Las nubes no empañan el Viernes de Dolores en Capuchinos

El gris del cielo contrastaba con la blancura de los muros. Córdoba amaneció con nubes y amenaza de lluvia. De hecho, chispeó ligeramente en algunos momentos durante las primeras horas del día. Aun así, fueron muchos quienes se acercaron a la emblemática plaza de Capuchinos. La inestabilidad meteorológica no empañó el Viernes de Dolores en el histórico escenario, donde la principal cita, como marca la tradición, la tenían los fieles y cofrades en la iglesia hospital de San Jacinto.

Porque éste era el día para venerar a Nuestra Señora de los Dolores. En realidad, su hermandad celebró desde el anterior viernes el septenario en honor a la imagen obra de Juan Prieto. Según lo establecido, en esta ocasión tuvo lugar su Fiesta de Regla, que estuvo oficiada por el obispo de Córdoba, Demetrio Fernández. Fue una ocasión especial, pues significó la última con el prelado en Capuchinos debido al cambio en la Cátedra ordenado por el papa.

Lo cierto es que desde horas antes, y así seguirá durante el día, numerosas personas se aproximaron a San Jacinto para visitar a la ‘Señora de Córdoba’. De esta forma, se repitió la habitual imagen de continuo ir y venir de devotos. Por supuesto, no faltaron las autoridades civiles en el templo junto al Cristo de los Desagravios y Misericordia, o de los Faroles como es conocido. También hubo una gran afluencia en la vecina iglesia conventual del Santo Ángel.

No en vano, en el templo capuchino se expuso en besamanos a María Santísima de la Paz y Esperanza. También se convirtió en tradición de unos años a esta parte el culto en honor a la Virgen tallada por Juan Martínez Cerrillo. Por tanto, el Viernes de Dolores se desarrolló con normalidad más allá de la falta de certezas que ofrecía el cielo. Sobre todo, de cara a la Semana Santa que ya está a las puertas. Y a un Sábado de Pasión que, de nuevo, volverá a ser intenso en la capital.