Errores recurrentes
A mi amiga Candela también le ocurre, y como soy mucho de globalizar (o de creerme un poco el ombligamen del mundo), intuyo que le pasará a cantidad de gente: ¿por qué siempre abrimos las cajas de las medicinas por el lateral que no es? Ahí está uno de los errores recurrentes que se producen a diario en nuestras vidas.
Todo un golpe de realidad (en ocasiones cercano a la paliza) para recordarnos que somos un disaster. Vale que no destrozan nuestras vidas, pero es cuanto menos cansino que se sigan sucediendo a lo largo de los años. No aprendemos y, francamente, dudo que lo hagamos.
Hablo de errores como experimentar con sabores de helado. ¿Por qué? ¿Curiosidad? ¿En qué momento nuestra mente piensa que va a ser una buena idea probar el helado de puerro? Es más, ¿por qué hacen estos sabores? ¿Están jugando con nuestra mente? ¿Acaso saben que alguien va a ser tan absurdo de pedirlo para luego cerciorarse de que es un asco total? Lo saben. Maldita sea, lo saben.
Y en lo que a malas decisiones se refiere, espero que a alguien más le ocurra el pedir siempre los peores platos del menú del día. Si algún día comemos juntos, en serio, opten por lo contrario a lo que yo escoja.
Por no salirme del ámbito culinario, también me llama la atención las reacciones en cadena que se desatan tras un error en la cocina. Esto es así: si se te cae el cazo con el agua hirviendo, seguidamente volcará la basura, te quemarás un dedo o incluso te lo rajarás, se caerá por el suelo la comida que tenías cortadita para cocinar y, sí, en pleno caos recibirás una llamada inoportuna. De ahí 'The Ring', no digo más.
Nos pierde la boca. Siempre soltamos cosas indebidas en el momento perfecto para... ¡Sí! Liarla parda. No hablo sólo de hablar (mal) de gente y que bien nos escuchen los implicados en nuestra crítica (nunca constructiva, vamos a machete, reconozcámoslo) o sus parientes y amigos más cercanos que, casualmente, estaban paseando detrás de ti. También están esos momentos geniales como cagarte en los muertos de gente que acaba de perder a alguien o decir expresiones como gitanada cuando hay un gitano delante. Somos mágicos.
Errores directamente relacionados con el ser unos vagos puede ser el clásico aguantar la sensación de micción hasta extremos dañinos para la salud por no salir de la cama o echarse cerveza en lugar de leche en el café (lamentablemente, más recurrente de lo que me gustaría reconocer. Ains.). Puede que sólo me haya pasado a mí pero sería genial que alguien confesase situaciones similares.
Salir de la ducha y haber echado las toallas a lavar, encender el fuego que no es y esperar eternamente a que la comida se haga, meterse el móvil en la cama en lugar de aprovechar que suena la alarma para levantarte o quedarse dormido poniendo el despertador, son otra serie de cagadillas diarias que hacemos sin parar. Bravo.
Contarle tu puta vida a gente que acabas de conocer. Error patrocinado por Mahou.
Como este último hay otros como beber esa cerveza que realmente sobraba en lugar de pedirte un jodido refresco o encenderse el cigarro por el filtro (au, quema). Y, aunque desconfiemos de la gente que no bebe alcohol (desconfiamos ¿no?), esa llamada a deshora y en pleno fervor de tu borrachera, es siempre UN ERROR.
Qué decir de llamar a alguien con el nombre de tu ex (mucho más común de lo que la mente humana pueda imaginar) o fingir que sabes quién es esa persona que te ha parado por la calle. He visto a mi madre hacer esto toda su vida y exclamar al girar la esquina “ni puta idea de quién era”. Qué apuro.
Esto además de un error es un auto-engaño dañino: comprar ropa varias tallas (al menos una) inferiores a la tuya pensando que bajarás de peso. No sé por qué confiamos tanto en nosotros mismos. En serio, no somos tan de fiar como nos creemos.
Y qué sé yo. Enamorarse. Suele ser un error.
https://www.youtube.com/watch?v=zuuObGsB0No
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