mano una amiga y yo en la secuencia final de “Bailar en la oscuridad” porque era sobrecogedora o nos pareció sobrecogedora y deberíamos haber salido a follar llorando inmediatamente después y lamernos las lágrimas y tal, pero lo que hicimos fue emborracharnos, que ya está bien.

Fui ayer al cine. Ahora franquiciado e instalado a las afueras de la ciudad. Vi una película de mierda que no dejará memoria. Es más, ya está olvidada.

Intenté ser solidario con el gremio, creo que fui para dignificar a quien pasa la aspiradora en la moqueta, lo demás me importó una mierda.

El cine, para los que nos gustaba el cine, ya estaba jodido desde antes. No se pongan estupendos.

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