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Una hora de Iniesta en El Arcángel

Iniesta, en el centro de la piña, celebrando uno de los goles del Barça en El Arcángel el 2 de mayo de 2015.

Paco Merino

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Unos cuantos miles de cordobesistas pueden contar que vieron jugar en vivo y en directo a Andrés Iniesta, ese héroe discreto que está coleccionando homenajes en los últimos días por su anunciada decisión de poner fin a su etapa en el FC Barcelona y en la Liga española. Solo fue una vez. Y resultó impactante: tal día como hoy, un 2 de mayo de 2015, el Córdoba comparecía en El Arcángel para abordar un duelo desigual ante el conjunto culé. Los azulgranas no visitaban en un partido de Liga el estadio de la ribera del Guadalquivir desde 1972, cuando fueron derrotados por un gol de Fermín que le dio el título al Real Madrid. Esta vez lo hacían a velocidad de crucero, con el campeonato enfilado y con ganas de sangre ante un adversario que estaba perpetrando una trayectoria infame. Solo le faltaba el último empujón para caer a un descenso cantado. Y el Barcelona se lo dio bien fuerte.

A la directiva de entonces, la de los González, le pareció una buena idea cobrar un suplemento a los socios y poner unos precios top en las taquillas para pegarle un buen bocado económico a un curso que deportivamente fue un absoluto fracaso. Eso hizo que no se llegara al lleno. Ni siquiera se rozó. Hubo unos 14.000 espectadores, bastantes menos de los que, por ejemplo, se congregaron hace unos días un viernes por la noche para ver a los blanquiverdes ante el Sevilla Atlético. Por unos cuantos euritos, claro. Pero, como en tantas otras ocasiones, no es cuestión de dinero sino de dignidad estética. Los más fieles tuvieron que pagar por ver cómo su equipo se iba a pique. Y se fue a lo grande: 0-8. Encajó la mayor goleada de toda su historia para poner fin a su efímero paso por la élite.

Jugó Andrés Iniesta aquel día de mayo. Nunca antes se había enfrentado al Córdoba en ninguna categoría. No estuvo en aquel recordado emparejamiento de la Copa en 2012 -la Copa mola, ¿se acuerdan?- ni tampoco asistió con los juveniles blaugranas al recordado Trofeo Ciudad de los Califas de fútbol juvenil. El genio manchego estuvo el campo 60 minutos. Cuando Luis Enrique le sustituyó por Xavi Hernández, todo El Arcángel se levantó para tributarle una ovación formidable al hombre que protagonizó la acción más importante del fútbol español en toda su historia: el gol que sirvió para la conquista del Mundial 2010 en el Soccer City de Johannesburgo ante Holanda. Sesenta minutos exactos. Una horita de juego en Córdoba dentro de una carrera profesional de casi tres lustros.

Iniesta siguió su camino y el Córdoba el suyo. De aquel 2 de mayo queda un récord horrible para sellar un descenso a Segunda División, categoría en la que ahora bracean los blanquiverdes para salvar el cuello. De aquel día ya no queda nadie: ni en el palco, ni en los despachos principales, ni en los que salieron a disputar -es un decir- un partido que no terminó peor porque en el código no escrito de los futbolistas todavía queda un lugar para el respeto y la compasión. Fueron ocho como pudieron ser más. Tres de Luis Suárez, dos de Messi y uno de Rakitic, Piqué y Neymar. Hace hoy exactamente tres años de aquel episodio en el que los cordobesistas solo sacaron las manos para aplaudir la salida de Iniesta.

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