Faustino Núñez: “Tangana y Rosalía están quitando el tópico del flamenco como música añeja”
A Faustino Núñez (Vigo 1961) no le gusta ni que lo llamen flamencólogo ni que le hagan fotos. Aún así, convencido por el cantaor David Pino, accede a que nuestro fotógrafo Alex Gallegos lo ponga a posar y a que este periodista se atreva a catalogarlo así en la entradilla de la entrevista que están a punto de leer.
A su más que evidente negativa añadió su particular coletilla (y estado de WhatsApp): “Flamencólogo lo serás tú”. Y en esta casa, en la que somos más flamencófilos que otra cosa, no nos resignamos a preguntar y a escuchar lo que tiene que decir sobre el tema uno de los mayores expertos en arte jondo que hay en el mundo. Spoiler: todo lo que se habló fue crudo, como el mejor cante jondo. En una hora de charla recibieron por igual los andalucistas que los vanguardistas; los puristas y los morentianos; las peñas y las discográficas; los gitanos y los payos.
Núñez conoce bien el medio, pues ha estado inmerso en el flamenco desde múltiples frentes: en la industria discográfica, para la que ha trabajado durante 40 años (por ejemplo catalogando la obra completa de Camarón y Paco de Lucía) y desde los escenarios, como director musical de la Compañía de Antonio Gades. Pero también como guitarrista y productor, como escritor de varios libros esenciales sobre el género y como profesor de aquellos conservatorios que, como el de Córdoba, apostaron por licenciar a auténticos flamencólogos.
Faustino Núñez estuvo en Córdoba en abril, invitado por la Cátedra de Flamencología. Vino con un mapa cronológico de dos metros debajo del brazo que traza el origen y desarrollo de la música que tanto ama y sobre el que me advierte: “Esto es bastinazo”.
PREGUNTA. ¿Qué es este mapa cronológico del Flamenco que te traes entre manos y has presentado en Córdoba? Veo por ahí una enorme cantidad de datos, fechas, lugares…
RESPUESTA. Todos ellos ordenados en una línea de tiempo. Esto, si te digo la verdad, viene de muy lejos. En Viena yo llegué a comprar una vez, en los años 80 cuando yo vivía allí, una cronología de la historia de la música. Venía plegada en un cuaderno y medía seis metros. Tú ibas viendo hechos históricos, los estilos de la música, los principales compositores, las principales corrientes… Pero era todo una línea de tiempo, con lo que tú veías que Bach era posterior a Vivaldi, que Händel era contemporáneo de Bach, que Scarlatti había nacido en el mismo año que estos y que Mozart había nacido después de Haydn y antes que Beethoven. Todo esto, a la hora de hablar y estudiar la música, es fundamental. Y, aunque en aquel entonces yo aún no tenía conciencia del flamenco, a finales de los 80, cuando ya estuve en Cuba viviendo, empecé a pensar en hacer algo así.
P. ¿En Cuba?
R. Sí. Yo estudié en la Universidad de La Habana y a la vez estuve trabajando con un musicólogo cubano, Daniel Orozco, que era una eminencia de la Universidad de Berlín, y con el que trabajé muy intensamente en Santiago de Cuba. Fue allí cuando empecé a ver el flamenco desde un punto de vista analítico, cuando ya me empecé a interesar.
P. No te había ocurrido antes.
R. En Viena había hecho mi tesis sobre Puccini. Es decir, lo de dedicarme al flamenco ha venido después porque la musicología estaba divorciada del flamenco.
La música nos hace mejores personas
P. ¿Pero habían llegado a casarse alguna vez?
R. Nada, bueno, Falla y García Matos. Fue un principio de unión entre la musicología y el flamenco. Pero, digamos, la musicología oficial española, todavía hoy, pasa del flamenco.
P. ¿Aún hoy?
R. Sí, sí. En el Instituto Complutense de Ciencias Musicales, que dirige mi amigo Álvaro Torrente, hijo de Torrente Ballester, el flamenco no aparece en ninguna parte ni por asomo. Es decir, el flamenco es como si fuera una música de otro país.
P. ¿Y tú sin embargo lo consideras una música clásica?
R. No es que lo considere una música clásica, es que el flamenco es la música española más importante en el mundo desde finales del XIX. Entonces, lo que hay es una tara mental con respecto al flamenco que no deja que lo académico se empape. Se presume mucho de que el 22 fue el año en el que los intelectuales se acercaron al flamenco. Y fue un fiasco, evidentemente. Los intelectuales siguen pasando del flamenco.
P. ¿Y por qué? ¿Es por el tinte folclórico que genera rechazo entre los ambientes modernos?
R. Digamos que las instituciones… (Se frena) Por ejemplo, el Conservatorio de Madrid, que es el principal conservatorio de España y, por ley, tiene que tener todas las cátedras que se impartan en el estado, no tiene guitarra flamenca. O sea, eso cómo se puede entender. ¿Cómo se puede entender que en la tierra de Ramón Montoya, que fue el número uno de la guitarra flamenca en la historia, no haya una cátedra de guitarra flamenca en el conservatorio? O sea, eso es una tara. ¿Y qué más te digo? Ahora se va a hacer un congreso mundial de flamenco, mi amiga Rocío Márquez es la comisaria, y parece que el Instituto Cervantes se ha dado cuenta ahora de que existe el flamenco. Nunca es tarde si la dicha es buena. Pero digamos que, cuando llegan, llegan tarde, y cuando llegan, además, lo ven como una cosa graciosa. “Qué gracioso, a ver, canta un poquito. Baila un poquito”.
El flamenco es una música expresamente hecha para que no la entienda quién ha estudiado en un conservatorio
P. Lo pintoresco.
R. Yo he estado con Antonio Gades en Brasil y la embajadora le dijo: “¡Antonio, baila un poquito!” Eso en la fiesta en la embajada, ¿entiendes?
P. En realidad, aquel día el embajador de España en Brasil era Antonio Gades y no la embajadora, lo que pasa es que en la embajada no lo sabían.
R. Bueno, ya ya… Pero es que es como si le dices a Plácido Domingo: “Plácido, cántate algo”.
P. A nadie se le ocurriría.
R. …
P. ¿Por qué un mapa cronológico, por qué no un libro?
R. Porque esta línea de tiempo había que hacerla así. Yo podría haber hecho un libro, donde pongo arriba los años. Yo ya tengo un libro así, El afilador de noticias. Pero esto te permite ver, por ejemplo, la coincidencia de las guerras de independencia americanas con la Constitución de Cádiz y que ambas son contemporáneas de Fanny Elssler y de Manuel García. También están Dionisio Aguado y Goya. Yo lo que quería hacer con esto es lograr que se vieran todas esas relaciones.
La fuente municipal de nuestra cultura es la católica
P. ¿Y qué cuenta la historia del flamenco sobre este país?
R. Son lo mismo. La historia del flamenco es la historia de España. Por eso, en la parte superior del mapa he ido incluyendo acontecimientos históricos, como cuando se inventa el fonógrafo, cuando nace el primer ferrocarril, cuando sale la peseta… Hitos históricos que en cierta forma pueden tener relación con el flamenco. Y luego, en la parte central está el cante, el toque y el baile, y se van añadiendo en otra parte libros, películas, pinturas, obras clásicas relacionadas con el flamenco… Y los huecos que quedaban se me ocurrió ilustrarlos, así que he ido importando imágenes y rellenando fecha a fecha y hueco a hueco. Ha sido un coñazo.
P. ¿Cuánto tiempo has tardado?
R. Pues empecé el 8 de marzo y lo acabé en agosto. Yo había empezado hace dos años, cuando me bajé el programa con el que lo he hecho, aunque fue en este periodo cuando lo termino. Esto, ten en cuenta, que me lo han comprado muchas academias de baile. Es que hay que tener dos metros para ponerlo. El otro día, una página que se llama Flamenco Today, que son unos guasones, publicaron: “Los flamencos comprando pisos nuevos para que les quepa el póster de Faustino Núñez”. (Se ríe).
P. La visión antropológica del flamenco creo que ha eclipsado muchas veces la visión estrictamente musical.
R. Bueno, la antropología es una rama de la musicología comparada. Es imprescindible. Ahí tenemos a Cristina Cruces, por ejemplo, que es una fenómena en ese campo. La musicología comparada, ten en cuenta, que aparte de la etnomusicología y la musicología histórica, está la sociología, la psicología, la antropología… Es decir, todas las ramas de la musicología comparada son importantes. Aunque yo creo que te refieres al estudio de la música. Con respecto a otros estudios, ¿no?
P. Efectivamente. En el flamenco se ha dado mucha importancia a la visión sociológica, a veces por encima de lo estrictamente musical.
R. Pero eso se debe a que el flamenco es una música que parece expresamente hecha para que no la entienda quien ha estudiado en un conservatorio. Hay tienes un titular. Porque es una música iniciática. Tiene un compás acéfalo, o sea sin cabeza, que es algo antiacadémico; tiene un sistema armónico propio, cosa que es extraña en una música de tradición oral; el cante no cabe en un pentagrama. O sea, todos los elementos que conforman el flamenco parecen expresamente hechos contra la academia. Aunque es una música artística y, como todas las músicas, susceptible de ser analizada y transcrita, de primeras dadas, es una música que (sacude la mano con fuerza).
Por eso no te pienses que la musicología no la estudia por falta de interés, sino porque no la entiende. Es que oye una soleá y no sabe donde está el 1. Hombre, a mí me costó averiguar donde estaba el 1. Porque cuando yo empecé con esto, en los 80, no había nadie que te dijera cómo se escribía un compás de soleá. Tuve que hacer el reloj para enterarme yo por donde iba la cuestión. Y aun así hay hoy gente que no… Acabo de escribir una artículo para Expoflamenco titulado Siete ocho nueve diez un dos donde explico todo el origen de esto, que ha traído de cabeza a la gente que se ha acercado al flamenco desde un punto de vista teórico.
El flamenco es la música más universal: tiene elementos africanos, asiáticos, de oriente, europeos y americanos
P. Es que la complejidad rítmica es tremenda.
R. Claro, al ser tan complejo. La musicología se ha visto que no entiende nada. Tú date cuenta que el fa sostenido flamenco tiene tres cuerdas al aire, que son tres disonancias, disonancias fortísimas. O sea, Debussy se queda loco con el flamenco.
P. Es curioso, el otro día Dorantes me mencionaba precisamente a Debussy y los músicos románticos. Por eso le gustan tanto las disonancias.
R. Hombre, para tocar como toca Dorantes hay que haber tocado mucho Chopin, mucho Debussy y mucho Ravel. Porque eso es lo que te da dedos. Esa gente es la que más exploró las escalas pentatónicas, las escalas de tonos enteros… Que, en cierta forma, es el orientalismo que tiene el flamenco. Y Dorantes ha sabido. Pero claro, es que Dorantes tiene una tradición en su casa bestial. Y encima es un hombre muy estudioso.
P. Totalmente. ¿Cómo ves en estos momentos el panorama flamenco? Parece que últimamente el pop le está cogiendo el gusto a la flamencura.
R. Bueno, eso es desde siempre. Mira todo el norte de África. Ellos se han inspirando siempre en el flamenco para hacer su música pop. La música pop tunecina se inspira en el flamenco. Y la egipcia. Igual que la música de Senegal mira en Cuba y en la salsa. América. El flamenco es la música americana de Europa. Y tiene un poder, que no hay quien pueda. Entones, claro, aunque el pop es la antítesis de flamenco y está en las antípodas estéticas, el pop español, por colorearse un poco, le ha perdido el miedo al cajón. Y bueno, ahí tenemos a la gran Rosalía. Y como ella, a través del flamenco, ha alcanzado las más altas cumbres.
P. O ahora Tangana, que ha sacado un disco con una estética totalmente flamenca.
R. También. Mira, gracias a Tangana y Rosalía, la juventud está quitándose el tópico del flamenco como música franquista (en el sentido de añeja). Eso le viene muy bien al flamenco porque viene una generación de niños que tienen ahora 15, 14, 13, 18 años, que van a ver el flamenco de otra forma. Porque es la forma que tienen de acercarse a Manuel Torres. Yo, te advierto, de que en el flamenco me inicié con Lole y Manuel.
P. Me parece una maravillosa manera de iniciarse.
R. Claro, pero que fue el que me llevó a Chacón. Bueno, a decir verdad, el que me llevó a Chacón fue Morente. Pero, porque me lo ponía en casa. Pero Lole y Manuel en los setenta… Yo me acuerdo de Nuevo día, yo vivía en Madrid, tendría como doce años, y aquello fue… Lole Manuel marcó, igual que Camarón. Camarón abrió mucho al público. Pata Negra, ¿no? Y bueno, Rosalía y Tangana están haciendo 30 o 40 años después lo mismo. Están abriendo, sobre todo, en el extranjero. Porque Rosalía, que fue alumna mía y tengo mucho contacto con ella, está en Los Ángeles, y por ahí me doy cuenta de la cantidad de gente que la está llamando para que le diga por favor los cantes de donde salen.
P. La famosa historia de las letras populares.
R. Ella me pidió: “¿Maestro, me puedes decir los cantes que hago en tal tema?”. Y hay unos tangos que es el Yali, que le dije los ocho tangos que mete. Y se lo puse todo y la verdad es que la chiquilla: “Fenómeno, porque me lo pide la gente”. La gente compra discos de Porrina escuchando a Rosalía. Es una buena forma de acercarse a Porrina.
Hablar de apropiación cultural es decir en voz alta: soy un ignorante
P. Supongo eso también vale para Niño de Elche.
R. Yo de Niño de Elche prefiero no opinar porque es un provocador. Le gusta provocar. En el flamenco hay que ser humilde. Y él es del ramalazo de Pedro G. (Romero). Estos que están por encima del bien y del mal.
P. Bueno, yo he de decir que Niño de Elche es la figura que me ha acercado al flamenco.
R. Su actitud es muy poco flamenca. Yo los maestros que he conocido, que son Morente, Paco de Lucía y Gades, que son tres gigantes, eran la gente más humilde del mundo. Llevaban una vida muy respetuosa.
P. Ahora también hay una especie de vinculación andalucista al flamenco.
R. ¿A qué te refieres, a Antonio Manuel?
P. No solamente. Aunque, si quieres, podemos hablar también de Antonio Manuel y su libro.
R. Yo es que de política prefiero no hablar.
P. Bueno, me refería más a una corriente de músicos andaluces muy potentes que difunden con orgullo su andalucismo. María José Llergo, Califato, etcétera.
R. Bueno, María José Llergo es que se acerca desde el respeto y el cariño. Y tiene muy buen instrumento. Está explorando terrenos y la verdad es que es muy respetuosa. A mí me gusta la gente respetuosa. El que no respeta, pues a mí…
P. ¿Y de la visión andalucista del flamenco? Por pasar página
R. Es que, mira, el flamenco es de origen andaluz, pero también universal. Es como decir que el jazz es de Nueva Orleans. Sí, el jazz nació en Nueva Orleans, pero el jazz es universal. Eso es como cuando sacaron la chalaparta, que es un instrumento vasco, que son dos maderas y que tú lo ves y parece prehistórico. Pero qué va, es un instrumento del siglo XX. Pero a ellos, a los vascos, les da esa imagen. Y como a un vasco lo que le gusta es la prehistoria, porque les lleva a ellos a que son un pueblo antiquísimo. Pues es como los catetos. Los catetos se creen especiales: ¡tú fíjate un catalán especial! ¿Tú qué tienes de especial? Si mi mujer es catalana, ¿qué tiene de especial? Claro, a mí la gente que se cree especial, me recuerda a Berlín en 1923. Entonces, el andalucismo viene un poco por ahí. El otro día leí un artículo de Antonio Manuel, y resulta que hablaba de los judíos, los árabes, los negros… ¿Y los cristianos? ¿Qué es que los cristianos no hicieron nada?
El Aserejé es una copla moderna
P. ¿Te refieres al artículo sobre la Semana Santa?
R. Sí.
P. Creo que más bien en él habla de que todos estos se integraron dentro del catolicismo.
R. Sí, pero es que no lo nombra. La fuente municipal de nuestra cultura es la católica. No la cristiana, la católica. Cómo se ha demonizado al catolicismo, cuando es una religión universalista y hoy estamos en paz gracias al catolicismo. Si no fuera por el catolicismo estaríamos subidos a los árboles, comiéndonos unos a otros. Pero no, la gente tira de los curas pederastas. ¿Es que la Iglesia no hace cosas buenas en el mundo? ¡Hombre, por favor! Que gente mala hay en todas partes.
P. Bueno, creo que Antonio Manuel lo que hace es trazar una historia de la opresión que liga a los cultos católicos y al flamenco.
R. Mira, la conquista la hicieron los árabes. Fueron ellos los que llegaron aquí. Lo que tú no puedes negar son las cosas porque está muy guay. Eso es ver la historia con ojos del siglo XXI. Eso es una catetada. Hay que ponerse en la piel. Es como cuando el alcalde de Cádiz dijo: “12 de octubre, nada que celebrar”. ¿Uno de Cádiz? Pero si Cádiz es lo que es gracias al 12 de octubre. Si Cádiz fue capital del mundo gracias a América.
P. En cualquier caso, podemos convenir que el flamenco tiene una huella gitana, una huella negra, una huella mora.
R. El flamenco es la música mestiza por excelencia. El flamenco es la música que tendríamos que haber mandado en la sonda Voyager, que andará por Alfa Centaurus. Pues metieron la novena de Beethoven, pero tendrían que haber metido La Malagueña del Mellizo. Porque el flamenco es la música más universal: tiene elementos africanos, asiáticos, del extremo oriente, del cercano oriente, europeos y americanos. O sea, el flamenco es un gran conglomerado de simiente que pasó por la zonas más mestizas del mundo, que eran Sevilla, Cádiz y todo el valle del Guadalquivir. Todo eso era el mestizaje por excelencia. Lo que ocurre es que, a través de cuestiones políticas, se ha dividido en una cuestión de payos o gitanos. Fíjate. ¿Tú qué eres, payo o gitano?
P. ¿Yo? Yo no me he hecho ningún estudio genético.
R. ¿Si yo te digo que soy gitano, me lo podrías negar? Yo soy Núñez Núñez, que eso es súper gitano. ¿Entiendes lo que te digo? Aquí, o somos todos gitanos, o somos todos payos, o nadie es nada. Somos andaluces y somos españoles.
P. Sí, te entiendo. Intentar geolocalizar el flamenco en unas coordenadas significa perder universalidad.
R. Es que esa es la gran riqueza. Porque te recuerdo que hoy en San Francisco en la guía de actividades culturales hay doce recitales flamencos. Y de los doce, diez no son de españoles. Y que la primera cátedra de guitarra flamenca se hizo en Rotterdam. Y que la mejor bailaora de todos los tiempos era de Barcelona. Es que llevarse este tema a una cuestión local… Digamos más bien que el flamenco es de origen andaluz, y más que andaluz, gaditano. Porque el flamenco nace en la bahía de Cádiz como respuesta española a la invasión francesa.
Hay gente que piensa que el flamenco es de ellos
P. Ahí es donde sitúas tú el origen del flamenco.
R. Ahí. En las cortes, en el asedio de Cádiz por los franceses. El orgullo de Cádiz de no haber llegado Napoleón. Y el español se crece y un grito de indigenismo es el flamenco, que nace como seña de modernidad. Como fueron los toros. Porque los toros nacen como seña de modernidad hacia el mundo. Por eso Lorca decía que eran la fiesta más culta del mundo.
P. Fíjate que, con todo esto que estamos hablando, y todavía hay quien habla de apropiación cultural.
R. Bueno, hablar de apropiación cultural es decir en voz alta: soy un ignorante. Porque el principio de toda música es la apropiación cultural. Pero no del flamenco, de toda la música. Es decir, si Mozart no hubiera robado de Haydn, no hubiera sido Mozart. Y si Beethoven no se hubiera apropiado de Mozart, no hubiera sido Beethoven. Entonces, el tonto o la tonta que se le ocurrió con Rosalía sacar el tema de la apropiación cultural, lo que hizo fue irse siglos atrás. Es un paso atrás de siglos. Eso debería estar prohibido.
P. Bueno, yo creo que está bien que el idiota hable siempre, así se le detecta. Antes hemos hablado de la complejidad del flamenco, pero también tiene la cosa de que es una música popular, que gusta mucho. La cosa es que, cuando el flamenco se hace fácil, se le cuelga la etiqueta despectiva de flamenquito.
R. Bueno, es que hay muchos flamencos. Está el cante jondo clásico. Las seguiriyas, la soleá, la malagueña… todo eso es minoritario. Es como la música clásica. O sea, o te gusta Beethoven o no te gusta. Y después hay músicas aflamencadas, que utilizan el flamenco para colorearse y que son más populares. La primera, la copla. La copla española es la principal música aflamencada. Es más liviana que el flamenco. No son cantes, son canciones. Pero se basan en cadencias flamencas, ritmos flamencos y dejes flamencos. Y son más adecuados, por eso Caracol, Lola Flores, Juan Valderrama fueron cantaores que tuvieron que echar mano de la canción para vender. Porque el flamenco es de minorías.
P. Sí, justamente a eso me refiero. Cuando el flamenco llega a la mayoría, se le pone un diminutivo. Eso es lo curioso.
R. Ya, pero eso son los elitistas. Eso ocurre también en la música clásica.
P. ¿La opereta, no?
R. Yo trabajaba en Deutsche Grammophon cuando sacamos Los Tres Tenores. Y a mí me venían cartas de gente insultándome, diciéndome que cómo nos habíamos atrevido. Y lo que Los Tres Tenores hicieron fue modernizar la ópera y mucha gente se acercó a la ópera a partir de ellos. Esto ocurre en la música clásica, que está llena de gente muy encorbatada que no tiene ni puta idea, y que te empiezan a hablar de Mahler… Pues en el flamenco es lo mismo. Hay gente que piensa que el flamenco es de ellos y que si no estuviste en la fiesta en la que estaba Mairena pues… En el flamenco hay mucho de eso. Gente que, en el mundo de las peñas, suele ser un poco elitista. Lo que pasa es que yo respeto mucho el mundo de las peñas porque suelen ser aficionados natos. Es gente muy fiel y disfrutan del arte. Pero siempre sale alguno que reniega de lo que no es el canon.
Entonces, lo que hay es que diferenciar entre el flamenco clásico y el contemporáneo. Porque son dos géneros. Es decir, lo que hace Israel (Galván), Rocío Molina, Niño de Elche o Rosalía, no tiene nada que ver con el flamenco que hace Antonio Reyes o Rancapino. La guitarra que hace El Cabeza no tiene nada que ver con lo que toca Dani de Morón. Son contemporáneo, pero son dos escuelas: la clásica, que se nutre del repertorio clásico; y el contemporáneo, donde los jóvenes están explorando nuevos territorios. Y ya se verá. Yo no soy profeta. Yo conocí a Morente cuando estaba mal visto que te gustara Morente. Había que llevarlo hasta en secreto.
P. ¿En qué época estamos hablando?
R. Pues el año 90. Cuando volví de Viena yo me hice muy amigo de Enrique y no me separé hasta que me fui con Gades, en el 94. En ese tiempo estuve con Enrique a diario. Bueno, y después seguí. Pero en esos cuatro años era todos los días con él, en su casa.
El que enseña música en el colegio no puede ser el profesor de matemáticas que toca la guitarra
P. Pero en esa época ya tenía Sacromonte y Despegando.
R. Sí, pero no había sacado Omega. Con Omega es cuando de repente empiezan a salir aficionados a Morente por todos lados.
P. Y detractores. En realidad, antes te hablaba de flamenquito precisamente porque estamos en Córdoba, que es una ciudad que tuvo aquí una época en la que no paraban de salir pelotazos: Queco, Las Ketchup, Las Chuches…
R. Bueno, eso es canción española moderna. O sea, el Aserejé es una copla moderna.
P. Igual que Malamente.
R. También. Lo que pasa es que Malamente es más internacional.
P. ¿Más internacional que el Aserejé?
R. Bueno, sí, el Aserejé lo fue también. Es que son géneros… (Se queda pensativo) Flamenquito es una palabra que yo utilizo para hablar de flamenquito apaleao, como aquella chirigota de Juan Carlos Aragón, que en paz descanse. No sé si la conoces.
P. No. No soy nada chirigotero,
R. Pues Juan Carlos Aragón sacó una chirigota al año siguiente de Los Yesterdays, y que iba de Navajita Plateá, de Ketama… Y decía (se pone a cantar): “Yo tengo una pena, penita mía, que me arrasco por la noche, por la noche y por el día, porque el cante que yo hago, prima mía, es un mojón de categoría”.
P. Bueno, pero fíjate, a Navajita Plateá y a Ketama los llamaron Nuevos Flamencos. Nada de flamenquito.
R. Bueno, es que Nuevo Flamenco es una marca de Mario Pacheco. Son marcas de marketing de la industria.
Yo he estado con Antonio Gades en Brasil y la embajadora le dijo: ¡Antonio, baila un poquito!
P. Eso tú lo conoces bien.
R. Sí, he estado 30 años trabajando en la industria. Y sigo trabajando. Aún le hice el otro día el texto a Pablo Martín.
P. ¿Y el flamenco le gusta a la industria?
R. A la industria musical ni le gusta ni le disgusta el flamenco. Es que no sabe ni le interesa. A algunos A&R, pero en general, yo he conocido pocos. Simone Bosé, era quizá el que más entendía, junto a Fernando Crespo, otro A&R que se interesó mucho por el flamenco y le gusta. Estaba en Universal. Pero después yo he conocido en EMI, en Sony, a A&R que se han interesado por el flamenco y han sacado, a Mercé (José), a Estrella… Yo me acuerdo del día en que, en la sala Suristan, llevaron Universal y EMI a Estrella Morente y a Marina Heredia para decidir quién se quedaba con quién. Y nos invitaron a Gamboa, a mí, a unos cuantos. Aquel día fue increíble. Y Universal cogió a Marina y EMI cogió a Estrella. Y Universal luego se tiraba de los pelos, porque la pegó fue Estrella.
P. Estrella pegó un bastinazo importante.
R. Pero, Marina es una cantaora de largo recorrido. Marina es un pedazo de cantaora. Ahí está. Estrella lo que pasa es que es una artistaza. A Estrella es que la pones sola en el escenario y no necesitas nada más.
P. ¿Usted sería partidario de dar historia del flamenco en las escuelas?
R. No. Yo creo que los colegios lo que tienen que tener es música. Como una asignatura fundamental. Y dentro de la música, si estás en España, evidentemente hay que hablar de flamenco. Aunque, con cuidado, porque ¿qué pasa si a un chaval le gusta el rock? ¿Qué pasa con el que le gusta el jazz? ¿Y si le gusta la copla o la canción?
P. La cosa es el cómo. A mí me enseñaron Sevillanas, pero en Educación Física.
R. Yo creo que, al ser un país tan musical como España -pocos países hay tan musicales como el español-, la música debería tener dentro del Currículum mucha más importancia. Y dentro de la música, el flamenco una presencia. Pero con la Iglesia hemos topado: intenta llevar el flamenco a los colegios del País Vasco. Te lo tiran. Entonces, en Andalucía, creo que está bien. Pero hay que hablar de Montoya y de Carmen Amaya, aunque no sean andaluces. No se puede caer en el localismo. Y, sobre todo, que el que enseña música no puede ser el profesor de matemáticas que toca la guitarra. Porque ese ha sido el problema de enseñar música en los colegios, sobre todo en los privados, que el que enseña música es el profesor que toca la guitarra. Es que hay licenciados. Es que en Flamenco hay muchos chavales que se han sacado su carrera en el Conservatorio. Esos deberían ser los profesores de música.
Yo lo que sí creo es que se debería dar música y como una parte importante en la formación. Porque la música ya estaba en el trivium y en el quadrivium con la aritmética y la filosofía. Es que la música siempre ha sido una ciencia importante en la formación humana. La música nos hace mejores personas. Es en el siglo XVIII cuando la música pasa a ser un entretenimiento, en vez de ser algo espiritual.
P. ¿Tú has notado en el flamenco un antes y un después de las enseñanzas en los conservatorios?
R. Hombre, lo que noto es que hay flamencos que saben escribir música. Saben analizar, saben leer una partitura y comunicarse con otras músicas. Eso es muy importante. Que vaya un flamenco a EE.UU. y se ponga a tocar con un músico de jazz sabiendo leer los cifrados, eso al flamenco no le puede hacer mal. Hay un verso de Chacón que dice “el conocimiento la pasión no quita”. Aquí se ha pensado que si estudias flamenco pierdes el duende. Eso es una imbecilidad. ¿Cómo te va a quitar el duende? Lo que tú no puedes es hacerte flamenco sin vivir el flamenco. El flamenco en el conservatorio no llega. Pero ni el flamenco ni la música clásica. Tienes que vivirlo después. Bajar al ruedo.
El flamenco es de origen andaluz, y más que andaluz, gaditano
P. ¿Hay que ser flamenco para que te consideren flamenco?
R. Yo me bajé al ruedo. Y me las dieron por todos lados. Y más yo, que soy gallego. Pero es que yo me partí la cara con todos. Y al final te integran, porque los flamencos son muy buena gente. Pero te los tienes que ganar. Y la única forma de ganarse a un flamenco es demostrarles que sabes. Istinguir, que dicen los flamencos.
P. ¿Istinguir?
R. Saber istinguir es saber si este cante es este o es el otro. Que si te pones a hacer una soleá, sepas cuál es la soleá.
P. La última, antes de irnos. Has dicho Gades, Morente y Paco de Lucía. ¿Esa es tu santísima trinidad?
R. Son tres personas que yo conocí mucho. No es que sea mi trinidad. Ahí hay que meter a Camarón, a Manolo Sanlúcar y a Fosforito. Pero es que a mí no me gusta dar nombres.
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