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Culturetas del 'like'

Elena Lázaro

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En una capital de provincias cuyo nombre a veces conviene olvidar corre la leyenda de que nada de lo que funcione en ella podrá tener éxito en otra ciudad y que los fracasos cosechados en ella se convertirán en triunfos allá donde se ensayen las mismas fórmulas. Hay quien encuentra en semejante anomalía -sea real o no- una buena razón para amar esa ciudad. También está quien la odia por ello, claro que semejantes emociones, por simplonas, suelen nublar el seso de quien intenta entender qué pasa en esta Cordópolis de nuestras entretelas. Por eso he decidido coger distancia, sacar la lupa, guardar las pasiones e intentar entender qué ocurrió la tarde del jueves a pocos metros del lugar donde habitan las mentes pensantes de la ciudad en cuestión.

El Restaurante El Astronauta, la más marciana por acogedora, sensata y entrañable de las cantinas que ocupan las calles de la city, y la Unidad de Cultura Científica de la UCO, el más marciano por outsider y poco convencional de los servicios universitarios, convocaron a los cordopolitas a la actividad 'Cita con la ciencia'. Habían reunido a 5 investigadoras y 5 investigadores y buscaban a 10 personas dispuestas a mantener una conversación de cinco minutos con cada uno de ellos. Los temas elegidos iban desde la política, el acoso o la ciencia andalusí a la conservación de suelos, Marte, el agua y la gestión de las cuencas, los transgénicos o el cáncer. A priori se ofrecían conversación interesante, cerveza, vino y unas tapas. Lo del amor -por la ciencia- era cosa de cada uno.

La actividad se anunció vía mail, en prensa, en redes sociales y en todos los grupos de whatsapp donde sus promotores lograron colarla hasta alcanzar una audiencia de varios miles de personas. Se corrió la voz y el evento ocupó su minuto de gloria en los muros de más de uno. En una ciudad de 360.000 habitantes se ofrecía una actividad para 10 personas. Y se consiguió. Diez personas acudieron a la cita, disfrutaron de la conversación, rieron al elegir a la pareja más compatible por ser una de las partes la que mejor comunicaba su labor científica y la otra, la más curiosa y con mayor sentido crítico. Se bebieron las cervezas y se zamparon las viandas. Todo un éxito o no.

Con la lupa en la mano, la suficiente distancia y la humildad necesaria resulta imposible saborear el triunfo. Si en una ciudad de 360.000 sólo acepta pasar una tarde de conversación y curiosidad un 0,003 por ciento de la población, el aplauso por la idea se torna bofetada ante la realidad. Con semejante oferta -cervezas incluidas- ¿cómo es posible que la cola a las puertas de El Astronauta no llegara al menos hasta el Ayuntamiento en lo que hubiera podido ser una maravillosa metáfora del activismo por el conocimiento en una ciudad que presume en sus folletos turísticos de haber sido la capital del mundo civilizado? ¿cómo no se cayó el teléfono de la Unidad de Cultura Científica los días previos solicitando un hueco en la actividad?

El guantazo fue sonoro e hizo despertar de la irrealidad virtual en la que nos hemos apoltronado. No, queridas gentes cordopolitas, por mucho “me gusta” que reciban tus propuestas nada te garantiza que quien está al otro lado de la pantalla esté realmente interesado en tu invitación. Más bien se trata de palmaditas en la espalda con las que intentamos hacer saber que nos gusta la idea y que si existiera la posibilidad de teletransportarse acudiríamos a todas las citas, leeríamos todos los artículos y veríamos todas las películas que nos recomiendan nuestros coleguillas en las redes. Pero de momento, lo único que podemos hacer es mover el pulgar. Todo lo demás cansa.

*ADVERTENCIA AL LECTOR. Puede usted cambiar la actividad 'Cita por la ciencia' por un concierto de Jazz, la presentación de un libro, una exposición... y encontrar el mismo resultado. Por favor, no se me queden en la anécdota.

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