Carlos Caballero se coloca en el centro del escenario
El mediocentro madrileño asume un rol determinante con sus últimos goles y su presencia básica en el ataque del Córdoba
Ha jugado todos los partidos posibles (11) y ya es el máximo goleador del equipo. Su doblete en Murcia coloca su marca realizadora en cuatro, superando los tres firmados por Xisco Jiménez. Puede que no sean cifras deslumbrantes, pero su trascendencia en el Córdoba es vital. Los dos tantos del madrileño en La Condomina doblan toda la cosecha en las cinco salidas anteriores, saldadas con un único gol marcado. Fue en Riazor y sirvió para romper un maleficio histórico en el recinto coruñés. Aquel 0-1 lo rubricó José María López Silva, quien comparte con Caballero una curiosa historia. Ambos llegaron de la mano al club, atravesaron momentos delicados y en la actualidad son piezas maestras en los esquemas de Pablo Villa.
A mediados de junio de 2011, tres futbolistas entraban en El Arcángel casi de manera clandestina. Eran Caballero, López Silva y Astrain. Los dos primeros, procedentes de un destrozado Cádiz; el tercero, del filial del Osasuna. Luna Eslava estaba en el despacho, Paco Jémez iba a ocupar el banquillo y en el despacho presidencial se estrenaba Carlos González. Los primeros fichajes del proyecto no eran precisamente estrellas mediáticas. Tampoco el club se preocupó demasiado por difundir la contratación. Enviaron una foto de producción propia a los medios adjuntando una nota con las clásicas declaraciones tópicas. En la imagen había tres jóvenes en camiseta y bermudas uniendo las manos. Nadie podía sospechar entonces que los dos ex cadistas, que habían construido su carrera en Segunda B, iban a erigirse en líderes del Córdoba más poderoso de las últimas décadas. El tercero del cartel, Astrain, nunca llegó al primer equipo. Una grave lesión le cortó las alas y ahora milita en el Cartagena, tras haber pasado por el Écija.
Caballero, que disfruta del contrato de más larga duración en la actual plantilla -su vínculo llega hasta 2018-, consiguió por primera vez en su carrera profesional dos goles en un mismo partido. Lo hizo este domingo en Murcia y su aportación sirvió al Córdoba para sacar un empate (2-2) y homologar su condición de candidato al ascenso. No es el de Alcorcón, que este mes cumplió 29 años, un goleador consumado. Lo suyo es cumplir el papel de facilitador. De hecho, en 20 partidos en Segunda con el Cádiz no hizo ninguno. Como blanquiverde ha sido autor de siete dianas en 81 partidos disputados. Dos en Copa del Rey (ante Espanyol y Deportivo) y cinco en Liga: ninguno en su primera temporada, uno en la segunda (en el 3-5 ante la Ponferradina) y cuatro en la presente. Anotó ante el Numancia (3-1), el Sabadell (1-0) y dos en Murcia (2-2).
Caballero ha asumido el lanzamiento de los penaltis, una faceta en la que el Córdoba tenía ciertos problemas. Xisco, el tirador habitual, falló un par (Jaén y Las Palmas) y al equipo, que no es un manantial de goles, le costó caro. Villa se planteó dar un giro a la cuestión y Caballero dio el paso adelante. El mediocentro ha ejecutado dos con rendimiento máximo: el 1-0 ante el Sabadell y el del primer empate en Murcia. Que sea el mejor realizador del equipo es seguramente un episodio circunstancial, aunque al Córdoba le ha venido de perlas. Villa reclamaba mayor contribución goleadora más allá de los delanteros y su petición ya ha obtenido respuesta. En tiempos de austeridad, triunfan los que aportan un plus sobre su servicio habitual. Por eso Caballero está ahora en el centro del escenario como actor principal.
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