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24 de septiembre de 2024 20:27 h

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Determinación, sacrificio y una pasión inagotable por el atletismo. Estas son las ideas clave de cualquier deportista de élite, pero aún más si cabe en las pruebas combinadas, una disciplina tan exigente como diversa. En la historia de la atleta protagonista de este ATENEAS, que ha dedicado su vida al heptatlón, el objetivo ha sido siempre superarse a sí misma, aunque las circunstancias no siempre han jugado a su favor. Desde niña, esta valenciana de nacimiento, pero cordobesa de adopción decidió seguir los pasos de su hermana mayor en el atletismo, impulsada por la competitividad y el deseo de ser la mejor. Una pasión que le ha dado muchas alegrías, pero también duros momentos de sacrificio y lesiones.

Fani Fortes (Valencia, 1987), después de pasar por el Centro de Alto Rendimiento de Sant Cugat, se convirtió en una de las mejores especialistas de España. Con once títulos nacionales en su haber, Fortes ha demostrado una gran resiliencia ante las adversidades, como las lesiones que frenaron su sueño olímpico o la falta de apoyo económico en su carrera. Ahora, a sus 37 años, se mantiene ligada al atletismo, mientras combina su faceta deportiva con su trabajo como educadora social, sin dejar de lado nuevos retos en el lanzamiento de peso y con la mirada puesta en aumentar su familia.

PREGUNTA. ¿Qué ha pasado estos últimos años? Has tenido un terremoto en tu vida con tu hijo Jacobo.

RESPUESTA. Pues como has visto, mi hijo tiene ahora 13 meses. He tenido que hacer un proceso ya que me he tenido que hormonar. Mi mujer es la que ha tenido el hijo, con mi óvulo, y ha sido un proceso de dos años atrás. Por eso he estado un poquito más apartada de la pista de atletismo.

P. Para quien no te conozca, ¿quién es Fani Fortes?

R. Uf, Fani Fortes... es una niña muy inquieta -ríe-. Que decidió irse de Córdoba a un Centro de Alto Rendimiento, en Barcelona. Ha estado allí muchísimos años, 17 de años, separada de su familia a pesar de ser una persona muy familiar. Ya veis lo que me puede llegar a costar, pero la pasión por el deporte me llevó allí.

P. ¿Cómo surge esa pasión?

R. Tengo una hermana mayor, que ya hacía atletismo. Yo, como era mi ejemplo a seguir siempre, y todo lo que hacía ella lo tenía que hacer yo, pues allá que me lancé. ¿Ella hacía atletismo? Pues yo también. ¿Ella ganaba campeonatos? Pues yo también. Yo siempre quería ser mejor que mi hermana, y parece que, al menos, en ese aspecto deportivo, lo he conseguido -ríe-.

P. Practicas pruebas combinadas, o heptatlón. Multitud de disciplinas en una. Si te tuvieses que quedar con una, ¿con cuál sería?

R. Me costaría elegir alguna. Sí que es verdad que me he especializado durante varios años en alguna prueba de vallas. La jabalina también me gusta mucho, pero tuve una lesión muy grande en una prueba de 60 metros valla en pista cubierta que me ha perjudicado, sobre todo en los lanzamientos de jabalina, ya que tengo menos rotación de hombro y me duele bastante al hacer el lanzamiento. Pero, si pudiera elegir, valla, jabalina, doscientos metros... todas -ríe-.

P. De hecho, en vallas has logrado también bastantes medallas de oro. Muestra la polivalencia de un deporte como este, ¿no?

R. Un entrenamiento de valla también se enfoca en tener buen multisalto, en tener buena fuerza. Como en las pruebas combinadas haces eso, y tienes que tener mucha fuerza en las piernas, pues es muy compatible con las pruebas combinadas. No es solo eso. También se nota en los saltos de altura y de longitud, o en que tienes que tener mucha fuerza porque también haces pesas para poder lanzar con potencia el peso o la jabalina.

P. ¿Cómo es entrenamiento de una disciplina tan amplia?

R. Normalmente tocábamos dos técnicas con algo de fuerza, velocidad o resistencia. Podía ser vallas con salto de altura, y algo de fuerza; o preparar velocidad y salto de longitud, con lanzamiento de peso, por ejemplo. Teníamos que hacer malabares. Eran cuatro horas de entrenamientos diarios en el Centro de Alto Rendimiento.

P. Un poco difícil para poder compaginarlo con la vida social.

R. Pues sí. Yo la verdad es que no he sido una deportista de tener mucha vida social, fuera de lo que es el mundillo del deporte. Luego, dentro del Centro de Alto Rendimiento, sí que hacíamos muchísima vida social porque cuando los deportistas descansábamos, eso era como una casa o un hotel. Allí te juntabas con gente de otros deportes y lo pasabas bien. Pero salir, lo que es salir de fiesta y demás, nada. Estudiaba, entrenaba y poco más. Era un poco difícil todo.

P. ¿Qué fue lo que te enamoró del deporte?

R. Yo he sido muy futbolista y futbolera, lo que pasa es que tengo un padre al que no le gusta mucho el fútbol. De hecho, me dijo que hiciera el deporte que quisiera menos fútbol, y mira que me ha llevado a partidos. En estos dos últimos años, sí que he estado jugando en una liguilla de fútbol sala, por quitarme esa espina, ya que a mí me ha gustado siempre mucho el fútbol. Pero al final me he dado cuenta de que no es lo que verdaderamente me llena. Lo que me llena es competir, mejorarme a mí misma, y colocarme a mí misma como rival. Mejorar mis marcas. Como he sido siempre tan nerviosa, por eso me gustaba hacer tantas pruebas.

P. Por abarcarlo todo, ¿no?

R. Sí, sí. De hecho, cuando tenía seis o siete años, que estaba yendo a mis primeras competiciones cuando vivía en Valencia, traíamos como papelillos para apuntarnos en todas las pruebas, y yo siempre llevaba un taco de papelillos y le decía a mi madre que quería hacer todas esas pruebas, aunque mi madre me paraba los pies y me decía que no podía, que solo eran tres como máximo. Yo quería hacer cinco o más.

P. ¿Recuerdas esos primeros pasos con ilusión?

R. Con mucha ilusión. Deseando que no lloviera, que no pasara nada para poder ir a entrenar. Cuando llovía, para mí era un suplicio, ya que no podía ir a entrenar ese día.

P. 18 años, rumbo al CAR de Sant Cugat del Vallés. ¿Cómo recuerdas ese cambio, ese salto?

R. Sí, fue con 17 o 18 años. Fue fácil, no fue tan difícil, y mira que también pasaba de estar en la ESO al Bachillerato, y allí además está el catalán, aunque yo tengo la suerte de que soy nacida en Valencia y sé valenciano. Me costó un poco esa asignatura, y todos los estudios de allí porque eran muy diferentes. Eso sí, a nivel deportivo muy bien, me adapté muy bien. Siempre que he hecho cambios no he notado que mi rendimiento haya bajado, no he tenido que darme un tiempo de adaptación. Al revés, he seguido siempre en mi línea.

P. ¿Cómo fue tu etapa allí? Fueron muchos años.

R. Allí, las instalaciones son una pasada. El Centro de Alto Rendimiento no tiene nada que ver con una pista de ciudad, con una pista que no arreglan desde hace muchos años, o con un gimnasio que no está adaptado a lo que realmente necesita un deportista de alto rendimiento. Me quedo de allí con las instalaciones, con ver a gente que he admirado toda mi vida entrenando al lado mía y viendo que son personas humildes, que yo pensaba que eran como superhéroes. Luego, comes codo a codo con esas personas, hablas todos los días con ellos, y es una pasada.

P. Once veces campeona de España. Se dice pronto pero, ¿recuerdas la primera vez?

R. Uf, la primera vez... Mira, la primera vez fue en pista cubierta en Zaragoza, y recuerdo que me rajé un gemelo saltando longitud. Pero, lo peor de esa competición fue que tenía que correr un 'seiscientos' -600 metros lisos-, y no sé por qué pensaba que eran dos vueltas. Yo, en la segunda vuelta pegué un sprint de muerte, y cuando sonó la campana me di cuenta de que me faltaba aún una vuelta más. No podía, iba como a cámara lenta, y tuve ahí una novatada en mi primera competición. De cambiar de una pista de 400 metros, que era lo que entrenaba aquí en Córdoba, pasaba a una de 200, que era la que había allí en Zaragoza, por lo que tenía que dar una vuelta más.

P. Ese momento con la medalla, ¿cómo se sintió?

R. Estaba mi familia, mi hermana... Lo recuerdo muy bien. Recuerdo hasta el olor, porque el olor de la pista de Zaragoza es muy peculiar, ya que huele a piscina, porque está al lado y huele como a cloro. Lo recuerdo muy bien.

P. De un recuerdo tan bonito, pasamos a uno más amargo. 2013, te coronas de nuevo como Campeona de España, y la Federación te retira la beca.

R. Tengo ahí dos espinitas. 2013, y 2016, que tenía ahí los Juegos Olímpicos de Río que también me dieron así la noticia de que no me renovaban la beca ya que no era 'objetivo olímpico', cuando estaba en las marcas que pedían. Lo recuerdo bastante mal. Estás en una ciudad a 700 u 800 kilómetros de casa. Tienes que empezar a trabajar para poder pagar un piso. No sabes si te van a dejar seguir entrando con el entrenador que tenías porque era de la Federación. Son mil cosas. La verdad es que se me hizo bastante cuesta arriba, pero bueno, como en todo, seguimos, seguí compitiendo y seguí trayendo medallas.

P. ¿Qué explicación te dieron?

R. Me dijeron que no era objetivo ya de campeonatos importantes, porque ya venía gente detrás... tampoco me dieron una explicación muy de allá.

P. Y seguiste consiguiendo medallas.

R. Sí, sí. Es que ese año justo quedé campeona de España. Vine de una lesión muy grave en el escafoides del pie, estuve casi todo el año parada, pero llegué al Campeonato de España, que era el objetivo, y lo gané. Se ve que la decisión de que me había quedado sin beca la tomaron antes de este Campeonato. Entonces, me quedé yo con mi medalla de oro, y sin beca.

P. ¿Te planteaste en algún momento si merecía la pena todo el esfuerzo?

R. Me lo he planteado muchas veces. Muchísimas. En muchas competiciones, cuando sabes que estás entrenando muy bien para conseguir esos objetivos que te establece la Federación ese año como atleta de alto rendimiento, ya que te exigen mucho. Te exigen que estés en ciertos campeonatos, que hagas marca todos los años. Yo tenía ahí unos objetivos, y cuando ves que no salen porque son tantas pruebas, por el clima o por mil cosas más... Pasa la vida y no consigues esos objetivos. A lo mejor de joven te salían más naturales, pero cuando ya empiezas a ser más mayor, cuesta un poquito más. Y frustra. Frustra porque no llegas a lo que esperas, aunque físicamente estés bien.

P. ¿Cómo siguió tu trayectoria desde ese momento?

R. Tuve que buscar piso, estuve viviendo cerca de Sant Cugat, ya que ese es un pueblo de mucha riqueza. Estuve en el pueblo de al lado y tenía que estar moviéndome para entrenar allí. Tuve que empezar a entrenar a chiquillos para sacarme un extra, mientras seguía estudiando también. Fue un hándicap, la verdad, pero aún así seguía teniendo resultados. Estaba cansada, siempre. No era lo mismo porque allí en el CAR entrenaba y descansaba, pero esto era ya otro ritmo de vida. No paraba.

P. Muchísimas medallas, campeonatos, títulos... Si te tuvieses que quedar con un momento de todos ellos, ¿cuál sería?

R. Mira, más que medalla, me quedaría con la Universiada, en China. Eso es lo más parecido que he vivido yo a unos Juegos Olímpicos, porque los chinos lo organizan todo muy bien, y lo viví de una manera espectacular. En un estadio lleno de personas, que aunque no fue mi mejor resultado ya que quedé decimotercera de la Universiada, que tampoco está tan mal, pero me impactó muchísimo. Ese, y también la Universiada de Rio de Janeiro, que fue justo en 2016, antes de los Juegos Olímpicos, y era como una preparación para esas olimpiadas.

P. ¿Y si tuvieses que olvidar algo? ¿Esa época de la Covid-19, quizás? ¿Esa etapa tan dura que has comentado antes?

R. No, no. Mira, eso al final, ya con la edad que tengo voy viendo cómo se repite la historia con otras atletas, toda la vida. A lo mejor a esa Fani joven le hubiese advertido de lo que le iba a pasar, pero también le hubiese dicho que si le gusta, que siguiese luchando y no se rindiera. Lo peor, sin duda, han sido las lesiones. He tenido muchas lesiones, y eso me ha impedido llegar a aquello que siempre he soñado, que era ser olímpica.

P. Ese es tu sueño frustrado, ¿verdad?

R. La verdad es que sí. En Río era mi año. Pero ya está. En Castellón, en el Campeonato de España, que era donde podía conseguir la mínima, hubo problemas en la primera prueba de vallas, y la pista era nueva y era muy blanda. Venía de hacer 13:60 en valla, me 'casqué' allí más de 14:00, y eso eran más de cien puntos menos, que me quitaba ya el pase para ir a Río de Janeiro. Conseguí la medalla de oro, pero con esa espina de quedarme sin Olimpiadas. Ahí sí que me planteé el decirme: ¿Merece la pena tanto esfuerzo, estar tan lejos de la familia, para esto? Pero bueno, al final, a día de hoy sigo entrenando para mantenerme, y porque lo necesito. Si no entreno, me cambia el carácter, no me encuentro bien, así que sigo entrenando y ahora estoy haciendo lanzamiento de peso con el club, el Unicaja, y poco más.

P. Al menos ahora estás un poco más cerca de casa y de la familia.

R. Sí, ahora mejor. Mucho mejor. Estoy en Andalucía, en la tierra de mis padres que es Granada. Estoy trabajando como educadora social en un centro de menores, y la verdad es que muy bien. La vida me va muy bien ahora mismo.

P. ¿Qué planes de futuro tienes para estos próximos cinco, diez años?

R. Pues aumentar la familia, eso lo primero. Queremos darle un hermanito o hermanita a Jacobo. Y progresar en mi trabajo.

P. ¿Y en el plano deportivo?

R. Este año estoy entrenando peso, y he contactado con un entrenador especializado en peso porque, como soy tan competitiva como he dicho, no me conformo con solo competir, tengo que ir a ganar. Entonces, mínimo, intentar ser campeona de Andalucía, absoluta, no veterana, e intentar estar entre las mejores de España a nivel de club.

P. ¿Algún mensaje que quieras mandar, que se te haya quedado en el tintero a lo largo de tu carrera?

R. Pues que deberían de habernos dado más ayudas. El Patronato, Córdoba en sí, las instituciones, cuando ganas medallas siempre te dan la palmadita en la espalda, pero nunca he visto nada de dinero de Córdoba. Solo de la Federación, y porque lo he conseguido por resultados, ya que esos resultados te daban acceso a la beca. Muchas veces he pedido ayuda, una de ellas fue en 2013 cuando me quedé sin beca y pedí un soporte, una ayuda para poder vivir, y me dijeron que no, que es que los aspersores del campo de fútbol de El Arcángel eran muy caros. Esa fue la respuesta. Y la otra fue después de la COVID-19, que pedí que me prestaran una cinta o algo para poder entrenar en casa, y tampoco tuve respuesta. Solo respondieron unos vecinos, que me prestaron unas pesas y se lo agradeceré siempre.

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