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Carlos Magdalena: “La extinción de una planta es más importante que mi muerte”

Entrevista N&B a Carlos Magdalena, conservador de plantas en el Jardín Botánico de Londres

Carmen Reina

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Carlos Magdalena (Gijón, 1972), es ‘El Mesías de las Plantas’. Le llaman así desde que se dedica a salvar de la extinción especies de la flora de todo el planeta, en su puesto de conservador en el Jardín Botánico de Londres, uno de los más importantes del mundo.

Este torbellino que habla apasionadamente de las plantas y enfatiza su misión de difundir su conocimiento, se dedica, como contraste, a una ciencia metódica, paciente, centrada en esos seres que nos acompañan a nuestro alrededor, con miles de millones de años a sus espaldas, y que son los que hacen posible la vida en el planeta.

Invitado a la próxima edición del Festival Internacional de las Flores ‘Flora’, ha visitado Córdoba para preparar la producción de la actividad que protagonizará en la sección paralela del evento. Y, en estos días que ha pasado en La Casa del Ciprés, ha hablado con Cordópolis sobre las plantas, los Patios y Flora pero, sobre todo, de hasta qué punto es vital que la población tome conciencia ya de que su supervivencia depende de las plantas. 

PREGUNTA:¿Cómo acaba un asturiano como tú siendo conservador de uno de los jardines botánicos más importantes del mundo como es el de Londres?

RESPUESTA: La respuesta corta es: No sé (ríe). La larga es que yo, desde pequeño, siempre sabía que quería dedicarme a algo de la naturaleza, el medio ambiente, la conservación, el estudio, la ciencia… Y luego, por otro lado, siempre sabía que no lo iba a conseguir en Asturias. Entonces, una vez que te das cuenta de que tienes que salir, es como que, si vas a saltar desde el primero, mejor saltar desde el tejado, ¿sabes? Si me voy a ir a Madrid y voy a estar igual de lejos de casa o casi más lejos, pues además cambio de cultura, gano un idioma… ¿no? Entonces lo pensé y salté a Londres. Tampoco cambié de clima tanto, ni de paisaje… Y allí pues, tanto las ciencias naturales como con la historia natural como con la horticultura forma mucho más parte de la cultura inglesa que lo que es la cultura española de cuando yo me crié y era niño, que los pájaros eran una cosa divertida para pegarle tiros o que si te daba por mirar las mariposas era que te faltaba un tornillo… Era un poco la cultura que existía aquí en los años 70.

Algo que me cambió, una persona que para mí fue un referente, fue Félix Rodríguez de la Fuente, que a lo mejor suena a tópico hasta cuando te lo digo, pero es que el tío era muy grande. Tenía esta mezcla de periodista de nivel tremendo, presentador imbatible, analizador increíble, cuentacuentos fantástico... y no he encontrado nunca a nadie que me dejara tan patidifuso. Y de hecho, de repente te acuerdas y ahora que existe el Youtube, miras el episodio del lobo y dices tú: ¡Pero qué surrealismo! Estamos hablando de surrealismo natural, la música que tenía… Y yo de pequeño decía: ¿cómo se llama esa profesión? No tenía nombre. Entonces yo decía: quiero ser Féliz Rodríguez de la Fuente. Quizás parecía que era que quería impresionar, pero yo quería hacer lo que este tío hacía. Y tampoco sabía muy bien qué era lo que hacía. Crecí y me di cuenta de que realmente lo que hacía era el chamán de la sociedad española, esa mezcla entre medicina, cuentahistorias, explicador, divulgador… Y la televisión se convirtió en aquello donde veíamos todo eso. Hoy en día necesitamos un par de millones más de Félix Rodríguez de la Fuente por kilómetro cuadrado. Alguien que sea capaz de hacerte entender, aprender, sentir, apreciar y proteger. Y no lo hemos reemplazado. Es bastante trágico. Si lo piensas, todos estos referentes son gente de noventa y pico años: David Attenborough, Jane Goodall, Jacques Cousteau que ya se nos ha ido, Carl Sagan, Félix Rodríguez de la Fuente… ¿Quiénes son los que los reemplazan? ¿Frank de la jungla? Lo dejo ahí. Necesitamos mucho chamán que nos haga 'chucuchucu' con el humo, que nos deje hipnotizados y que nos cure de esta locura en la que nos hemos metido todos.

No hay nada más importante para la vida del planeta que las plantas

P. ¿Ese es el papel que quieres conseguir?

R. Es posible, sí. Lo he querido siempre desde niño, pero no es que lo quiera por una cosa egoísta que yo quiera ser esto. Es una necesidad que tengo de ser. Porque creo que yo ya lo soy. Creo que ya es lo que yo hago. El nivel de audiencia que tengas, eso es otra cosa. Y no soy el único. Él, (Félix Rodríguez de la Fuente) de hecho, creó un ejército de ‘yos’, que no tenemos la misma calidad narrativa, que a lo mejor no tenemos un programa de televisión, pero que vemos el mundo por sus ojos y hacemos a otros intentar que lo vean así. Porque además, aunque sea a lo mejor arrogante, esta visión es la realidad. La otra es la artificial.

P: Estás especializado en salvar especies de plantas de la extinción, tienes el sobrenombre de El Mesías de las Plantas. ¿Cómo surge eso?

R. Cuando entré en el Kew Gardens -el Jardín Botánico de Londres- había una planta de la que solo quedaba una, que no producía semillas, que llevaba 30 años en una maceta, que se podía reproducir por esquejes pero no podía volver a la naturaleza. Esto significaba ser el especimen vivo de una especie muerta, si lo piensas. Estaba silenciada, es como si de repente solo quedara un hombre o solo quedara una mujer. No hay esperanza. Y nadie hacía nada porque todos habían asumido que era el fin. Y a mí me pareció una vida supertriste. Si la muerte de un individuo, de una persona o un ejemplar, es triste, imagínate ¿la de un linaje? Que a lo mejor viene de hace millones de años. A mí me parece trágico. Y me obsesioné. Empecé a trabajar de voluntario y coincidió que tenía esta planta en uno de los invernaderos donde yo trabajaba y, antes de terminar, conseguí sacar semillas por primera vez. Parecía un poco que era la suerte del principiante. Y yo sabía que sí, pero que no (sonríe). Me di cuenta de que mis obsesiones podían ser muy buenas. La obsesión tiene unas connotaciones oscuras ¿no? Pero qué pasa si te obsesionas con hacer algo mejor o te obsesionas con hacer algo altruista. Lo que descubrí es que es un poco como la magia de la hipnosis, tu cerebro trabaja de una forma que no trabajaba antes. Yo sabía esto. Y lo de la suerte del principiante, sí, pero es mucho por la ingenuidad: no escuchas lo que te dicen y además haces bien. Y después de esta planta pues fue un nenúfar de Ruanda que también se salvó por la campana, cuando yo cultivé seis plantas y no sabía que se había extinguido…

Y entonces, un día llegan las vacaciones, llegas a Asturias, tu madre te ve salir por la puerta y te dice: No vengas tarde a comer. Y te vas al bar, estás leyendo La Nueva España -el periódico de Gijón-, y de repente, imagínate la cara que se me queda cuando paso una página y veo, a página completa, una caricatura mía. Saltas como para atrás. Lo miras y dice: El Mesías de las Plantas. Y dices tú: ¡La Virgen! Entonces me llama mi madre -'¿Dónde estás? Vente corriendo...'- Y automáticamente vi (imaginé) a la madre de La vida de Bryan saliendo y diciendo ‘¡No es el Mesías!' (ríe). Esto quedó ahí. Se lo comenté a mis hermanos, mis amigos y nos descojonábamos todos. Y después, David Attenborough vino al Jardín Botánico del Kew, haciendo una serie, me hizo una entrevista. Vas luego a la premiere (estreno) en Londres, estás sentado allí mirando y, de repente, escuchas: 'Este es un hombre al que se le llama El Mesías de las Plantas'. Y ahí es cuando te das cuenta de que se te va a quedar. Curiosamente, en España, a lo mejor no hubiera funcionado bien. Pero en Inglaterra funcionó muy bien porque la definición de mesías aquí -en España- para todo el mundo es Jesucristo, pero la definición inglesa es alguien que tiene una causa o un mensaje y lo difunde. Entonces dije: ¡Ah hostia, pues entonces sí! Es curioso, no sé si es bueno o malo, a la gente le gusta ver a un personaje más que a una persona. Entonces Carlos Magdalena se convirtió en un personaje. Y desde ahí, de repente, pues me pongo a escribir un libro y el editor no me lo publica si no se llama El Mesías de las Plantas. 'Será El Mesías de las Plantas o no será', fue el email.

P. ¿Cómo explicarías al público general la importancia de las plantas para la vida en el planeta?

R. No hay nada más importante para la vida del planeta que las plantas. El aire tiene oxígeno no porque venga del espacio sideral, el oxígeno es una molécula que reacciona muy rápidamente. El oxígeno está contando hacia cero. Lo único es que las plantas lo producen constantemente e hicieron el planeta habitable. La fotosíntesis es la ecuación matemática de la vida en la Tierra. Cogen el dióxido de carbono que tanto nos amenaza y con un rayo de luz hacen el milagro -aquí viene El Mesías (sonríe)- de producir el azúcar, la sustancia más adictiva de la galaxia y totalmente fundamental para la vida. Y en el proceso acumulan energía y extraen dióxido de carbono. Todo lo contrario a nosotros. Es más, -y aquí viene El Mesías-, y te convierte al agua en vino: coges una parra, le echas agua, coges unas uvas y haces el vino. Se nos olvida muy rápidamente que puedes curar a los ciegos, que puedes sanar a los enfermos -tres de cada cuatro medicinas vienen de las plantas-; puedes dar de comer al hambriento -todas las comidas vienen de las plantas o de algo que come plantas-… Y esto se me olvida hasta a mí, esto lo ves cuando lo reflexionas y lo piensas. Pero es muy fácil levantarte por la mañana en unas sábanas de algodón y tomarte un café con dos cucharadas de azúcar y no saber de dónde viene todo esto. Los antiguos lo sabían muy bien e incluso los imperios, tanto que como el español, lo primero que hicieron después de haber descubierto América y hacerse el saqueo de turno es mandar científicos. Qué sería del mundo sin patata, sin tomate, sin pimiento, sin maíz, sin café, sin chocolate, sin tabaco que aunque sea malo para la salud mucha gente lo utiliza.

P. Sueles decir que las plantas nos dan de comer, de vestir, el aire que respiramos…

R. Claro, entonces el tema no es por qué son las plantas importantes para la vida sino qué pinto yo aquí para la vida, porque el prescindible soy yo. Es al revés. Son milagrosas, de la nada lo sacan todo. Y otra cosa muy interesante es que nosotros somos como infantiles: los animales, no solamente el hombre, cuando tenemos un problema, corremos de él. Las plantas se enfrentan, con lo cual son las maestras de las soluciones. Son como muy budistas: ‘Estoy aquí y nada me afecta’. Son una fuente inagotable de conocimiento, además de todas esas sustancias materiales. Incluso, ¿tú crees que la poesía sería lo mismo sin las plantas? Sin los cipreses, sin las rosas…Casi que no existiría el Impresionismo.

Las señoras de los patios realmente son las ‘influencers’, solo que se nos olvidó

P. ¿Es difícil crear conciencia sobre la importancia que tienen, lo esencial que son las plantas para nuestra propia vida?

R. Es muy difícil, sí. Es muy difícil explicarle a la gente la importancia de la vida. En el planeta está todo superrelacionado. Y es como si hubiera dos tipos de mentalidades: la gente que está, como dirían en inglés, 'in the planet' y los que están 'on the planet'. Unos, que piensan que están en la cúspide la cadena y aquí estoy yo de señor del mundo. Y hay otros que están dentro de ello, son una parte de ello. Entonces, los que están arriba, para aceptar esto les tienes que quitar de su posición de prepotencia y a lo mejor de divinidad. Pero a los otros no es tan complejo, es una labor más de recordárselo constantemente y explicárselo.

Y como volviendo a lo del chamán de antes, cuando tienes una historia, siempre se te queda más que un dato. Y casi todo el mundo verá entonces en su vida la importancia de todo esto. Una vez que te das cuenta de esto, entonces surge el interés. El interés es la base del conocimiento, con el conocimiento entonces empiezas a ver mucho más allá. Si tú no tienes ninguna idea de plantas, todo te parece lo mismo y es todo verde, una vez que empiezas a escarbar y a mirar todo esto, es como el agujero del conejo de Alicia en el País de las Maravillas en el que nunca escapas de allí. Si consigues tener fascinación por todo este tema de las plantas y la naturaleza, necesitarías vivir millones de años para empezar a aburrirte. Es una fuente de conocimiento y de entretenimiento infinita.

P. ¿Cuáles son las causas de la extinción de las plantas? ¿Siempre está la mano del hombre detrás?

R. Históricamente, no. Pero esto pasa generalmente a una velocidad más pequeña que se crean nuevas especies. Prácticamente ninguna especie es eterna, pero unas se van y otras llegan. Normalmente, cuanto más tiempo pasa, a no ser que haya una extinción masiva, cada vez hay más y más y más. Nosotros -el ser humano- ahora estamos yendo a más velocidad que ninguna. Somos el meteorito de los dinosaurios. Es curioso también porque es difícil de ver. Había hienas en la Península Ibérica hace 6.000 años. Eso no esa nada en el tiempo geológico. Hay hombres desde hace un millón de años, había leones no hace tanto tiempo. Hoy en día, sería absurdo si de repente la Junta de Andalucía se pusiera a soltar leones. Pero realmente, había civilización prácticamente en España cuando eso existía. Las cosas cambian, pero cuando tú vas naciendo, cuando menos biodiversidad hay, tu concepción de lo que es la naturaleza se degrada. La vamos atrincherando, la vamos como encarcelando en parques nacionales de origen geopolítico. Decidimos que Doñana es muy importante, que lo es, pero el río Guadalquivir históricamente se va moviendo y va cambiando, sube al caudal, el clima cambia, y estas cosas se van moviendo. Y ahora estamos en un momento en que los hemos puestos -los espacios naturales- en cajas de cerillas en esquinas remotas y recónditas y están a dos cafés de desaparecer de ahí también. Porque ahora hay como una amenaza, además global. Porque primero teníamos cosas como la deforestación, la extinción de especies silvestres, la presión de la agricultura tanto por la superficie de tierra como por el agua… pero ahora parece que fuera como los clavos del ataúd, que es el calentamiento climático: no va a haber un centímetro cuadrado del planeta que no vaya a estar afectado por esto.

Y si están todas fragmentadas, parceladas y encarceladas… Es curioso cómo probablemente hace mucho tiempo, los humanos construían vallas para separarse de la naturaleza. Y ahora le hemos dado la vuelta a la valla y se la ponemos a los espacios naturales. Es una locura.

P. Una planta no puede transmitirnos que está en peligro, parece que su ‘muerte’ no es tan impactante como la de un animal. ¿Cómo nos damos cuenta de eso?

R. La muerte de una planta a lo mejor no es tan impactante como la de un animal porque probablemente nosotros nos sentimos más identificados con un animal. Pero la extinción de una planta probablemente sea más importante que mi muerte. Porque, primero, mi muerte es inevitable y la extinción de una planta sí. Hay unas cosas que hay que aceptar en la vida, pero me dicen '¿Por qué no aceptas la extinción?' Y yo digo: Porque la extinción es inaceptable. Y sobre todo por cosas tan triviales como, cuando fui a Perú y estaban cortando árboles de 3.500 años que viven en el desierto con raíces de 70 metros de profundidad y te lo cortan para asarte un pollo a la brasa. Sinvergüenzas. A lo mejor voy yo y me como el pollo y resulta que no me entero. Pero oye, lo del hombre, como sapiens, tururú.

P. Por eso, ¿cómo habría que afrontar la sensibilización sobre todo esto, sobre la Botánica?

R. Lo primero es el conocimiento. Tú, si no sabes que hay guerra en El Congo, pues te importa un pepino que hay guerra El Congo. Tienes que saber que existe una especie de planta primero para que te importe que se vaya a extinguir. Y claro, una vez que sabes esto te preguntas por qué se extingue. Y entonces encuentras las razones. Para mí no son muy convincentes y entonces intentas cambiar esos problemas. Muchas cosas no se pueden cambiar. Yo no puedo parar que le peguen tiros a rinocerontes para cortarle el cuerno y hacerse afrodisíacos en China. Pero sí puedo, a lo mejor, coger un esqueje de una planta y conservarla en un museo de plantas por si acaso, como al rinoceronte, a alguien se le ocurre algo parecido. Aprendí de mi madre el poder de unas tijeras y unos esquejes. Y cómo se puede hacer eso -generar plantas a partir de otras- que es un milagro…como el de los panes y los peces. Yo hago el de los panes (ríe). Es curioso cómo una civilización se caracteriza -y no soy ningún arqueólogo ni historiador- pero probablemente se definiría por tener arquitectura, agricultura y herramientas. Y muchas de esas herramientas son las agrícolas, donde empieza todo. Y quizás la arquitectura venga como consecuencia de la agricultura, porque si estás cultivando algo te tienes que quedar allí. Es como que, realmente, lo hemos hecho una cosa extraña en los últimos años. Era una cosa que hace 3.000 años se sabía muy bien. Y de hecho, como contaba antes, el imperio español sabía que esto era una herramienta muy importante. De hecho, sin una planta, sin la chinchona, no hubieran podido conquistar las zonas tropicales, porque era la que utilizaban las comunidades indígenas contra la malaria. En el imperio inglés, la organización donde yo trabajo, el Kew Gardens, la filosofía era ir a una colonia, encontrar una planta que era un recurso de todo tipo militar, estratégico, alimentario…. traerla al Kew Gardens y distribuirla a las colonias tropicales. Esto es como empezó lo que yo hago -conservar y salvar plantas en el Jardín Botánico-. Hoy en día, es como que el recurso está ahí, no tienes tanto problema, el problema es que se nos acaba el recurso. Y eso es lo que yo intento hacer.

Andalucía es una de las zonas más biodiversas del mundo en Botánica; es el Amazonas en seco

P. ¿Y esa difusión no habría que empezarla desde la escuela, desde la infancia?

R. Por supuesto, porque los niños son las esponjas, ¿no? Es mucho más difícil convencer y que aprenda una persona más adulta. Y es mucho más difícil para esa persona adulta el memorizar y el preguntar y cuestionarte e imaginar, que cuando eres un niño. Yo me acuerdo de estos momentos esponja, en los que te da por cualquier tema, lo sabes todo como un periquito. Y por ejemplo, con las plantas, tú no aprendes una planta en un minuto ni cómo funciona, es una cosa que cuanto más tiempo mirándola, más información tienes sobre ella. Entonces, cuanto antes empieces, mejor. Y lo triste es que antes los niños crecían en el campo, crecían con un abuelo que había crecido en el siglo pasado. Pero, hoy en día, crecen encima de una pantalla y lo único que aprenden es con el dedo para adelante, para atrás (hace el gesto) y a mandar mensajes a dos manos. Y entienden todos los temas digitales mucho mejor que yo, pero a lo mejor a muchos los sacas a un bosque o a un prado y no saben la diferencia entre un pensamiento y una lechuga. O entre un águila y una cigüeña.

Yo tengo un niño, de 5 años, y la única cosa que lo saca de la pantalla, los coches, los camiones y las explosiones, son los erizos de mar en la playa de San Lorenzo, los peces en el acuario, los pájaros que vuelan y los leopardos que te dice que corren a 110 kilómetros por hora. Entonces, es curioso también cómo todos los niños tienen un instinto por todo esto. El rollo es que los adultos nos dedicamos a asesinarlo en serie. A mí, de niño, cuando yo decía lo que que quería ser, me decían: Cállate la boca. Creo que todos hubieran estado más contentos si les hubiera dicho que quería ser futbolista, con la esperanza de que podía haber sido un Ronaldo o una cosa por el estilo.

P. Has recorrido países de todo el mundo por salvar plantas en peligro de extinción ¿Qué has aprendido de ello?

R. Una de las cosas más curiosas es que, donde vas, siempre están con el ‘ellos’ y el ‘nosotros’. Te vas a Australia y están los aborígenes contra los colonos, te vas a Sudamérica y yo soy español y ellos los indígenas, te vienes aquí y que si los catalanes y los españoles…tú, yo, tú, yo… He llegado a la conclusión de que si supiéramos un poco más de Historia Natural nos daríamos cuenta de que somos el homo sapiens no tan sapiens y que tenemos todos los mismos problemas y las mismas necesidades. Es solo que las vemos de forma distinta porque tenemos distintas culturas.

Y ninguna cultura o ninguna civilización es no culpable de todo esto -la pérdida de biodiversidad-. Las hay mucho más en contacto, quizás también curiosamente si lo piensas las más en contacto con la naturaleza probablemente sean las que han experimentado el colapso. No había hombres en América, cuando cruzaron desde Asia y llegaron a un mundo lleno de una megafauna tremenda que era muy fácil comer. Y cuando se lo comieron todo y colapsaron todo, probablemente entendieron los fallos que habían tenido. Y como consecuencia de ese colapso aprendieron. El problema es que nosotros no creo que tengamos una segunda oportunidad tan fácil. El colapso que se nos viene encima es mucho más apocalíptico desgraciadamente. No es que yo diga que no hay nada que hacer, sino todo lo contrario, pero sí que no hay el bussines as usual -lo de siempre- como camino verdadero.

P. La flora del planeta, tal y como la conocíamos el siglo pasado ¿ya no existe? ¿Es posible salvarla o ese camino ya no tiene retorno?

R. A ver, hemos perdido muchas especies de plantas. Solamente, por ejemplo, en las islas Mauricio sabemos que en los últimos 200 años, unas 90 de 1.150 especies endémicas. Tienen casi 300 especies que quedan menos de cincuenta ejemplares. Y eso es un país súperchiquitito. En España, la mayor parte de las plantas que hemos perdido probablemente no las hemos ni siquiera llegado a identificar. Todavía tenemos en la Península Ibérica y, Andalucía en concreto, es una de las zonas más biodiversas del mundo en el campo de la Botánica. Esto es una cosa que se nos olvida, la zona mediterránea,sobre todo en los dos extremos, Turquía y el sur de España, esto es el Amazonas en seco.

La biodiversidad que hay, es que se te cae el ojo, incluso ciudadanos andaluces han encontrado nuevas especies de plantas en sus ratos libres. No hemos terminado ni de catalogarlas. Entonces, cuidadito con estas excavadoras que de repente te hacen un supermercado en un momento del espacio tiempo, porque a lo mejor se llevan por delante algo que ni siquiera conocemos. Por eso es tan importante que existan este tipo de personajes que son los que se preguntan… Ayer conocí un chico aquí en Córdoba que ha hecho un inventario de los líquenes de la ciudad. Y decía yo: Bueno, si a la gente primero concienciarlos con los animales ya es difícil, luego con las plantas todavía es más, lo de los líquenes debe ser ya…

Por eso es importante lo que te comentaba antes, si tú estas 'on' o estás 'in'. Mensaje para los que estás 'on': Tienes un problema. Es muy fácil pensar que tú estás aquí (señala arriba), que eres muy importante y tal, y solamente te hace falta tener un problema en tu flora bacteriana para que no salgas del baño en dos semanas (sonríe).

P. Hablando de otra flora, Flora es lo que te trae a Córdoba, no sé si conocías el Festival de Creación Contemporánea.

R. Nunca había venido, pero sí conocía el festival.

Por hacer Flora no le quitas el protagonismo a los Patios, es un valor añadido

P. Y qué te parece esa idea de aunar la creación contemporánea con la belleza de por sí que tienen las plantas y las flores.

R. Para la gente de aquí de Córdoba, como la importancia de las plantas que incluso a mí se me olvida, muchas veces aunque seas muy de aquí y conozcas mucho los Patios, también se te olvida que existen. Imagínate cómo será a nivel internacional. Y yo creo que Flora abre mucho, le pone un concepto muy internacional a Córdoba, le da un aspecto de cosa exclusiva y esencial. Sería incorrecto científicamente pero sería como que los patios son endémicos de Córdoba, ¿sabes? Es una cosa muy de aquí, una parte del patrimonio. Y me tiene fascinado el tema de la regulación climática, de la tecnología… Me puse una foto en las redes sociales y alguien se reía: ¿Qué haces con el botijo? Y como decimos en Asturias: Rite, rite que ya llorarás. No te rías que esta tecnología le da mil vueltas a cualquier cosa que se le haya ocurrido al melón de Elon Musk. Dime una cosa que te refrigere el agua sin necesidad de energía, y que no necesite pilas.

P. Y tal y como está la luz ahora…

R. ¡Y tal como está la luz ahora! No, parece una tontería, pero sabes que hay veces que hay soluciones ahí que... a mí me parece tecnología aeroespacial el botijo. Una cosa que cuanto más le pega el sol más enfría el agua y sin energía. Es un milagro. Lo que pasa es que, como con las plantas, ves un simple botijo y se te olvida y no sabes cuál es el concepto. Entonces, si entiendes el concepto, cómo funciona esto, ya caes por el agujero del conejo de Alicia en el País de las Maravillas. Entonces, me hace gracia el concepto de que a lo mejor estamos perdiendo el tiempo con este tío Elon Musk y los coches en el espacio, cuando a lo mejor las señoras de Córdoba con una mano en la cadera (hace el gesto) en su patio, han biorregulado su espacio vital.

P. Flora es una vuelta de tuerca más allá de un patio tradicional, con creadores internacionales… No sé si piensas que puede ser un impulso más.

R. Creo que puede ser un impulso más. Primero, lo veo como un añadido a, es decir, no es que porque tú hagas esto de las flores le quitas el protagonismo a los Patios. Es como que le das un añadido más. Si querías venir a ver los Patios vente ahora que hay además más. También, gente como yo, un español, nunca había visto antes los Patios de Córdoba. Entonces aquí te traes a un japonés, un danés -artistas en Flora- y esa gente seguro que se le quedan los ojos ojipláticos, y van para allá y es como abrir el mundo el tema de traer colaboradores de fuera.

Y el tema de los de aquí, veis todos los patios, con lo cual el tener el Festival es un añadido, una oportunidad para ver otros patios y ver esas nuevas instalaciones. El festival supongo que os da la oportunidad de ver el mismo patio de distinta forma, con la locura de un tipo distinto.

P. Claro, es distinto y es verdad que desde la primera edición han tenido un éxito rotundo. Parece que sí existe ese interés por las plantas, por lo floral, por donde inocular a lo mejor esa importancia que tienen.

R. Efectivamente. El tema es que a mí siempre me dicen:. ¿Por qué no hay interés en España por las plantas o por la horticultura? Y yo digo: Sí lo hay, pero no lo sabemos. Me refiero: si a ti te gustan las plantas y no tienes ningún festival como este, ni existen los centros sociales en los que puedes conocer a otros como digo yo frikis del tema, pues te sientes como un raro y estás aislado en tu burbuja. De repente, sin nadie en los medios de comunicación hablando de las plantas o de la horticultura o la jardinería, no hay un programa de televisión, no hay un referente, todos aquellos que tengan interés, no existen en el imaginario colectivo. Si pones un referente aquí y empiezan a aparecer personajes, empiezas a conocer y ahí es donde de repente lo ves: ¡Ah, si estaba ahí! Es como una pescadilla que se muerde la cola: si no hay el referente personal, ni el referente social, cultural ni mediático, entonces puedes tener perfectamente dos millones de personas que tengan interés en esto y el resto no lo sepa y ellos estén interconectados.

Yo creo que cada día más y más veo que hay interés, Además en España hay una variedad de clima tremenda y somos muy de estar fuera, muy de plantas, muy de patio. En Inglaterra lo han incorporado a su cultura, ser inglés significa tener un jardín. El príncipe Carlos sale en reportajes plantando patatas, le da estatus. ¿Tú ves aquí a alguien plantando patatas que le da estatus? Pues el príncipe Charles es lo que hace, lo hacer cercano a la población, ver que tiene los mismos intereses, que se mancha las manos… Aquí a lo mejor lo veríamos como que, bueno, igual es un jornalero, es un analfabeto, le duele la espalda de trabajar… No vemos cómo alguien puede plantar patatas por una reflexión intelectual. Pues la hay. Y luego si te mueves por el mundo de las patatas te puedes perder en el espacio tiempo.

Los animales huimos de los problemas, las plantas se enfrentan a ellos

P. Decías que no has estado nunca en la Fiesta de los Patios, pero que has conocido ahora algunos. ¿Qué te parece esa unión de flora, urbanismo, convivencia social?

R. Es fascinante. Porque bueno, tú ves las fotos de los Patios y eso es una cosa. Luego vienes aquí y ves el tinglado y entonces lo entiendes de otra forma. Por ejemplo, en Inglaterra, prácticamente todo el mundo, el 90% vivimos en casas, que tienen un jardín pequeño en la entrada antes de llegar a la puerta y detrás tienes otro jardín. Aquí, casi siempre lo tenéis en la entrada. Tú abres la puerta y estás en el patio. Esto lo cambia todo. En Inglaterra, para meter a alguien en el jardín lo tienes que meter dentro de la casa. Sin embargo, aquí es curioso cómo puedes meter a todo hijo de vecino en tu casa sin meterlos en tu casa, solamente por el patio, porque el patio es tu casa pero no es tu espacio vital, y que está a una pequeña barrera, a una puerta abierta, de lo que es lo público. Y a la vez es como el limbo entre lo privado y lo público.

Luego están los personajes. Todos los patios son lo mismo y todos los personajes también, pero luego llegas allí y para nada. Me refiero a que todos los patios tienen paredes, ventanas, macetas, geranios, ruidito de agua, y tienen un perro o un gato. Pero tú, nada más que entras por la puerta, plas, el karma es totalmente distinto en cada uno, la temperatura también, a la misma hora tienen una luz distinta, el personaje tiene unas conversaciones y caracteres distintos… En ese momento siempre me han tenido que sacar agarrándome por el codo: Venga, venga que no llegamos al siguiente… La gente me parece supersocial, superorgullosa de su patio y, para ellos, su patio es un libro y te cuentan sus historias.

P. Y desde la perspectiva de un botánico, ¿cómo se ven los Patios?

R. Desde el punto de vista botánico, hablamos mucho de esto con la gente y cada uno tiene un punto de vista distinto. Te vas por ejemplo a un jardín que es histórico y tiene una planta que no, porque no era de aquí. Y tienes una discusión porque el que puso esta planta aquí hace 200 años la veía como una novedad. Yo esto lo puedo entender. Luego te encuentras con el que es friki de las plantas, que todo lo que pueda encontrar y no haya visto nunca antes, lo colecciona y lo quiere. Luego está el tema de que si ponemos plantas que no sean de aquí, ya no es el patio cordobés. Tuve mucha conversación sobre esto. Y es muy curioso porque un jardín es una cosa viva. Una planta que acaba de llegar es una especie de alienígena pero que, sí tu le das 20 años, es un elemento indispensable. A mí a lo mejor me decían (sobre una planta determinada): esto es de aquí, esto es de Córdoba. No, perdona, esto es de Sudáfrica o esto es de Perú.

P. El pelargonio.

R. (Sonríe) Sí, el pelargonio, los geranios que son pelargonios. Y todo el mundo me corrige. O yo digo, no, esto es de Pakistán: No, esta es la planta de la gamba. Bueno, ese es el nombre común. Sí que muchas de las conversaciones que he tenido con los propietarios de los patios giraban sobre todo esto. Por ejemplo, todo el mundo tiene la Costilla de Adán. Esa planta tiene 200 especies, ¿por qué todos tenéis la misma? No, porque esta es de aquí. Si esta planta es de Sudamérica. En algún momento llegó como una cosa exótica.

Entonces hablábamos de ese tema, de traer nuevas plantas, nuevos colores, sin comprometer el valor tradicional. Y ahí hay, es como restaurar un palacio, hay conflicto. Un jardín está vivo. Es interesante. Todavía no tengo la receta, pero la solución es el jardinero, no el patio. Uno va a ser el receptivo, el que se va a inspirar, unas veces se equivocará, y el día que dé en el clavo, con su estilo, se propagará al resto.

P. ¿Las plantas nos enseñan a vivir mejor?

R. Sí. Como comentaba antes, nosotros los animales no nos enfrentamos a los problemas, huimos de ellos. Si la casa arde, sales por la ventana, si viene el león, corres… Pero las plantas siempre se enfrentan a ellos. Y si están aquí es porque los han solucionado. Han solucionado el fuego, han solucionado el agua, el frío, el exceso de calor, los dientes de la vaca, los bocados de las tortugas, y han encontrado siempre una forma de solucionarlo. Por eso siempre son tan importantes para nosotros. Porque son una fuente de inspiración y porque son diseños y estrategias testadas por 5.000 millones de años.

El botijo a mí me parece tecnología aeroespacial

P. ¿Es compatible la vida del mundo de hoy con la supervivencia de las plantas?

R. Lo que no es compatible es la supervivencia de este mundo sin considerar la vida de las plantas. Es al revés, es que no tenemos opción. Intentar pretender que puedes tener una vida segura y estable en un planeta desequilibrado biológicamente, cuando está equilibrado ecológicamente por la interacción de los elementos que lo componen, es que es de psiquiatra. Y este es el problema, que pensamos que esto es así. Por eso hay veces que hay algo que me choca cuando me dicen que salvo plantas. Bueno, sí, pero realmente me salvo a mí mismo y a todos. Me parece muy fascinante que siempre me preguntan por qué es importante esto y yo digo: ¿Por qué es importante que, por ejemplo, yo no le pegue un puñetazo a la Gioconda?. ¡Qué dices!'. ¿Me vas a comparar la importancia de las pinceladas de un notas hace 300 años con una especie de planta que lleva aquí 70 millones de años? Así que, a veces, me pongo a explicar cosas pero como que no hay horas en el día para acabar la explicación. Hay que reflexionar un poco para intentar ver cómo hacemos el resto de las cosas.

P. ¿Hay que proteger entonces la ciencia Botánica también?

R. Sí, porque también está en peligro de extinción. Porque, por ejemplo, en Inglaterra prácticamente ya no se puede estudiar como carrera. Y cada vez más al final una carrera es una forma de vida que te abre unos ingresos y no existe la creencia popular de que la Botánica te vaya a traer eso. Con lo cual la gente no lo estudia. Y es curioso porque, sin la señora del patio y el señor de la bota y el de la bata -del campo y del laboratorio- este tipo de mensaje no va a llegar. La señora del patio se lo enseña al niño, que crece y quiere ser el señor de la bota y la bata. Es como una especie de ciclo de la vida también y estos están también en peligro de extinción: la señora del patio y el señor de la bota y la bata. ¿No? Están como que cada vez hay menos.

Me reía con una señora de un patio, diciéndole que la veía de influencer. Porque realmente son las influencers, solo que se nos olvidó.

No va haber un centímetro cuadrado del planeta que no va a estar afectado por el calentamiento climático

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