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Nunca he tenido ambiciones políticas

(Rosa Aguilar. Diputada por Córdoba)

Ahí tienen una verdad como un templo. Una realidad inexorable. La propietaria de esta revelación nunca tuvo ambiciones políticas. Ni fue, probablemente, concejala de Disciplina Urbanística, ni parlamentaria en la Cámara andaluza, ni portavoz de IU en el Congreso de los Diputados, como aseguran torticeramente las hemerotecas. Cuidado con las hemerotecas. A veces reescriben los hechos cuando todo el mundo descansa en su casa sólo por el placer de manchar la hoja de servicios de ciudadanos intachables.

Revise, por tanto, su disco duro y resetee todo el spam que se le ha alojado en su cabeza. Posiblemente también creerá (erróneamente) que la señora Aguilar fue alcaldesa de Córdoba durante tres mandatos y que una noche dio un triple salto mortal con tirabuzón para despertarse sentada en el Consejo de Gobierno de la Junta de Andalucía. Por favor. Sea serio. La señora Aguilar nunca dejaría tirados a sus vecinos a cambio de un insignificante cargo de consejera de Obras Públicas. Qué disparate. Así que ya está usted liquidando esa teoría absurda que intoxica su cerebro y aténgase a la verdad.

Lea nuevamente el titular, haga el favor, y olvídese de manipulaciones interesadas. La diputada Aguilar nunca ha tenido ambiciones políticas. Por mucho que algunos le hayan endosado una etiqueta de tránsfuga por fichar por una empresa mejor posicionada en el mercado político. O ese bulo difundido maliciosamente hasta la saciedad que la vincula con un conocido constructor con intereses urbanísticos en la ciudad. Un empresario ejemplar, por cierto.

La verdad es la verdad y no tiene vuelta de hoja. Y a la señora Aguilar no se le ocurriría dejar a medio hacer su labor en una consejería de Griñán por un vulgar día de gloria en el Ministerio de Medio Ambiente, Medio Marino y Rural. Si con sólo enunciar el ridículo nombre del departamento ya salta a la vista que todo ha sido un burdo invento para joder el humilde currículo de la señora diputada.