Vuelve el trasiego a la casa de los Romero de Torres
La Diputación presenta la primera de las remodelaciones de fondo realizadas en el inmueble, el antiguo lavadero, donde se exponen piezas del siglo X
En 1991 murió María Romero de Torres Pellicer. Ella era la última de los hijos de Julio Romero de Torres, el pintor Cordobés. Con ella fallecía la última habitante de una de las casas con una historia reciente más intensa de Córdoba. La casa que la familia había habitado ininterrumpidamente desde 1862. Pero durante 24 años la preciosa vivienda con uno de los patios más hermosos de la ciudad había permanecido cerrada y prácticamente inutilizada experto para algunas actividades del contiguo Museo de Bellas Artes. Hasta que el año pasado la Diputación permitió el acceso al patio, que es de su propiedad. En 2015, el organismo provincial vuelve a permitir el acceso y presenta la primera de las remodelaciones de fondo realizadas en el inmueble, el antiguo lavadero.
En ese pabellón del ala este se expone una selección arqueológica de la magnífica colección que a familia Romero de Torres fue recogiendo desde que el padre del pintor, Rafael Romero Barros, primer conservador del Museo de Bellas Artes, se instaló en aquella casa.
Ocho piezas de arte califal del siglo X, incluyendo una sección de viga de la Mezquita de Córdoba se exponen estos días allí.
Tras la Fiesta de los Patios, la Diputación de Córdoba continuará con la recuperación completa del pabellón, en sus dos plantas, para albergar con carácter definitivo la colección Romero de Torres, una intervención en la que se invertirán 80.000 euros. De este modo, el traslado de la colección permitirá liberar el estudio del pintor y rehabilitarlo tal y como se encontraba en los años 30, con el mobiliario y los objetos conservados, de manera que pueda visitarse el año que viene en la Fiesta de los Patios. Esta segunda actuación rondará los 50.000 euros.
El estudio sirvió hasta hace poco como almacén de piezas íberas, romanas, visigodas y árabes de la familia, entre las que destaca un león prerromano de exquisita factura. El jardín casi romántico, en el que la familia fue colocando las piezas arqueológicas producto de sus propias excavaciones o de donaciones de amigos. Todavía hoy dan la bienvenida, bajo los naranjos centenarios, varias estatuas y columnas romanas. En las paredes se dibujan las huellas de las estelas latinas que las decoraron durante décadas. A la izquierda se ubicaba el estudio de Julio y su hermano Enrique.
La conservación de la jardinería ha sido realizada por el Centro Agropecuario de la Diputación, dirigido por Antonio Jiménez, y por el Real Jardín Botánico de Córdoba, con su técnico Alfonso Jiménez Ramírez. Además, de la pared del patio y del pabellón cuelgan fotos cedidas por la Agencia EFE de Julio Romero de Torres.
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