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ENTREVISTA - MÚSICO Y GERENTE DE LA ORQUESTA DE CÓRDOBA

Daniel Broncano: “La música clásica tiene que relacionarse con la sociedad sin que esté llena de naftalina”

Entrevista N&B a Daniel Broncano, músico y gerente de la Orquesta de Córdoba

Carmen Reina

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Daniel Broncano (Orcera, Jaén, 1986) es el hombre que dirigirá los designios de la Orquesta de Córdoba durante, al menos, los dos próximos años. Aterrizado recientemente en la ciudad, dice que ha sido “como llegar a la playa” para alguien de un pequeño pueblo de interior de la Sierra de Segura. Pero el horizonte de Broncano va mucho más allá de esas fronteras. Desde que de niño comenzara su idilio con la música tocando el clarinete en su pueblo, las aulas del Real Conservatorio Superior de Música de Madrid, el Royal College of Music y el Trinity Laban Conservatoire of Music and Dance de Londres le han visto crecer.

Ese clarinetista que germinó en su pueblo ha llegado a tocar en la Real Orquesta Filarmónica de Londres. Y, a la vez, se dio cuenta de que también le atraía otra cara del prisma de la música: la gestión cultural. A ello se ha dedicado a nivel nacional e internacional, sin olvidar sus raíces, creando el festival Música en Segura y pasando también por dirigir otros festivales de distintos formato dentro y fuera de España.

Ahora, a Córdoba llega con ese bagaje en la maleta, con un entusiasmo que no disimula al hablar y con ideas muy claras de lo que es una orquesta, desde dentro y desde fuera, como músico y como gestor. Conoce las necesidades de una institución cultural como esta y sabe qué resortes quiere tocar para llegar a más público y, a la vez, mejorar las condiciones de trabajo de los componentes de la Orquesta. Y, sobre todo, tiene un objetivo claro: que la Orquesta de Córdoba tenga un sello distintivo único que la haga posicionarse entre sus homólogas españolas.

PREGUNTA. ¿Cómo ha sido su llegada y aterrizaje en Córdoba?

RESPUESTA. Está siendo muy agradecido. Ha sido como llegar a la playa. Y esto es difícil en una ciudad fluvial como esta. Los últimos años para mí como gestor cultural han sido frenéticos, porque he tenido como muchos trabajos que me hacían estar muy disperso. Muy activo, pero a la vez muy disperso. Estaba en Música en Segura y recientemente en la Semana de Música Antigua de Álava y la Semana de Música Religiosa de Cuenca. Yo llegué aquí, a la entrevista para esta gerencia, justo un día después de terminar la Semana de Música Religiosa de Cuenca, que es superintensa, es muy bonita y muy especial, pero a la vez muy, muy intensa. Y en la ciudad de Cuenca que es, eso, muy intensa.

Entonces, el llegar a Córdoba, justo el día después, para mí fue una sensación de llegar a una ciudad fluvial… a la playa. No había estado desde hacía años. Había estado una vez con el instituto, en el típico viaje de visitar muchas cosas de Córdoba y después con un concierto de la Orquesta del Conservatorio de Madrid. Llevaba años sin venir. Y desde entonces fue una sensación como de llegar a la playa.

Orquestas hay muchas, pero Córdoba solo hay una como escenario

P. ¿Esa sensación es algo de quienes somos de interior?

R. Pero este es un interior en el Valle. Porque yo, viniendo de un pueblo a 1.200 metros de altitud y 150 habitantes, me parece Córdoba una ciudad súper abierta y acogedora. Y hablando de mi aterrizaje, pues me ha resultado especialmente acogedor y amigable. Esto, en general, la ciudad. Por la parte de la Orquesta, es una institución que cumple 30 años, que tiene muchas cosas asentadas y muchas otras por hacer.

P. Eso le iba a preguntar. ¿Cómo ha encontrado la Orquesta? ¿Cuál es su primer diagnóstico?

R. Pues es una orquesta que tiene muchas cosas muy establecidas. Un público muy fiel por una parte, y a la vez muchos retos que solventar. Por una parte, como toda la música clásica en general en el mundo, que tiene un reto de cómo relacionarse con la sociedad sin que estemos llenos de naftalina y de bálsamos. Y que seamos una institución viva, que presente la música clásica sin complejos. La música clásica ha ido experimentando un proceso de musealización, como que la música clásica es una pieza de museo, frágil, que se puede romper. Y esto hace falta combatirlo y ser relevantes, porque la música clásica en sí es maravillosa, puede y es relevante para cualquier persona del mundo con dos oídos. Y ese es el trabajo, presentarla sin complejos.

Aquí, a la vez, cuando he llegado mucha gente me decía: ‘Aquí hay mucho trabajo por hacer’. A lo cual yo respondo: Claro, si no, no vengo. Si no hay muchos retos ¿para qué voy a embarcarme en esto? Muchos retos como cualquier institución cultural de la música clásica y, a la vez, bueno pues no sobra el dinero en ninguna institución cultural, son siempre equipos pequeños, hay que desdoblar funciones… Pero estoy acostumbrado a eso. Yo vengo de haber creado Música en Segura hace nueve años donde he ido haciendo absolutamente de todo. Luego he ido encontrando gente que vaya haciendo estas funciones que yo hacía, aunque he seguido haciendo funciones mil. Entonces, esa forma de tirar del carro de múltiples formas es lo que yo creo que hace falta como liderazgo. Es ayudar a todas las personas del equipo a que hagan su parte mejor y las partes que quedan sin hacer, las tiene que hacer la gerencia.

P. ¿Qué cree que puede aportar por su experiencia profesional a la Orquesta de Córdoba?

R. Por un lado, una mejor conexión con el público y con públicos diversos. Como decía, la Orquesta tiene un público fiel, muchos de ellos abonados desde el principio. Esto está genial, pero hace falta ampliar, añadir público joven, hace falta ampliar el espectro. Y en esto estamos empezando con descuentos del 50% para público joven porque de verdad hay que apostar por ello. Iremos sumando más actividades que están pensadas para gente más joven.

Por otro lado, tenemos que ampliar también nuestra proyección nacional y tener conciertos no solo en la ciudad de Córdoba sino en la provincia, en Andalucía, en España. En esto la gerencia tiene un papel de venta de la Orquesta. Es usar los contactos para actuar más y espero que esto se produzca así en las temporadas por venir, actuar en auditorios, en festivales…

Por otro lado, está mejorar la financiación de la Orquesta. Esto es una tarea que, claro, es el quid de la cuestión de todo esto. Es tener más colaboradores, tener más patrocinadores, mejorar la venta de entradas…Y a la vez apuntalar los planes artísticos de la dirección titular y artística. ¿Cómo funciona una orquesta? Con un doble liderazgo entre el director titular y artístico, que es Carlos Domínguez Nieto, y la gerencia que, esos ideales artísticos, los tiene que apuntalar y los tiene que hacer reales.

Esto es también siempre la clave de cualquier institución cultural de este tipo. Hay que compartir espacios. Hay veces que se produce un antagonismo no deseable cuando en realidad lo que hay que hacer es compenetrarse, compartir espacios… Y esto está funcionando superbien.

P. Justamente se incorpora cuando la Orquesta cumple 30 años. ¿Está en una buena edad?

R. Es una edad maravillosa. Los 30 años siempre son muy buenos. Sobre esto va la temporada. Tener 30 años supone madurez, ganas de crecimiento, ver el mundo de una forma positiva… Eso abordamos, hacemos un poco este guiño al presentar esta temporada sobre lo que significa tener 30 años.

Tener 30 años significa tener ya un camino andado pero, a la vez, empezar tu posición en el mundo.

La música nos hace descubrir emociones que existen en nosotros de una forma vaga

P. ¿Cuáles diría que son los principales retos? Siempre se ha hablado de la necesidad de una sede propia, de un auditorio específico… pero no se materializa.

R. Claro, aquí está el trecho, la distancia entre el deseo y la realidad. El auditorio tiene sus tiempos políticos propios. Y yo lo que quiero en estos dos años mínimo que tiene mi contrato de gerencia, es marcar cambios palpables. Esto significa mejorar lo que tenemos. Se puede a veces mirar el vaso medio vacío o medio lleno. El auditorio siempre es un futurible. No sé si esto lo verán nuestros hijos, mis hijos, porque no los tengo (ríe). No sé qué será más difícil si mis hijos o el auditorio (ríe).

Te voy a poner un símil. En Jaén siempre ha habido un debate durante mucho tiempo sobre una autovía, la 322, que va hacia Valencia. Siempre se hablaba de la autovía, la autovía, la autovía… Mientras la carretera nacional se caía a cachos, a trozos. No se arreglaba porque siempre se hablaba de que se iba a hacer una autovía. Ha acabado habiendo baches, badenes, prácticamente como una carretera ucraniana actualmente… Hasta que en el proceso de hacer la autovía han visto que, además, era tan, tan inviable la carretera nacional que han terminado asfaltando la carretera nacional. Bien se podría hace 30 años haber tenido un poco de visión y haber asfaltado para empezar la carretera nacional si no se iba a hacer la autovía.

Entonces, lo que hace falta es invertir en el Gran Teatro, invertir en el Teatro Góngora, invertir en esta Sala Polifemo…porque mientras estamos devanándonos los sesos con el auditorio, hay muchas cosas de estas dos instalaciones que son maravillosas que, para la Orquesta hacen falta inversiones ‘supermegarentables’ que marcan la diferencia.

Y esto es una lista, que no es muy larga, pero es crucial. Para mí esto es lo importante. Es tener los pies en la tierra y aprovechar lo que tienes. Si el auditorio sucede, sucede. Pero como no sucede, pues lo que hace falta es que tengamos unas buenas condiciones con lo que tenemos hoy, mañana y en un futuro palpable en tiempos políticos y de vida humana. Esta es nuestra forma de abordarlo.

P. Desde su perspectiva personal, ¿cómo es estar del otro lado de una orquesta? Porque es músico y ha tocado en una orquesta y ahora está a los otros mandos, podemos decir.

R. Pues es muy interesante. Yo llevo toda mi vida profesional estando en el escenario, al lado del escenario, debajo del escenario, encima… y creo que todo es complementario. Significa comprender cómo te sientes en el escenario, saber cómo es un ensayo, un concierto, cómo huele y esto es superimportante para saber qué cuestiones realmente son prioritarias de resolver. Es decir, qué condiciones de trabajo son importantísimas de resolver. Tener un poco criterio propio por comprenderlas casi como propias.

A la vez, llevo casi diez años organizando conciertos. Mi transcurso con Música en Segura fue, siendo músico, organizar pequeños conciertos que valían primero para buscarme un poco el trabajo. Esto fue haciendo un festival que fue creciendo, hasta ser un festival nacional que atrae a muchísima gente. Yo soy un gestor cultural bastante autodidacta. Música en Segura me fue haciendo a mí como gestor cultural. De ahí he ido trabajando en otros sitios hasta ver que me proporcionaba más recompensa, me cundía más organizar que tocar, en cuanto a que tengo más que aportar al mundo cultural organizando que tocando.

El conocer un poco todas las facetas del sector, tanto en el escenario como debajo, como al lado, pues esto es fundamental para comprender y dar prioridad, conocer desde dentro. Esto es fundamental también para tratar con agentes, con solistas invitados, con directores invitados… El conocer de verdad todo el poliedro es muy importante.

P. Eso es lo que quizás pueda importar de su trayectoria internacional y nacional aquí a la Orquesta de Córdoba.

R. Sí, es tener visión de hacia dónde se puede ir. Una pregunta que nos hacemos Carlos -el director de la Orquesta- y yo es en qué es o puede ser la Orquesta de Córdoba la mejor de España. Esto lo digo porque hay que tener visión y ambición. Es una orquesta que nació con una identidad y un ADN bastante propio y curioso. Casi todas las orquestas españolas se crearon en los mismos años, en estos años en los que hubo una revolución en España y hubo una fiesta de muchos tipos donde nació todo y se creó todo. Yo todavía estaba en pañales pero surgió ahí. Fue a la vez que la Expo, el AVE…todo, todo se creó en esa época en España. Es una generación, la de mis padres, que luego, una generación posterior hemos tenido la sensación de ir fregando los platos de aquella superfiesta. Y la Orquesta de Córdoba está en eso. Treinta años después somo fruto de aquella fiesta nacional ¿Y ahora qué?

Se crearon casi todas las orquestas de España, en concreto se crearon cuatro orquestas andaluzas, es la comunidad autónoma con más orquestas, lo cual es maravillosísimo. La Orquesta de Córdoba surgió además como una de las más peculiares, con Leo Brower y fue desde el principio la que más extraescolar, la que hacía más cosas extraordinarias por así decirlo, la menos ortodoxa y la que hacía siempre programas más imaginativos, colaboraciones más extraordinarias… Cumplía ese papel.

Hay una parte de ese espíritu que siempre tiene que estar en la Orquesta de Córdoba, porque fue cómo nació, esta versatilidad, esta agilidad, es fundamental. Pero a la vez hay que pensar para los próximos 30 años en qué podemos ser los mejores. Y espero poder responderlo en los próximos dos años para que de verdad estemos orgullos, no ya de los últimos 30 años, sino también de su futuro.

Parte del trabajo de la Orquesta es contribuir a la educación

P. Que la Orquesta tenga una marca distintiva.

R. Sí. En esto hay una parte también que tiene que ver con la faceta educativa, en lo cual tenemos mucho que seguir avanzando. Tiene que ver en la forma de programar, en la forma de relacionarse con el público. Pero como digo espero hacerlo, y no se trata de hablar de lo que hay en mi proyecto de gerencia porque el papel lo aguanta todo. En qué puede ser la Orquesta de Córdoba la mejor de España solo se puede responder con hechos. No vale aquí tirarse el pegote. Espero que se pueda responder en 2024.

P. ¿Qué relación cree que tiene Córdoba con la música?

R. Bueno, es una ciudad en general con una vida cultural maravillosa para su tamaño. Es muy curioso, me llama muchísimo la atención, la relación que tiene con la zarzuela, por ejemplo. Con la ópera y la zarzuela. Y eso creo que tiene que ver también con la historia del Gran Teatro, con los pirómanos culturales que ha habido. Digo pirómanos en el mejor sentido, la gente que prende la llama de lo cultural.

Es una ciudad que tiene una relación con lo ‘teatromusical’, con la ópera y la zarzuela, bastante asentada. Y que se ve que siempre que se hacen cosas que van por ahí, tiran mucho. Está la cuestión del flamenco que hay que contemplar siempre. Y es una ciudad que sigue viendo la actividad de la Orquesta. La cuestión ahora es proponer también desde la Orquesta crear nuevas aficiones, crear nuevos modelos, no basados en la relación que ya existe con la música sino crear relaciones nuevas.

P. Ha estado en Córdoba ya coincidiendo con eventos musicales como el Festival de la Guitarra o la Noche Blanca del Flamenco. ¿Por dónde debe ir la música en Córdoba?

R. La Orquesta de Córdoba, por ejemplo, es de las orquestas de España que más actúa en exteriores, lo cual es lógico porque estamos en el sur de Europa. Por un lado, claro que está necesitada de tener un espacio escénico ideal como es un auditorio pero, a la vez, tenemos espacios únicos en el mundo, como fue el otro día el Patio de los Naranjos en la Mezquita, o como es el Alcázar donde queremos ir a más…como son tantos espacios que son totalmente únicos.

Utilizar el escenario tan único y privilegiado que es Córdoba es fundamental. Y en eso ya estamos trabajando, en nuevos ciclos en espacios monumentales únicos en Córdoba, lo cual es fundamental. Orquestas hay muchas, pero Córdoba solo hay una. El utilizar eso, el identificarse y sacarle jugo, es fundamental.

P. El quid de la cuestión que ha mencionado ya en varias ocasiones. ¿Cómo se llega a más público?

R. Trabajando todos los días de 8 a 20h. Eso es trabajo de todo el equipo, todo el rato, es transversal, no es solo una acción. Yo siempre veo la gestión como una acción que tiene cuatro fases. Primero está tener la mejor música posible; después comunicarlo lo mejor posible; esto nos lleva a tener una ‘familia’, una comunidad interesada en la Orquesta lo más amplia posible; lo cual reporta en tener ingresos que reinvertimos en tener la mejor música posible.

Entonces, la comunicación que es cómo llegar a cuantas más personas mejor para llenar las salas, es fundamental. Digamos que mi trabajo es que me pagan para que la sala esté llena de personas. Que haya buen trabajo para la Orquesta y que esté lleno. Y esto es, así todo el rato. Fundamentalmente es trabajo.

Esta es la única respuesta: cuando una sala de un concierto está llena, es trabajo (lo que hay detrás). Son mil acciones, mil estrategias, que tiene que ver con tener una imagen de marca, con tener mucha publicidad, con tener una imagen inclusiva… Tiene que ver con ochenta cosas, pero es que esto es trabajo continuo, todo el rato.

Hay que valorar lo que es tener una orquesta sinfónica y apostar por ella

P. No hay ninguna varita mágica.

R. No hay ninguna varita mágica, pero de verdad, hay trabajo. Cuando los eventos culturales están llenos es un éxito y eso significa currar.

P. ¿Y se ha encontrado con muros infranqueables en el público para escuchar música clásica o zarzuela?

R. Es que no los hay, muros no hay. Porque el repertorio que aborda la Orquesta es el más potente del mundo, que es esa gran música histórica, también actual. Digo en cuanto repertorio más ortodoxo. Porque en la Orquesta se hacen todo tipo de colaboraciones con todo tipo de músicas.

O sea, Beethoven tiene la facilidad de emocionar a cualquier persona con dos oídos. Lo que pasa es que hace falta ser capaz de no poner barreras. O sea, no es que haya barreras, lo que hay que tener es la habilidad para no ponerlas. Dentro de eso, no debería haber ningún obstáculo.

P. Ha mencionado antes la faceta educativa. ¿Hace falta más música en la educación básica que recibimos todas las personas?

R. Por supuesto. Hace falta que la música tenga presencia en las casas y en los colegios. Yo, por ejemplo, me aficioné a la música porque, un poco de casualidad, siendo pequeño entramos a un concierto de una orquesta y aquello me impresionó muchísimo. No hay afición sin exposición. Tienes que encontrarte con algo para que luego, de repente, te guste. Esa exposición es fundamental.

Tiene que haber más música en la educación pero también es parte del trabajo de la Orquesta el contribuir a esa educación. Y en eso tenemos mucho por hacer, por estar dentro de nuestras posibilidades, más presentes en la educación, no solo con conciertos escolares donde los niños y los jóvenes vienen a ver la orquesta una vez y se marchan, sino que ese concierto educativo sea la culminación de un proceso más amplio en el aula.

P. La Orquesta de Córdoba sí ha abierto ciertos caminos yendo a tocar a barrios, tocando también en la provincia… ¿Ese el modelo que quiere marcar abriendo fronteras y espacios?

R. Totalmente. Esa línea que ya está abierta de Música en los Barrios va a seguir. Creo además que es fundamental que no sea una orquesta solo de la ciudad de Córdoba sino de la provincia. Y de toda Andalucía. Y también hay más regiones en las que tocar.

Hay una parte de servicio público que es consecuencia de que el grueso de la financiación de la orquesta viene de aportaciones públicas. Y esto ya marca nuestro horizonte.

P. Si tuviera que definir por dónde pasa su plan de acción, ¿cómo lo explicaría?

R. Pasa por tener una programación única, creativa, imaginativa, que ponga la música en el centro de cuantas más personas mejor. Esto es el ideal. Esto significa ser capaz de llenar las salas, de vender entradas, de generar colaboraciones y patrocinios. El plan de acción es tan multidisciplinar que son diez mil frentes abiertos todos los días, a lo cual es a lo que me dedico (sonríe). El plan de acción es así de caótico.

P. Y con respecto a sus aspiraciones en su trayectoria profesional…¿por dónde pasan? ¿hacia dónde se encaminan?

R. Bueno, actualmente se encaminan a tener claro dentro de dos años en qué la Orquesta de Córdoba es la mejor de España. Esto para mí es mi objetivo personal laboral, ser capaz de contestar eso en dos años.

Hay que saber en qué puede ser la Orquesta de Córdoba la mejor de España

P. ¿Y a más largo plazo?

R. A más largo plazo es inescrutable. Yo vengo primero de ser músico, después de iniciarme en la gestión cultural por el camino de los festivales que de por sí es un evento cultural específico y muy intenso. Son muy bulímicos, en cuanto a que hay que preparar todo para un montón de conciertos en un periodo corto, sin margen de reacción o de enmienda. Lo que está mal un año ya está mal y hasta el año siguiente no puedes enmendarlo.

Una institución como una orquesta tiene otra naturaleza. Hay que hacer florecer a un número de personas que trabajan a tiempo completo y que es el activo más grande. Tienes a esos cincuenta musicazos, a esa oficina con ocho personas, hay un activo muy grande, y a la vez hay que hacer que en el día a día eso florezca.

Entonces, yo tenía muchas ganas de poder desarrollar esta parte de la gestión cultural que es una orquesta sinfónica, a lo cual me debo en cuerpo y alma, a hacer que esto florezca.

P. ¿Qué nos enseña la música como sociedad?

R. Bueno, primero como individuos. Nos hace descubrir o identificar emociones que existen en nosotros de una forma vaga y que a través del sonido les ponemos cara sonora.

Como sociedad, el milagro total de la música es cuando hay un concierto donde hay 100 o 1.000 o 10.000 personas -da igual las que sean-, donde de repente identifican esa emoción a la vez. Eso es un milagro y es algo místico. Eso es total.

El papel de todos los que ayudamos a que la música suceda no es cuadrar los números, el objetivo no es hacer una hoja de Excell, no es dar una muy buena cuenta de resultados al consejo general del Consorcio. Porque todo eso lo podemos hacer muy bien pero eso no vale para nada. El Ayuntamiento no pone 1,5 millones para eso, para que cuadremos una buena hoja de Excell. Espero que entiendan que no es para eso. El objetivo es hacer conciertazos. Nosotros estamos para permitir que los que están en el escenario obren ese milagro de llegar al público. Y el resto, todo ese trabajo que está entre bambalinas, está para eso. Y hay que hacer un montón de cosas que a veces son muy emocionantes, otras son más tediosas, pero que no son ningún objetivo en sí mismo.

Hay que surfear la Ley de Contratación, porque eso no es ningún objetivo en sí mismo. Hay que tener claro que el objetivo para el que trabajamos absolutamente todos es para que haya conciertazos donde la gente se emocione. Y ¿cuál es el valor social? El valor social es cuando hay esa realización que es que 100 o 1.000 personas o las que sean en determinado momento están sintiendo una cosa parecida… No hay que explicar mucho más. Es que eso es maravilloso. Y que además eso sea parecido a lo que sintió otro público hace diez, hace cincuenta o hace 250 años.

Claro, porque muchas veces la gente puede decir que no entiende de música, que no sabe de música… Es que la música no tiene nada que saber ni nada que entender. Esto es como cuando tú comes algo. Hay gente que es cocinera y que tiene muchísimos conocimientos culinarios que puede hacer casi ingeniería inversa de saber cómo está hecho tal plato y cuando le gusta o no le gusta algo tiene más conocimiento de por qué y de cómo está hecho. Pero cualquier persona cuando come sabe si le gusta o no le gusta. A lo mejor no sabe cómo está cocinado. Con la música es igual. Es irrelevante saber detalles técnicos de cómo está hecho, de cómo está interpretado… Pero las sensaciones tú las tienes y esas son las que valen.

Porque a veces, si te resulta que una cierta música es áspera, inquieta o desagradable…es que lo es. Esto pasa muchas veces con la música contemporánea, que si es desagradable, es a lo mejor porque lo es. Porque el mundo a veces es desagradable. Y entonces, la música demuestra eso.

Lo que te hace sentir una sinfonía de Haydn, es lo que es. No tiene más. Si te aburre, es que esa música es aburrida y hay que darle crédito a que te parece un tostón. Hay que dar crédito porque la música está hecha para las emociones. La parte intelectual es cómo está construida. Pero lo que te hace sentir…es el resultado.

Trabajamos para que haya conciertazos donde la gente se emocione

P. Un deseo. ¿Qué le pide a las administraciones para la Orquesta de Córdoba?

R. Ehhh (sonríe mientras piensa). Claro, hace falta una apuesta clara y creciente por la Orquesta, pensando sobre todo que una orquesta cuesta muchísimo construirla. Pensemos que en Andalucía hay cuatro ciudades o provincias que tienen orquestas y otras cuatro que no, que estarían deseando tenerla. De hecho, ya ha pasado el tiempo, en España no se crean orquestas. Entonces, hay que valorar lo que es tener una orquesta sinfónica, no darla por sentado, no vivir de la inercia y apostar por ella.

P. ¿Y a los cordobeses, que les pide? ¿Qué les diría?

R. Vamos, que vivan la Orquesta sin tapujos y que vengan a vernos. Que le den la oportunidad de escucharla y, a partir de ahí, que decidan.

P. Espero que no sea la primera entrevista en la que no le preguntan por su hermano (David Broncano).

R. Jajaja Hay de todo, hay de todo.

Hace falta que la música tenga presencia en las casas y en los colegios

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