Ángelo Néstore: “La imagen de cuerpos masculinos en la religión podría ser muy gay”
Ángelo Néstore es el flamante premio Hiperión de poesía de 2017. Escribe en castellano pero reza en italiano. Nacido en Lecce -en el tacón de la bota itálica, en 1986- aprendió a hablar español ya con 20 años. Una década después, se ha hecho con uno de los galardones más reconocidos de la poesía nacional con Actos impuros, una obra que sigue a un libro anterior que acaba de publicar la editorial cordobesa Bandaàparte, su primer poemario: Adán o Nada.
En la web de la editorial encontramos que con solo 30 años, Ángelo Néstore es poeta, traductor, actor y profesor. Dirige el Festival Internacional de Poesía de Málaga Irreconciliables, con Violeta Niebla, y la editorial de poesía feminista La Señora Dalloway, junto a Carmen G. de la Cueva y Martín de Arriba. Con dieciocho años se alzó con el galardón a Mejor Interpretación Masculina en el Concurso Nacional de Teatro Vittorio Gassman de Roma.
La entrevista se realiza en la tienda Ostin Macho, durante una de las visitas de Néstore a Córdoba. Afincado en Málaga, ha desarrollado su carrera poética entre ambas ciudades pero es en la provincia de interior donde logró su primer reconocimiento ganando UCOpoética. Allí ha encontrado también una figura referente para él en su particular viaje en la expresión escrita: otro poeta Javier Fernández, “mi hermano mayor, mi luz”, dice el joven escritor.
Con su guía, Néstore ha publicado dos libros en los que se abre en canal para hablar del descubrimiento de la sexualidad y dilapidar con versos los roles de género que considera impuestos. Bebiendo de su formación teatral y destilando décadas de literatura queer en breves poemas, el escritor es capaz de hablar de sí mismo desde fuera, adoptar el papel de un Kafka y volar y molestar como esas moscas de verano que ilustran la portada diseñada por Pedro Peinado.
En la entrevista, como en el libro de Bandaàparte, se va a hablar de esas luchas entre dicotomías de género, el papel de la tradición, el peso de la religión y la importancia de la contradicción. Elementos fundamentales en la aún breve carrera del escritor.
PREGUNTA. ¿Adán o Nada qué es, además de un palíndromo?
RESPUESTA. Adán o Nada es el resumen de lo que ha sido mi apuesta y mis vivencias. Adán porque, de alguna forma, desde pequeño siempre he tenido muy presente la religión en mi vida, y Nada porque es esta otra masculinidad, el cómo yo me sentía ante esa masculinidad impuesta. Ahí está Adán o Nada, que resulta ser un palíndromo.
P. ¿Un palíndromo en sí mismo es como una especie de drama transgénero?
R. Sí, realmente, sí. Creo que es intentar ver las cosas desde otra perspectiva. Entonces, el palíndromo te ayuda a ver lo mismo pero justo al revés. Al fin y al cabo, el palíndromo es una forma de darle la vuelta a las cosas; como coger un nombre, darle la vuelta y elaborar un discurso detrás de él.
P .¿Pensabas en un escenario cuando estabas escribiendo el libro?
R. Sí, pensaba en un escenario porque mi formación ha sido más bien teatral y de alguna forma no quería dejarla atrás. Forma parte de mi apuesta. De hecho, el libro lo escribo casi desde un personaje que interpreté una vez, Kafka. Y sí, quería que eso se viera también en el libro.
La nada simboliza el cómo yo me siento ante la masculinidad impuesta
P. Tenemos a padre, madre, pan, moscas, piscina, enfermedad, yo, electrocardiograma... ¿Qué personajes nos faltan en esta relación?
R. Falta Nada, que, realmente, se convierte en un personaje; es como ese agujero negro en el que uno se encuentra y que, además, puede aplicarse a muchísimas cosas en la vida. Mi agujero negro puede que no sea el tuyo pero, probablemente, compartimos este espacio. Entonces, es justamente la Nada un lugar donde se puede crear; es como el Big Bang a partir del cual se van a crear muchas cosas.
P. ¿En qué idioma sueñas?
R. Buena pregunta. Empecé a soñar en español hace cuatro años y ése ha sido un punto de inflexión porque de repente me ha colocado en otro lugar. Otra cosa parecida a lo de soñar es contar. Cuando empecé a soñar en español también empecé a contar en español. Antes siempre lo hacía en italiano. Lo que no hago en español es rezar porque nunca lo aprendí en ese idioma.
Soy italiano, pero empecé a soñar en español hace cuatro años
P. Todo en tu vida, incluido el título del libro, es un trans algo: transidiomas, transviajes...
R. Totalmente. El hecho por ejemplo del título, Adán o Nada, no se podría hacer en otro idioma. No sabría traducirlo al italiano porque todo nace de un proceso de creación que empieza en español. Si no, no podría llegar a eso porque no es una traducción del italiano. Y es verdad, estoy totalmente de acuerdo contigo. También he estudiado traducción, que tiene que ver con eso. Me he dedicado a la interpretación del teatro que no es sino convertirte en otra persona, estudiarla y volver luego a ti. Entonces, sí que ha estado presente ese tema de lo trans.
P. ¿Y le ves un final o es una forma de vivir?
R. Yo creo que es una forma de vivir; voy a morir en ningún lugar y es muy bonito porque tiene que ver con lo que estudié para mi tesis de doctorado, que es la teoría queer. Esta teoría justamente trabaja en ese espacio trans, entre lo uno y lo otro. Es muy bonito porque, de alguna forma, te da la libertad de abrir los significados y no te encierra en ciertas etiquetas. Eso es lo que realmente me gusta, esta interpretación del género en todos los sentidos. Porque cuando hablo de un drama transgénero hay también un juego de palabras: transgénero, evidentemente en el sentido sexual por toda la carga que tiene en el libro, y también transgénero porque es una obra teatral pero, a la vez, son piezas poéticas. Todo eso tiene que ver con esa apertura mental a lo trans. ¿Por qué etiquetar una cosa? Algo puede ser cualquier cosa.
P. Está claro que el libro es de una intensidad brutal. No engaña en el subtítulo, es un drama.
R. Yo aviso.
P. Sí, pero -tal vez sea una maldad por mi parte- al mismo tiempo, tiene guiños que, para alguien como yo que tiene el sentido del humor un poco negro, son muy divertidos. En el poema Electrocardiograma hablas de la muerte, pero no pude evitar verlo con humor. Lo vi divertido.
R. Es que lo es. A mí me cuesta mucho trabajar con el humor y con el humor negro. Creo que es mucho más difícil hacer que la gente se ría a lograr que la gente llore. Y mas, jugando con un humor inteligente. Han sido como intentos, pero sí que valoro el humor como herramienta de crítica social y política. Es fundamental.
P. ¿Crees que es un momento complicado para hacer humor?
R. Sí. Vivimos en una sociedad políticamente correcta.
P. Tendemos a ofendernos bastante.
R. Efectivamente. Y eso, a mí, un poco ya me cansa. Me cansa lo políticamente correcto y la gente que no se ríe de sí misma. Yo me río mucho de mí y me parece muy divertida esa libertad. Y ahí también está lo trans realmente; no tomarse demasiado en serio a pesar de tener unas ideas políticas, una ideología o una lucha. Pero también me ha acarreado algunos problemas porque cuando hablas y te metes en terrenos peliagudos como los feminismos o la teoría queer, te enfrentas a personas que no tienen mucho sentido del humor. Y es allí cuando caes en ese dilema: “Quizás no debería...”. Pero yo creo que sí se debe. Los feminismos, sin sentido del humor, no tienen la misma fuerza que podrían tener con sentido del humor. Y, desgraciadamente, reconozco que últimamente no lo veo mucho. Nos tomamos demasiado en serio en todos los campos.
¿Por qué etiquetar una cosa? Algo puede ser cualquier cosa
P. ¿Tanto dentro de lo queer o del feminismo como fuera?
P. Sí, sí. ¿El problema sabes cuál es? Vivimos en una época en la que Internet te da toda libertad del mundo de decir lo que te salga del alma y llegar a todas las personas que te puedan ver. Sin embargo, ahora ya empezamos a censurar Internet. La libertad que antes se podía tener en la Red ya no se tiene. Si estás twitteando algo que no es políticamente correcto puedes ir a la cárcel. Salvando algunos casos que los comprendo y estoy de acuerdo... ¿Pero hasta qué punto algo es censurable o no? No me gusta hacia donde vamos. Todo se está convierto casi en un hospital, todo muy estéril y muy políticamente correcto y me da miedo que la lucha feminista, desde un punto mainstream y un discurso formativo, se agote en lo políticamente correcto. Justo ahora cuando se está empezando a hablar de estos temas es cuando realmente tenemos que llegar más. Y me da miedo que se piense que ya se ha hecho todo; que hablando del feminismo ya está solucionado el problema; y no es así.
P. Antes de comenzar esta entrevista has pedido para beber “esa mariconada de cerveza con limón”. Si lo dice o escribe otra persona -y que encima sea heterosexual- le puede caer una lluvia de críticas enorme.
R. Yo estoy justo en contra de eso. Mira, hay una autora de cómic estadounidense con la que he trabajado para mi tesis, se llama Alison Bechdel -y tiene un humor negro también- que se define como bollera. Y lo dice en sus novelas gráficas. Cuando tú empleas estos términos, los vacías de su sentido negativo, y si alguien de fuera te llama maricón y tú mismo te defines como maricón, ya lo has vaciado de su contenido. Me gustaría que personas que no forman parte de este colectivo los empezaran a utilizar de manera muy natural si sé que no me estás ofendido... ¿Maricón? Sí, y qué. Me parece interesante.
P. ¿Con algunos de los poemas te lo has pensado dos veces antes de escribirlos?
R. No.
P. ¿No te has censurado?
R. No. He borrado muchísimo, como cualquier persona. Pero es algo que veo a veces y no me gusta mucho. Últimamente, la poesía, por lo que veo, tiene tendencia a cuidar de uno mismo. Veo que muchos libros no los han pulido. Es como: “Lo suelto”. Y está bien por un lado pero, por otro, se pierde un poco de vista al público lector. Yo siempre, quizás por mi gen como actor, he tenido en cuenta el hecho de que tú también, en este momento, me estás dedicando tu tiempo. Entonces, tú como lector has pagado y estás invirtiendo tu tiempo en eso. Por mi parte, si yo quiero que mi libro sea público, tengo que tener en cuenta al lector, pero no censurándome. A mí no me gusta el postureo poético y hay mucho postureo poético últimamente.
Existe una idea de masculinidad y de feminidad arquetípica y machista
Mi apuesta es escribir desde la verdad y sólo de lo que realmente sé que puedo hablar porque creo en eso. ¿Pero censurarse? Nada. No sería verdadero. En el libro, yo no hablo verdaderamente de mi padre; es un padre metafórico. Adán, como te decía antes, representa esta masculinidad impuesta, arquetípica que yo desde pequeño he mamado. En mi ciudad, con diez años, en una pequeña ciudad de Italia, siempre estuve muy aislado y cerrado. Con todo lo que conlleva estar así. En ese ambiente se sigue perpetrando una idea de masculinidad y de feminidad muy arquetípica y muy machista. Encima, de pequeño era monaguillo y yo accedía a eso. Realmente, la religión ha estado muy presente en mi entorno, como en toda Italia. Qué te voy a decir, allí está el Papa. Cómo no va estar presente. Y hoy en día también lo está. Hoy vas a una librería como ésta [la entrevista se realizó en la librería Ostin Macho], tan guay y moderna, y aún ves un crucifijo. O en lugares públicos como en colegios no religiosos. Ahora, me he desacostumbrado a todo eso.
P. Aquí en Andalucía la religión está muy presente pero hay quienes, desde fuera, vemos cómo de manera popular se vive con un punto politeísta romano de lo más divertido y pagano. Con todo ese panteón de vírgenes, cristos y el extenso calendario de romerías.
R. Totalmente. Pero en Italia se vive más al pie de la letra. El Papa está muy presente. Es algo muy raro para mí. Antes, yo veía al Papa todos los días en el telediario, por eso es normal que cale tanto; por eso es normal que en el centro de salud haya un crucifijo, o un Padre Pío en las escuelas. La figura de Adán representa toda esta masculinidad y yo he intentado darle la vuelta en el libro. Ahí me di cuenta de que yo era nada y es donde yo me encuentro: porque la nada es un espacio que no está en ningún lado pero que, al mismo tiempo, te abre a todo. Es un caos. Y me gusta y me siento muy cómodo en eso. Al principio no, evidentemente. He tenido que madurarlo. Pero sí, he decidido que me siento muy cómodo. Creo que es un lugar muy privilegiado; trabajar desde lo queer te coloca en un lugar. Y eso, a mí, a nivel personal, me está ayudando mucho. Si yo contrapongo Adán a Nada, vuelvo a los binomios: masculino-femenino, heterosexual-homosexual, y no. Mi idea era romper con toda esa dicotomía.
P. Citas a Adán como una figura de la masculinidad clásica, pero el término, en según qué ámbitos, se vincular a lo homosexual.
R. ¿Qué te voy a decir? Hasta Jesús. La imagen de los cuerpos masculinos en la religión podría ser muy gay. El mismo Jesús es muy guapo. Realmente no tendría estas facciones, está occidentalizado. Ahí ves también la ficción de la religión y de lo masculino y de lo femenino. Yo creo que es necesario utilizar el mismo lenguaje. Defiendo mucho que se trabaje desde lo mainstrem; que lo queer no puede trabajar desde fuera, sino desde dentro.
Mi apuesta es escribir desde la verdad
P. Llevamos un rato hablando y no hemos definido qué es lo queer.
R. Reivindico que se utilice esta palabra porque está bien que empiece a sonar más. La teoría queer nace en los años ochenta en Estados Unidos. Teresa de Lauretis, que es una teórica de origen italiano pero que se fue a Estados Unidos, introdujo la palabra queer. El término ya existía como un insulto que se empleaba para menospreciar a los homosexuales. Un poco, como maricón. ¿Qué hizo ella ? Pues cogió la palabra, se apropió de ella y construyó una teoría en la que la vacía de su sentido negativo. La palabra, de repente, se convierte en nuestra bandera. Y es maravilloso. Yo soy muy friki pero se me pone el vello de punta (risas). Es maravilloso que eso haya pasado. La teoría queer lo que dice es que los géneros están culturalmente determinados. Es decir, el término masculino, femenino, lo heterosexual, lo homosexual, están culturalmente definidos y no son algo biológico o natural. Lo que hace Teresa de Lauretis es ser consciente de eso, investigar cómo la cultura crea los géneros y destruirlo.. De esta menudencia se construye todo un género en virtud del cual desaparecen conceptos como las mujeres tienen que o los hombres tienen que. La teoría queer no habla de dicotomías, sino de cómo las interpretamos.
P. Dice que estamos siempre actuando en función de unos parámetros predeterminados que se nos da por nacer hombre o mujer.
R. El género es una interpretación, sí. Y en eso tiene mucho que ver La máscara de Pirandello [dramaturgo italiano]. Volvemos al teatro.
P. ¿Y cómo llega hasta ese punto un monaguillo italiano?
R. Desde siempre, desde pequeño, me gustaban las niñas, cómo no me iban a gustar con seis años. Aunque sabía que me gustaban los niños. Pero tenía que hacer como que me gustaban las niñas. Al fin y al cabo, te están construyendo tu personalidad y tus padres, de una forma natural, construyen como han construido la suya. Y de forma paralela, también todos estamos bombardeados por la televisión, el instituto, la Iglesia, la ciencia... Claro que me iban a gustar las niñas de pequeño pero de repente, empecé a cuestionarlo y a decir: “¿Por qué tengo que ser así?”. De una manera muy inocente empecé a hacerme preguntas y desde muy pequeño empecé a cuestionarme cosas sobre la diversidad.
El lenguaje es político
También era hijo único, vivía muy aislado, no tenía muchos amigos. Así que empecé a tener amigos imaginarios. Un día yo era un niño, y otro día yo era una niña; un día era yo y otro una maestra. Jugaba mucho. Y cuando llegó el teatro, igual. Empecé a reflexionar y entonces apareció Virginia Wolf que fue un hallazgo muy importante. Mi madre nunca la leyó y quizás, si lo hubiese hecho, tendría otra actitud porque está muy anclada en esa feminidad tóxica y machista de una forma, también, muy inocente. Creo que el lenguaje es clave también en todo esto. El lenguaje es político.
P. El lenguaje es político y tú has decidido escribir en un lenguaje que no es tu idioma materno. ¿Cómo ha sido ese proceso?
R. Es difícil pero, a la vez, es muy fácil porque es natural.
P. ¿Aprendiste español... con 20 años?
R. Sí, sí, muy tarde. Me fui a Bolonia y estudié Traducción e Interpretación durante dos años. Y con 20 años empecé a estudiar español. En Italia hice teatro y dije: “Me voy a Málaga de Erasmus”. Y luego decidí quedarme y retomar el teatro pero entonces me di cuenta de que no sabía hablar español, sólo lo chapurreaba. Pero como siempre me ha gustado el teatro experimental y el de investigación, que tiene un trabajo intelectual y de documentación distinto, empecé a usar mucho más el idioma.
Desde muy pequeño empecé a cuestionarme cosas sobre la diversidad
Todo eso me ha ayudado a que yo, de una manera muy natural, me haya convertido en esta persona que ahora no es ni española ni italiana. Esta nada es maravillosa: yo puedo ser italiano o español dependiendo del día o de la persona. Y eso te abre la mente. Me acerqué a la escritura porque en italiano escribía relatos en mi diario pero poesía, nunca. Pero en español, me acerqué a la escritura a través de la traducción al italiano de libros de Maria Eloy García, una poeta malagueña con una trayectoria muy larga. Yo antes no había leído nada de español. Cervantes, sí, pero ya está.
P. ¿Entonces te iniciaste en la lectura en castellano con la poesía?
R. No, más bien con los libros que me mandaban en la Universidad. El primer libro que leí fue Como agua para chocolate. Es un libro muy sencillo y lo empecé a leer. Luego he seguido con ensayos y he llegado a la poesía a través María Eloy García. Fue mi primer libro traducido. Ella vino a Italia y ahora es una de mis mejores. Ha sido como algo mágico. Me había metido tanto en su papel durante el proceso de traducción que, cuando volví a mi yo, algo había cambiado en mí. Me di cuenta de que muchas cosas que tenía en la cabeza las podía plasmar con palabras. Si leo mis primeros poemas, eran como copias baratas y muy malas de María Eloy García. Tenía como que deshacerme de ella y sacar lo que en mí había de poesía.
P. ¿No habías tenido antes la pulsión de escribir poesía en italiano?
R. Para nada. Es muy curioso. Lo importante es siempre estar alerta y ser consciente de ello, de todo ese abanico que tenemos. La religión, la ciencia y la política intentan encasillarnos en cosas: izquierda-derecha, hombre-mujer, enfermo-sano... Y son pilares importantes que forman parte de tu yo pero creo que es muy importante romper para tener una visión más amplia. Y, sobre todo, respetar y reírse mucho de uno mismo. Humor. Si no te ríes de ti mismo, ¿cómo puedes tener una visión amplia?
P. Volvamos a la poesía y a ese momento en el que consigues exorcizar a María Eloy García. ¿Cómo empieza Adán o Nada? ¿Es una obra que en tu cabeza estaba medio pensada?
R. No porque nunca me había planteado lo de la poesía. Hice un experimento con Adán o Nada. Al ser una obra transgénero del género también teatral, ¿qué pasa si yo escribo desde un personaje? Nunca me había acercado a la poesía y quizá, por ello, no tenía muchos prejuicios. Vamos a jugar. Como vengo del teatro, he intentado escribir desde el personaje de Kafka, por eso está tan presente la mosca en todo el libro. Y en libros suyos como Carta al padre, realmente sí que me veo identificado. No tiene nada que ver la homosexualidad porque Kafka no lo era, pero él se enfrenta a esa masculinidad y a ese poder patriarcal del padre que, de alguna forma, tiene que ver con lo mío. Y también, evidemente, su idea de sentirse una cucaracha [presente en su libro La metamorfosis] tiene mucho que ver con esa lucha contra la norma hegémonica, que no es sólo la sexualidad. Es también el trabajo, el Estado, la burocracia... Lo he llevado a mi terreno y en mi caso era una mosca. Pensé en un insecto que me gustará (risas). Es muy raro, lo sé. Y también porque quería que ese insecto molestara. Quería aportar mi punto de vista y creo que mi obra puede molestar a ciertos ámbitos. Y la mosca molesta. Molesta mucho, sobre todo en verano.
P. ¿Por qué la idea de molestar? ¿Agitar, tal vez?
R. Agitar, sí. Me gusta ser un agitador cultural porque cuando agitas algo, de repente se expande y lanzas cosas que van hacia un lado u otro. Yo lo lanzo y ya alguien lo recogerá o no. Y que ese alguien lo vuelva a lanzar. Así se va expandiendo. Por eso la nada es tan maravillosa, porque es infinita.
P. Dices agitador cultural. Haces de todo: diriges el Festival Internacional de Poesía de Málaga Irreconciliables, tienes la editorial feminista La señora Dalloway, con 18 años ganaste el galardón a la mejor interpretación...
R. Justamente con el personaje de Kafka. En la obra se han mezclado mi personaje. Por eso es una mezcla no sólo nivel de guion, sino mi yo como poeta con el poeta personaje. Es como si el personaje fuera un poeta también. Ése ha sido mi proceso creativo, que para mí es lo más natural del mundo.
P. Es como las muñecas rusas.
R. Totalmente. Estoy yo y está el personaje. La obra, sin mi personaje de Kafka, no sería igual. Hago muchas cosas muy distintas, sí.
P. En tu periplo trans lo que sea, tienes también ese viaje continuo que mantienes entre Málaga y Córdoba.
R. Córdoba para mí es fundamental.
Creo que mi obra puede molestar a ciertos ámbitos
P. Pero Málaga, para Córdoba, es como un reflejo extraño. Creo que Córdoba siempre tenía el tópico mental del cordobés de Córdoba poesía, Córdoba cultura o Córdoba patrimonio. Pero de repente, esos “horteras de la playa” nos adelantaron hace años ya. Hay un mar de fondo muy potente en Málaga.
R. Yo me muevo en el circuito underground y es muy potente y lo underground llega al centro, a la misma calle Larios. Esto tiene mucho que ver con lo trans, con eso de abrir. ¿Por qué lo underground no puede estar en la calle Larios? ¿Pero se convierte en mainstrem? No, porque sigue siendo libre.
P. ¿Y Córdoba?
R. Aquí está Javi Fernández que es mi gran hermano, pero no en el sentido de Telecinco. Le tengo mucho cariño. Yo perdí a mi padre con 11 años y para mí, Javier Fernández y Ana son familia. Me emociono mucho cuando hablo de ellos.
P. ¿Cuál es la diferencia entre los circuitos culturales entre Córdoba y Málaga?
R. Por lo que he visto, en Córdoba hay muchísimo potencial y creo que tiene que ver con todo el pasado. Pero quizás esté más anclado en eso y en lo institucional pero quedan retales maravillosos. Por ejemplo, Bandaàparte o La Bella Varsovia. Y Málaga creo que al no tener ese pasado, al trabajar desde el turismo de suecos y alemanes, se lo ha tenido que inventar. Y ha sido luego cuando ha llegado la institución. Tiene esta frescura de tener que partir desde cero y Córdoba, tal vez, se ha relajado. Sin embargo, cuando llego aquí... Para mí, Málaga es hogar y Córdoba, familia. Noto como si todo el mundo te cuidara mucho. Me siento muy protegido en Córdoba. Todo el mundo dice que no es normal. ¿Cordosieso? Al revés. No sé si es porque yo vengo de fuera o tengo una percepción desde fuera, pero yo estoy muy cómodo en Córdoba. Es la única ciudad en la que no tengo que utilizar Google Maps. Eso, para mí, tiene mucho que ver el afecto. Estoy como en casa y no necesito aparatos que me digan a dónde tengo que ir porque sé llegar a los sitios.
P. Todo comenzó con UCOpoética.
R. UCOpoética ha sido un antes y un después. Me presenté de refilón. Había una opción de audiopoemas y me daba pereza enviarlo. Fue una tarde que estaba tumbado en la cama de mi habitación y leyendo el poema. Y eso me cambió la vida. Fíjate la tontería. Porque me hizo conocer a Carlos, a Estefanía, Carmen -mi compañera de UCOpoética-, Verónica Moreno, Fernando, Ana Ramos y Javier Fernández. Para mí, es un maestro. Cada uno tenemos una persona y para mí es Javier Fernández.
P. UCOpoética fue en 2015 y dos años después has ganado el Hiperión de Poesía.
R. (Risas) Cuando me llamaron, el 21 de marzo -el Día Mundial de la Poesía- fue también el día en el que los chicos de Bandaàparte me mandaron la cubierta de mi libro. Es que el libro no estaba acabado. Me he presentado a muy pocos premios porque digo: “¿Para qué te presentas si no vas a ganar?”. Mentira. Puede pasar porque, si me ha pasado a mí, le puede pasar a cualquiera, te lo puedo asegurar. Fue un día increíble porque también me llamaron desde la Universidad de Málaga para ser profesor sustituto interino, que no sé lo que voy a durar pero, jolines, para mí era como un sueño. El 21 de marzo empecé como profesor sustituto interino en la Universidad de Málaga para Traducción e Interpretación de inglés. Y luego me llaman diciendo que he ganado. ¡Todo en la misma mañana! Fue Jesús Munarri, el editor de Hiperión, y creí que era una broma y me cabreé. Me pareció todo tan surrealista... Entonces, me puse muy chulito y le dije: “Mándame un correo electrónico para demostrarme que es verdad”. Me envió el correo y no me lo podía creer. Me ha hecho volver a creer en los concursos.
Me gusta ser un agitador cultural
P. Y mientras, Adán o Nada casi no se publica..
R. Adán o Nada lo escribo en 2015 y no iba a salir; se iba a quedar en la nada. Pero los chicos de Bandaàparte le han dado su lugar. Lo había presentado a varios concursos y nunca había ganado. Y dije: “Bueno, ya está, ha tenido su momento y ya”. Yo creo mucho en la edición como apuesta política y para mí es muy importante la actitud y el catálogo. Para mí, un libro no se agota en el libro en sí, sino una experiencia. Y lo que estoy viendo con Bandaàparte es lo mejor que le puede pasar a un autor, teniendo en cuenta toda la experiencia de gente que ha publicado en grandes y pequeñas editoriales. Bandaàparte son unos máquinas y te hacen vivir la experiencia. Estoy súper contento. Adán o Nada es la visión desde la adolescencia; hay mucha rabia en esa obra y la lucha de esa Nada contra esa masculinidad.
P. ¿Actos impuros es una continuación?
R. Actos impuros es el yo de los 30 años, no es el yo adolescente. Aquí, lo queer sí está y mi yo es el poeta y la poeta. Hablo también desde mi yo femenino. Deseo cosas de mujeres. Soy una poeta en algunos poemas. ¿Por qué pude ser Kafka y no puedo ser una mujer? Yo me defino, en ese sentido, transgénero. Ir un poco más allá del género. Actos impuros, también, tiene un lenguaje mucho más depurado porque para luchar o vincular un mensaje político o ideológico no hace falta gritar. Actos impuros nace después de UCOpoética y gracias a un trabajo que he hecho junto a Javier Fernández. Es mi maestro. Él ha sido fundamental para ayudarme y para decir lo que yo quería decir con una voz que es mía pero que él me ha ayudado a encontrar. Le dedico este premio. Es mi maestro y mi luz. Por eso Córdoba es mi familia.
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