Mal perdedor
"Los huesos se fueron de copas"
(Josefina Lamas. Perito forense en el caso Bretón)
Cuando era un niño, el mal perdedor zarandeaba el parchís si cometía un error imperdonable y los vientos de la partida no le eran favorables. No lo decía abiertamente pero lo pensaba: si yo pierdo perdemos todos. Josefina Lamas, perito forense de la Policía Científica con largos años de dedicación, se comportó exactamente igual en el caso Bretón. Podíamos calificar su reacción como pueril si en medio no se dirimiera la tremebunda muerte de dos niños. Por razones difíciles de sustanciar, la señora Lamas confundió los restos calcinados de Ruth y José con huesos triturados de roedores.
Todos los expertos coinciden en que la forense cometió un error de manual. Si la casualidad no hubiera querido que el profesor Echevarría identificara casi un año después el origen humano de los restos, el parricida Bretón quizás estaría hoy comiendo sardinas en la finca de las Quemadillas. Admitamos que una equivocación, incluso si es mayúscula, la puede cometer el más pulcro de los profesionales. De eso no hay duda. Lo que ya es más reprobable es que para tapar un descuido de envergadura se enchufe el ventilador para repartir mierda entre los colegas.
La señora Lamas se ha vuelto a ratificar en el titular que tienen ahí arriba. O sea: para justificarse no tiene inconveniente en poner en cuestión toda la cadena de custodia y entregar una baza de valor a la defensa de Bretón. Dice que escuchó a un policía decir que los restos de Ruth y José fueron trasladados a lugares inadecuados no controlados por el juez. Vale, señora Lamas. Lo mismo hasta concilia usted el sueño por las noches.
Nos viene aquí entonces la imagen del niño y el parchís. Si yo pierdo perdemos todos. Una reacción infantil comprensible entre un puñado de chavales que se juegan la vida en meter las cuatro fichas en su casillero, pero inconcebible para una profesional que un día cometió un error fatal en el curso de una investigación criminal.
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