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Guillermo vuelve a jugar

Paco Merino

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El joven árbitro que fue agredido por un directivo en un partido de alevines vuelve al césped | Guillermo Ávila, de 15 años, recupera su rutina de los fines de semana

Dicen los veteranos que el mejor éxito para un árbitro es pasar desapercibido. Seguramente soñará con eso el joven Guillermo Ávila, que se convirtió en foco de los medios muy a su pesar tras verse inmerso en un lamentable incidente. El pasado mes de diciembre, su nombre saltó a los medios tras denunciar haber sido agredido por el presidente del club Calahorra, Francisco Montes, durante la disputa de un partido de Cuarta Alevín entre el Salvador Allende y el citado club en el campo de la barriada de Fátima. El caso se convirtió en un centro de interés mediático nacional, cuando aún estaba muy reciente el asesinato de un seguidor radical del Deportivo de La Coruña por parte de varios ultras del Atlético de Madrid. En medio de un clima de alta sensibilización por la violencia en el deporte, que un árbitro de sólo 15 años fuese golpeado por un adulto delante de los chavales supuso una noticia de ámbito nacional. De inmediato recibió el respaldo del Colegio de Árbitros, cuyo presidente, Pedro Benítez, le arropó en todas las acciones que emprendió el joven colegiado. También recibió Ávila el apoyo de la Federación Andaluza de Fútbol, que se personó como acusación particular en el caso y exigió -sin resultado- que se calificaran los hechos como delito y no falta, y del presidente de la FCF, José Santiago Murillo, quien se mostró dispuesto a “exterminar del fútbol a este tipo de personajes”.

Llegaron después los careos en la Federación Cordobesa, los exámenes médicos, el paso por el juicio, las apariciones en los medios y todo un torbellino que alborotó la normalidad de un chaval que estudia y arbitra partidos los fines de semana. Desde el pasado mes de diciembre, Guillermo Ávila no había pisado un terreno de juego para dirigir un partido. Este fin de semana dio el primer paso para volver a la normalidad. Francisco Montes fue condenado a una multa de 480 euros por la justicia ordinaria y a dos años y un mes de inhabilitación por el tribunal deportivo. El colectivo cordobés de árbitros le tiene en su punto de mira. Le han acusado de protagonizar nuevos incidentes, ahora desde la grada, en otro encuentro de fútbol formativo. Mientras tanto, Guillermo se centra en lo suyo. El sábado, en el campo de Noreña, pitó un Atlético San Lorenzo-Naranjo de Cuarta Benjamín. El domingo, a las diez de la mañana, dirigió un Figueroa-Santaella de Tercera Alevín. “No guardo ningún rencor a nadie, sólo quiero volver a pitar y que lo que me ha pasado no me ocurra nunca más ni a mí ni a nadie”, declaró en su día el chaval, un deportista que sólo quiere hacer lo que le gusta y ser feliz. Un plan sencillo que algunos, tristemente, hacen difícil con actitudes impresentables.

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