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Feliz vuelta al hogar: la noche de Javi Flores

Javi Flores, en su regreso a El Arcángel | MADERO CUBERO

Rafael Ávalos

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No marcó. Tampoco brilló como solía hacer en sus primeros días. Pero él fue sin duda, por mucho que algunos miraran al rival, el protagonista de la noche. No en vano, tenía al fin oportunidad de cumplir su gran anhelo. El 10 de agosto de 2019 fue el día en que Javi Flores regresó a El Arcángel con la camiseta del Córdoba. El canterano consumó su retorno al conjunto blanquiverde con motivo del partido de presentación del equipo de Enrique Martín. El de Fátima añadió a ese hito la circunstancia de lucir el brazalete de capitán en un encuentro en que tuvo como entrenador y como homólogo sobre el verde a dos viejos conocidos. Porque la puesta de largo oficiosa del cuadro califal ante su afición tuvo lugar ante un Rayo Vallecano que entrena Paco Jémez y que cuenta bajo palos con Alberto García, además de con Andrés Martín y Piovaccari.

Especial fue la cita para más de uno en esta ocasión. A El Arcángel volvían en apenas poco más de dos meses después Andrés Martín y Piovaccari, dos de los hombres más destacados en el Córdoba del descenso a Segunda B. Los dos recibieron el agasajo de su antigua afición a la llegada de su nuevo equipo a El Arcángel y en el interior del estadio en momentos puntuales -cuando fueron nombrados por megafonía y al tomar camino del banquillo al ser sustituidos. El suyo no era el único regreso al estadio en el que un día tuvieron destacada presencia, también se dio el citado de Paco Jémez. El canario con corazón cordobés estaba acompañado de Juan Luna Eslava, otro que pisaba de nuevo el coliseo ribereño. Ambos, en el cuerpo técnico, tienen como líder de su vestuario a Alberto García. El catalán también recibió el cariño del cordobesismo.

Pero si había una vuelta realmente significativa a El Arcángel era de aquel chico que con 19 años comenzó con el equipo de su infancia en Segunda B. De esa categoría le rescató junto con otros como Pierini, Guzmán o Javi Moreno con 21 y de esa categoría quiere sacarlo de nuevo ya en su madurez. Javi Flores pisaba otra vez su estadio, con el Córdoba y no con un rival de turno -sólo se enfrentó al cuadro califal con el Elche la pasada campaña-. También regresaba José Antonio González, llamado a ser pieza importante en el conjunto de Enrique Martín. El pontano, cedido por el Granada, sólo vivió un año de exilio a diferencia de los más de ocho de su ahora compañero. Porque el de Fátima dijo adiós -en lo que no sabía aún desearía fuera un hasta luego- el 29 de mayo de 2011.

Fue entonces, en plena Feria de Nuestra Señora de la Salud, cuando Javi Flores jugó su último encuentro con el Córdoba en El Arcángel. El rival fue la Unión Deportiva Las Palmas y el resultado un 2-0 que ratificó una permanencia que sólo temían perder los más agoreros. Entonces compartía vestuario con Fernández, con el que vuelve a estar tras su fichaje este verano, y con Alberto García. El canterano y el catalán fueron los inesperados protagonistas de una imagen para el recuerdo. Ambos fueron los elegidos para posar con el trío arbitral antes de que el conjunto blanquiverde y el Rayo midieran su progresión a orillas del Guadalquivir. Los dos ejercían de capitanes, un detalle que quizá pasó desapercibido para los escasos aficionados que se dieron cita en torno a un encuentro que también disputó un tal Bebé -rescoldo del triste caminar en Primera-.

La duda antes del choque era cuál sería el recibimiento de la afición al chaval que un día fue duramente criticado. El anuncio de su incorporación invitó a pensar en una feliz reconciliación, pero nunca se sabe. El nombre de Javi Flores sonó el último, antes del de Enrique Martín, en la enumeración del once desde megafonía. Los menos de 5.000 seguidores presentes ovacionaron. El reencuentro arrancó bien, tal y como acabó en el 76 cuando el canterano abandonó el campo para ser sustituido. En ese momento un potente aplauso retumbó en El Arcángel. Quizá era la forma de agradecer que el Mago de Fátima cambiara su seguridad en Segunda A por el verde con tinte marrón de la B, como en su día Pepín dejó Primera por Tercera.

El de Fátima volvió con la satisfacción de obtener el afecto de su afición, que lo fue siempre para él a pesar de todo, el día en que retornaba al hogar. También es verdad que se ganó a pulso esa respuesta con su liderazgo en el campo y una voluntad que en realidad no le corresponde. Lo suyo es agarrar la pelota y mover a la imaginación, pero sabe que está de regreso para hacer lo que sea necesario. Corrió, pugnó, robó, repartió juego e intentó el gol. Incluso fue seguido de cerca por el árbitro, que le señaló más de una y de dos faltas -alguna de forma discutible-.

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