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ToteKing: “Hay que trabajar con lo que uno es y con lo que tiene delante”

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Cristian López

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Vivimos en una sociedad cargada de prejuicios. Juzgar se ha convertido en un ejercicio común. Igual que encasillar. Poner etiquetas. Aspectos que no hacen más que incentivar el odio, que a fuego lento se va acumulando en cada uno de nosotros. Precisamente ante eso se enfrentó hace algo más de dos años el rapero Manuel González, más conocido como ToteKing (Sevilla, 1978), cuando decidió embarcarse en la siempre compleja aventura de escribir un libro. Fue a raíz de un cúmulo de circunstancias y tras afrontar el que posiblemente haya sido el momento más duro de su vida, como fue la pérdida prematura de su padre a causa de una enfermedad. Desde entonces, y auspiciado por el consejo que le dio Enrique Vila-Matas, autor del prólogo y al que considera su gran ídolo literario, cuando se aisló del mundo (adelantándose a lo que años después ocurriría) para escribir desde las mismas entrañas. Un absoluto reto de honestidad, línea en la que ha tratado de mantenerse durante toda su vida.

Así es como nace Búnker, memorias de encierro, rimas y tiburones blancos (Blackie Books, 2020), y que ya en su misma portada ofrece una cita de presentación que aventura la cruda realidad que el lector se va a encontrar entre sus páginas, afirmando que “viajar a tus recuerdos es buscar pelea”. Ahí es nada. Y ante eso se ha medido ToteKing, que lleva años asumiendo su papel de MC (sin pretenderlo) como un outsider de la principal escena nacional, pese a que él mismo forma parte del grupo de precursores. Más de 20 años de carrera en el rap, universitario y un auténtico devorador de libros. Su pasión está entre página y página. Entre cita y cita. En el legado que dejó en él su padre y del que aprovecha cualquier momento para mostrar su orgullo. El mismo que expresa su rostro cada vez que su familia se convierte en el foco de la conversación. Tote, o Manuel González, es quien es por lo que le han enseñado los suyos. Nada impostado. Honestidad pura.

PREGUNTA. Ya has contado que el libro ha sido un proceso de curación. De hecho, el primer capítulo (la introducción) se titula Odio. Una vez realizada esta expiación, primero a nivel personal con la escritura, ahora a nivel global con la publicación. ¿En qué momento te encuentras?

RESPUESTA. Ahora bien. A nivel personal muy bien, porque siento que he honrado mucho a mi padre y digamos que he hecho justicia a todo lo que él ha hecho conmigo. Todo lo que él me ha dado y todo el cariño que él puso en mí. Eso es una cosa que me quedo tranquilo, se lo debía yo a él. Me da la penilla de lo que comentábamos antes en la charla (se refiere a la presentación del libro durante el Festival de Cosmopoética) de que él no lo hubiera podido leer y todo el rollo, pero me encuentro bien, porque después de todo, la vida sigue y uno tiene que seguir para adelante. Eso es ley de vida. 

Y luego, con respecto al libro en sí, no he vuelto a él, tampoco lo abro. Es una cosa que me pasa con mis discos y tal, que tampoco me pongo a repasar lo que ya he hecho, sino que estoy pensando siempre, mirando hacia delante e intentando hacer cosas nuevas y tal. Pero sí que es verdad que el poso que el libro me deja es bueno, o sea, me da la sensación de que por lo menos no he mentido, sabes. 

P. Hay dos figuras fundamentales, no solo en la consecución de este libro, sino en tu propia pasión por la literatura. Y son dos figuras paternas, se puede decir. Una biológica, y la otra literaria.

R. Que es don Enrique. 

P. Eso es. 

R. Sí, tío, totalmente. Cuando alguien bueno, alguien que tiene talento para contagiarte, te contagia, eso es inolvidable. Realmente es un talento contagiar a la gente, tío, y Enrique es un increíble escritor y un brutal contagiador. Y eso no abunda. Eso no es fácil de encontrar. Enrique es una pasada. Una auténtica pasada. 

Yo he tenido mucha suerte en ese sentido, porque mi padre me detonó ese placer por la lectura, pero después me topé en medio de mi vida con un tío tan valiente como Enrique, que se dice pronto, pero lleva toda su puta vida dedicado a investigar en la literatura, a ver por qué escribe, a ver qué escribe, a ver qué es lo que hay ahí. Es un auténtico arqueólogo. 

(Piensa) 

Es una pasada, tío, y cuando alguien así, como Enrique, que tiene esa fuerza, te toca y te contagia, porque hay peña que no le dice nada pero a los que nos dice algo, es como buah, no tiene fin. Es como si tuvieras una guía ahí, como si tuvieras…(vuelve a reflexionar). Yo siempre hago como una gymkana de lo que él va dejando, del rastro que va dejando, y hay que tener, fíjate lo que te digo, hay que tener como cierto estilo para seguir el rastro de gente que te lo deja. Yo me he topado con peña que ha leído a Enrique, o que ha leído a otros escritores metaliterarios, que tienen referencias, y hay que tener hasta cierto gusto para saber cómo guiarte entre esos miles de autores que nombra. Hay todo un estilo ahí, tío. A mí me mola. Yo soy un fiel de Enrique y llevo muchos años leyendo lo que, saltando entre los escritores que él menciona. 

P. Debido a esa pasión que sientes por su escritura, te costó ese primer contacto con él. 

R. Sí tío, claro (risas). 

P. Cuentas que puede que incluso iniciarte en el libro te costara menos que…

R. En el mail que le mandé. Sí, tío, claro, claro, no sabía en qué tono o cómo escribirle a un tipo así. Y después me di cuenta de que todo en la vida es mucho más sencillo, sabes. Cuando ya lo conocía en persona ya flipé, más aún, porque me  parecía…(piensa)…que podría haberle escrito el mail que le escribiría a un amigo mío. Sin ningún tipo de protocolo, porque el tipo está por encima de cualquier protocolo y de esa gilipollez. Es un tío que sabe de qué está hecho el mundo. Vamos, menos mal que yo le escribí de una manera que, dentro de lo que cabe, educada pero no pasándome, porque el tipo era…como si le mandas un email a un amigo tuyo. Un tío genial, un tío genial.

P. Y ese primer contacto está en el libro. 

R. Claro, claro, porque él lo metió en el prólogo. 

P. Búnker, no sé si más de un modo consciente o inconsciente, pero surge, a mi parecer, de un gran ejercicio pedagógico, que se fundamenta en dos consejos. Como hemos dicho, es tu padre el que te anima a leer, y por otro el que te dio Vila-Matas. Al final, el génesis del libro puede resumirse en lee mucho y sé honesto.

R. Qué guay lo que dices. Sí, es verdad. Es importantísimo eso que dices, porque la honestidad no es fácil. Todos mentimos. Y yo me he dado cuenta escribiendo este primer libro, siendo un novato, de lo tentador que es mentir para adornar. Y creo que realmente el valor de los que saben, y de los que saben leer entre líneas, es cuando te das cuentas que una persona no te está mintiendo. O por lo menos cuando está trabajando un texto, como decía alguien, no recuerdo qué cita leía por ahí. Siendo lo suficientemente inteligente como para que, aunque sea mentira, yo me crea que es verdad. Eso con respecto a la honestidad, y con respecto a lo que mi padre hizo conmigo…sí, bueno, pedagógico. Pero si es verdad una cosa, que la literatura no te va a llevar a ser mejor persona, ni a nada, eso es un cliché súper superado. No te va a ayudar a nada, leer más o leer menos, pero sí que es verdad que a los que nos gusta esto, al final se convierte prácticamente en tu vida, tío (risas). Se convierte en tu vida. 

P. Hemos hablado ya de dos pilares fundamentales en el libro. Otro de ellos es tu pareja.

R. Sí, tío. Yo llevo 12 años con ella y tengo una relación que es una bendición, tío, es una persona que entiende…es que es un muy difícil referirte a esto, porque hay muchos caminos trillados para hablar de este tema, pero sí que es verdad que entiende que es un camino juntos, y no un camino de obstáculos, ni de trampas entre nosotros. Ni de reproches. Entiende que esto es un camino que hacemos juntos, y cuando uno entiende eso, que parece a priori fácil pero es muy difícil de llevar a la práctica…(suspira)…el mundo que se te abre por delante es una puta maravilla. Y te da lugar a esto, a que seas capaz de aislarte, como yo me he aislado durante un año y pico, casi dos años, para escribir esto. Donde no existía para nadie. Para nadie, vamos. No es que estuviera todo el día, obviamente, también estaba dando bolos y también estaba viviendo, pero sí que es verdad que tenía al lado una persona que entiende que yo iba a desaparecer, o tú entiendes que ella va a desaparecer cuando trabaja, porque ella tiene un trabajo que también la hace viajar y tener que desaparecer durante un tiempo. Eso es una bendición. Llegar a un punto común bueno con eso, eso es una bendición. Y mi pareja es una bendición. 

P. Y si la literatura te viene por el lado paterno, la pasión por la música, si no me equivoco, te llega por el lado materno.

R. Sí, tío, efectivamente. Mi madre, que tenía una colección de vinilos espectacular. Gracias a mi madre descubrí todo lo que había que descubrir. Yo soy del 78 y descubrí tarde, en los 80…mis 80 fueron, es vez de escuchar la música de los 80, que es en la que más taras tengo y de la que más vacíos tengo. He escuchado Prince, he escuchado algo de Michael Jackson, pero la música de los 80 se me perdió un poco, salvo algunas cosas de Metal y de Heavy. Pero yo en los 80 estaba escuchando todos los 60 y 70, que era la música de mis padres. Entonces, yo soy del 78, pues del 78 al 88, o al 90, esos diez años de vida, yo ahí estaba continuamente escuchando los Beatles, los Rolling, Traffic, Deep Purple. Escuchando rock setentero, Led Zeppelin, Jimi Hendrix, Eric Clapton. Toda esa música, tío. Yo que sé, Blue Cheer. Encima mi madre era de las que investigaba, y no se quedaba en los cuatro…mi madre tenía su vinilo de los Rolling, su vinilo de los Beatles, pero de repente te sorprendía y te sacaba un vinilo de los Godfathers, o te sacaba un vinilos de los Smiths. Tío, yo tuve una suerte tremenda. Una suerte tremenda. Es muy importante que un niño, yo no sé lo que es porque no soy papá, pero es muy importante que un niño tenga a su lado estímulos intelectuales. Es importantísimo, tío. No te aseguran nada, pero como mínimo te asegura que esa persona va a ser inquieta y curiosa, sabes. 

P. Al final, tu trayectoria es un perfecto homenaje a tu familia, que es muy importante para ti. 

R. Para mí es importantísimo. Sobre todo, porque, además, antes tenía poco, pero ya no tengo ninguno, ningún miedo a que se sepa que mi familia era encantada, cariñosa, buena. Ojo, mi familia en la puta vida ha sido una familia pija. Yo vengo de dos padres, mi padre, que falleció, y mi madre, los dos eran médicos. Currelas absolutos, autodidactas de la Seguridad Social. Con el salario mínimo, trabajando en pueblos. Trabajadores en una casa pequeña de escasos metros cuadrados, o sea, cualquiera que venga a la plaza del Pelicano y vea el barrio en el que hemos crecido mi hermano y yo, verá un sitio de gente humilde realmente. Pero con ese poquito que tenían sembraron en nosotros un auténtico amor por la familia. Yo estoy orgulloso de los padres y de la familia que he tenido. Absolutamente orgulloso hasta el final, y aunque, por ejemplo, en el rap, como pasa ahora, la moda sea el rollo de “no, mis padres, yo vengo de la calle y no conozco a mi viejo, mi madre desapareció y no se qué”, que después la mitad son mentira, yo nunca voy a dejar, hasta que me muera, de reivindicar la figura de mi papá y mi mamá, que me curtieron en las artes, tío. Y que me enseñaron a disfrutar de la vida, en definitiva, que es disfrutar de estas cosas (golpea el libro).

P. Dentro de la escena del rap, lo que comentas, has sido atípico. Rapero muy lector, universitario, no sé si era o es muy común eso en esta industria. 

R. Bueno, yo me he encontrado compañeros que lo son. He hablado mucho de literatura con Lechowski, he hablado mucho con el Lone, un raper de Zaragoza. No sé si sabes quien es, pero el Lone es muy lector y un tío con un gusto literario increíble. Sharif es un tío que lee mucho. O sea, hay peña. Lo que pasa que es difícil sacar pecho en un mundo donde lo que calza es sacar pecho de la calle, de yo lo he tenido chungo, sabes. Bueno, yo que sé. Son situaciones. Yo no engaño a nadie. Yo, desde luego, desde chico me propuse una cosa, que descubrí rápido, y era: al que imposta, se le cata. Rápido. Al que va de calle sin serlo, se le cata rápido. Entonces, a mí me sale mucho más a cuenta, aunque yo haya estado con gente de la calle, con traficantes como todo el mundo ha estado, porque todo el que se ha criado en un barrio obrero lo ha visto todo. Yo he visto gente esnifar con doce, y he visto a gente vender cocaína y he visto vender porros, y amigos míos. O sea, yo vengo de esos ambientes, pero yo no imposto esos ambientes, porque si los impostara se notaría. Yo no imposto nada, tío, yo no tengo miedo a decir que soy una persona absolutamente normal. 

P. Volvemos a lo de antes. La honestidad. 

R. Claro, es que es mucho mejor, porque qué es peor. Tú imagina que yo fuera de rapero malo, qué tontería, si es que se va a notar a la media hora. Sabes, a parte, aunque lo lograra y aunque engañara a la gente, no estaría contento. Sería todo una gran mentira. No, no, hay que trabajar con lo que uno tiene, tío. Hay que trabajar con lo que uno es y con lo que uno tiene delante.

P. Incluso tu propio estilo también es peculiar dentro de la escena. No eres mucho de estribillos, muy directo. Ya no se lleva eso del rap crudo.

R. (Risas) Sí, es verdad que lo hablábamos con Broncano, sí. 

P. Es así. De hecho, en una de tus canciones, que creo que también es importante para este libro. En Sota, Caballo y Yo dices algo así como “tu público son fans los míos son reos”. O sea que, los que te siguen a ti…

R. Me siguen a muerte. Sí, tío, sí. Porque a ver, yo he hecho ese ejercicio de honestidad toda mi vida, como antes, no sé si has estado en la charla pero…

P. Sí. 

R. Incluso asumiendo que soy un tío contradictorio, y que he dicho jamás haré esto y lo he hecho. Jamás leeré esto y lo he leído, y jamás haré un tema con tal persona y lo he hecho. O sea que, asumiendo que uno tiene contradicciones, claroscuros y momentos grises, raros. La gente, aún así, la gente que me sigue sabe que es verdad. Y eso a mí me enorgullece y me hace sentir bien, tío. Yo no estoy comiendo, ni estoy pagando la cuenta, ni el gas, ni la luz, a base de engañar a nadie. Y eso me hace sentir bien.  

P. Y en el libro has ido por el mismo camino, que nadie espere batallitas de músico.

R. No, no. Yo, de hecho, las partes del libro que a mí menos me gustan, son las que tratan eso. Sin embargo, salieron porque, dentro de ese ejercicio vital, tenían que salir. Gran parte de mi vida es eso. Pero, como te he dicho antes, yo quería que la gente viera, bueno, tampoco lo he hecho así, pero se nota que es así, que mi vida tiene un trabajo muy en paralelo a la música. Está la música y en paralelo hay otro Tote, que está en su casa leyendo, o en los viajes de camino a un concierto leyendo o en un avión. No tengo mi abrigo, pero si te lo enseño te saco tres libros, dos que me han regalado y el Kindle que me he traído leyendo, o sea que, va por otro lado. Curiosamente yo escribo también letras de rap, y eso me ha servido para escribir esto. Pero va por otro lado. 

P. Es más duro afrontar el folio el blanco en el rap o el de la literatura.

R. (Señala el libro) Mucho más. Te en cuenta que el beat, la instrumental, te mete en un patrón que tienes que seguir. Si te sales, estás rapeando fuera del ritmo y queda feo, es cacofónico. Si tú quieres rapear, o cantar rock, o cualquier género musical, todo va encorsetado en un patrón musical. Sin embargo, cuando estás delante de esto (vuelve a señalar el libro), estás libre. Quién dice que un capítulo puede durar cinco o setenta páginas. Quién dice que el libro tiene que estar separado en partes. Quién dice que el libro pare aquí (abre por una página que separa un capítulo de otro), por qué para el libro aquí y no sigue entero las 300 páginas. Hay tantísimas opciones de expresión, tantos matices, y para un tío obsesivo como yo, buah, esto es una ida de olla. Menos mañ que está la editorial. 

P. Que ha hecho un trabajo importante. 

R. Que flipas. Si tú ves el borrador de 600 páginas y ves esto. El trabajo de Blackie Books es para quitarse el sombrero, vamos. 

P. Ordenando un poco tu cabeza (risas). 

R. Caótica y enferma (risas). 

P. Tenemos que tocar, aunque sea un poco por compartir gustos también, la otra afición que se te conoce. La pasión por el baloncesto, que también te viene por tu padre.

R. Sí, mi padre era entrenador de un equipo de basket, y yo jugaba allí. Él me enseñó todo. Él me llevó desde minibasket. Desde minibasket ya estaba ahí pico y pala conmigo. Y lo peor es que, es una de las cosas en las más me siento que no he dado la talla con él. Porque así como él me estimuló intelectualmente y consiguió que yo fuera un devorador de libros, él que era un súper jugador. Mi padre fue el mejor jugador de Sevilla, tenía alguna Copa y una medalla en casa. Lo quiso fichar el Madrid y mi abuelo lo obligó a quedarse en Sevilla. Le tiró la caña el Madrid y el Granada, y se quedó en Sevilla porque mi abuelo lo obligó a acabar medicina. El rollo ese de tienes que acabar…

Mi padre era famoso. Cuando yo era un crío ya había leyendas de “tu padre es Pepito, buah tío”. Tenía un mote, Pepino tapones, o sea tío. Yo tengo vídeos de mi padre machacando, era una bestia. Era un auténtico adelantado. Hubiera podido jugar al basket profesional. No lo digo yo, lo dice cualquiera en Sevilla. Mira, a mi padre le llamaban Pepito Cruzcampo porque decían que ponía más tapones que la Cruzcampo. Yo he visto a mi viejo pegar un salto y ponerte los huecos aquí, o sea, era una cosa bestial. Mi viejo era muy, muy bueno jugando y después descubrió que también era muy bueno entrenando.

P. Has contado que él decía que creó la zona mixta. 

R. Había equipos de ACB que jugaban ya con eso, Aíto jugaba ya con eso, pero él decía que la divertida era suya (risas). Sí, sí, tío. Era una defensa súper complicada, yo nunca me enteraba de nada, la verdad. 

P. ¿A qué crees que se debe esa relación por antonomasia entre el baloncesto y el rap?

R. No lo sé, tío, y me lo han preguntado mil veces pero no tengo ni idea, de que es lo que hizo que la gran mayoría de raperos en América, que son los creadores, tuvieran afinidad con la NBA y no con la NFL. Lo mismo es un cliché y no lo sabemos y la gran mayoría de rapers…

P. Pues nos han engañado a todo el mundo. 

R. Sí (risas), lo mismo nos han engañado a todo el mundo y los raperos eran fans de la NFL, del fútbol americano o del hockey sobre hielo, quién sabe (risas).

P. Para ir terminando, ¿tu padre ha sido fan tuyo?

R. Mi padre ha sido muy duro y tenía esa actitud vieja escuela de no regalar nunca nada. En plan, tú llegabas allí con un 8 y te decía “bien, es tu obligación”, “es lo menos que tienes que hacer”. No era “hostia Tote, bien tío, joder, qué alegría coño”, sabes. No sabía dar eso, pero bueno.

P. Se alegraba para él. 

R. Exacto, exacto. Eran otros tiempos, en los que el papel suyo era ese, de ser súper recto y tal, y era difícil sorprenderlo. También es verdad que era difícil sorprenderlo porque era un tío brillante. Brillante, tío. Era un adelantado. Mi padre es leyenda en Sevilla, y no porque lo diga yo. Tú preguntas por él y él es leyenda. No solo en el basket, es que en el basket, como entrenador, y como médico de la Seguridad Social. Eran conocido dentro de los médicos porque mi padre atendía a cualquier persona que llegara. Cuando compañeros suyos de la época se negaban a atender a un moro o… Era un tío increíble, muy muy adelantado a su época. Es una pena que él no esté aquí y que haya gentuza como el puto Ortega Smith que estén vivos. 

P. ¿Y qué crees que hubiera pensado al leer el libro?

R. Hubiera sido igual que con la música rap y con todo lo que se refería a sus hijos. Hubiera sido recto y hubiera dicho “bueno, Totito, no está mal. Este capítulo no está mal. 

P. ¿Estás escribiendo de nuevo no?

R. Sí, estoy con algo. Estoy peleando, tío. 

P. Con ficción. 

R. Lo estoy intentando con ficción. Estoy viendo a ver dónde lo llevo. Pero es muy difícil, porque me gusta más leer que escribir, y no paro de leer. Entonces es muy difícil, pero bueno, a ver qué soy capaz de hacer. 

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