Jona abrió la lata
No valió para ganar, y probablemente a muchos no les sirva como remedio ante el insuficiente papel mostrado por el Córdoba en su segundo choque en casa, el que ha supuesto su segunda derrota, pero una de las pocas notas positivas que puede extraerse llega de la mano de Jona Mejía. El delantero hondureño, la referencia en ataque del conjunto blanquiverde para la presente temporada, aterrizó en Córdoba con el objetivo de reencontrarse con la positividad en el fútbol, tras varias temporadas seguidas viendo el paisaje del viaje desde el último vagón del tren. El buen hacer en pretemporada por parte de la dupla ofensiva (Mejía y Sergi Guardiola) elegida por Carrión despertó la ilusión entre los aficionados. Pese a que los rivales no eran comparables con los que se iban a encontrar en la competición oficial, la lluvia de goles por parte de los arietes hacía pensar en un devenir confortable. No obstante, el inició de liga frenó la sangría. Un total de cinco goles acumula hasta la fecha el Córdoba tras tres jornadas disputadas. Sin embargo, la delantera no había conseguido ver puerta hasta el choque frente al Zaragoza.
Edu Ramos, Markovic, Javi Galán y Jovanovic habían sido los goleadores hasta la fecha. Todos jugadores de banda o centrocampistas, pero ni rastro de los puntas. Y al fin, Jona Mejía abrió la lata. El ariete acertó a marcar un tanto que dibujó momentáneamente una sonrisa en el rostro de la afición. Peleó y actuó con coraje en casi todas las acciones en ataque de su equipo, pero hasta ahí llegó el acierto.
Su gol no sirvió para sumar tres puntos, pero estrenarse lo antes posible con una nueva camiseta es un requisito indispensable para cualquier delantero. Sobre todo, por dos razones principales: quitarse presión a sí mismo, y silenciar en cierta medida los murmullos en la grada, los cuales pueden prolongarse hasta que los tantos confirmen victorias. Su carácter luchador puede resultar decisivo para una temporada que no se presente fácil, dada la zona con la que debería codearse el conjunto blanquiverde. Primer gol, y final amargo. El hondureño acabó aplaudiendo el empuje de su afición, y pidiendo disculpas por la parte que le toca. Por su parte, ellos continuarán arrimando el hombro y la voz para que los tantos se sigan sucediendo. Y si puede ser, con mejores desenlaces.
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