La 'Perla Negra' de Julio Romero de Torres, que nunca fue Josephine Baker
La leyenda sobre la mujer del cuadro La Perla Negra es una de las historias más curiosas en torno a un autor tan mitificado como Julio Romero de Torres. Toda la confusión parte de un encuentro que en realidad nunca tuvo lugar entre el artista y la actriz y bailarina afroamericana Josephine Baker, cuyo deseo de ser inmortalizada por el autor de la Mujer Cordobesa era tan fuerte que durante años se le puso erróneamente su nombre a un cuadro que, en realidad, retrataba a otra persona.
Las casualidades son muy importantes en esta historia. Empezando por la que lleva a este artículo, que nace de una coincidencia: la del 25 aniversario de la muerte de Josephine Baker (el pasado 12 de abril) con el 90 aniversario del fallecimiento de Romero de Torres (este domingo 10 de mayo). La conjunción de estas dos efemérides ha devuelto a las redes sociales una fotografía del cuadro Perla Negra, que desde hace años se ha conocido erróneamente como Josephine Baker. La Perla Negra, e internet ha hecho su magia para neutralizar un mito.
Probablemente, gran parte de la aceptación de esta leyenda tenga su origen en que así es como se denominó a esta pintura en el catálogo de la exposición Miradas en sepia, editado en 2006. ¿Por qué se dio por hecho que la mujer del cuadro podía ser Baker? Pues porque la propia actriz había recibido, entre otros sobrenombres, el de La perla negra. Y porque, cuando llegó a España, en 1930, en una de sus primeras entrevistas, la Baker confesó que sus deseos de conocer el país pasaban, entre otras cosas, por “que me pinte Romero de Torres”.
Romero de Torres ya por entonces se había ganado una fama importante retratando a artistas, cantantes y personalidades de su época, cuadros con los que, además, se ganaba bien la vida. Tenía todo el sentido, por tanto, que la mujer de aquel cuadro representara a Josephine Baker. Y así quedó reflejado en el catálogo de 2006, que fue clave en la visión que hoy se tiene de la obra de Romero de Torres. Y como la ubicación del cuadro es un misterio, nadie levantó la voz y durante años se ha dado por hecho que aquella Perla Negra desnuda y sonriente era alguien que en realidad no era.
La historia de Dulce María Morales: una pionera de la danza afroamericana en España
Porque la mujer a la que pintó Romero de Torres era otra. Se llamaba Dulce María Morales Cervantes y era una bailarina afrocubana a la que artísticamente llamaban La Perla Negra mucho antes de que apodaran así a Josephine Baker. Dulce María Morales llegó a España en el año 1913 y es, muy probablemente, una de las primeras mujeres afroamericanas que bailó en un teatro en España en el siglo XX. Y también, por supuesto, una de las primeras en hacerlo en Córdoba.
A la ciudad llegó en el año 1916 dentro de una gira por otras ciudades españolas como Madrid y Sevilla. De su paso por el Salón Ramírez no hay imágenes, aunque sí algunas crónicas en la prensa local, según refleja el trabajo La representación contra-hegemónica de la negritud: La Perla Negra, entre la rumba y la danza moderna (1913-1928), del investigador de la universidad de Alicante Kiko Mora. En este trabajo se documenta la actuación de la artista en Córdoba a finales de diciembre de 1916.
Y no le fue mal, según resaltaba el artículo publicado en Diario Córdoba: “Anoche se presentó en este salón la notable danzarina La Perla Negra. Esta es una verdadera belleza, de color azabache y a la par una notable artista, pues ejecuta con sin igual maestría preciosas danzas y bailes exóticos de mucho gusto (..) La Perla Negra fue muy aplaudida por el numeroso público que llenaba el Salón Ramírez”.
Es muy probable que fuera aquel día cuando Romero de Torres viera por primera vez a la Perla Negra. O quizá coincidieran en Madrid cuando éste se mudó a la capital para dar clases. Su encuentro, no obstante, sí que está documentado por unas fotografías dedicadas, datadas en el año 1922, y que fueron encontradas en 2008 por la archivera responsable del legado documental de la familia Romero de Torres, María del Mar Ibáñez. Ibáñez fue quien descubrió que la Josephine Baker de la que se hablaba en el catálogo Miradas en sepia era en realidad Dulce María Morales Cervantes.
¿Por qué? Porque en las fotografías dedicadas de la Perla Negra había un detalle que Julio Romero de Torres había integrado en su cuadro: los pendientes. “Más allá de que la mujer del cuadro se parece más a la Perla Negra que a Josephine Baker, la cuestión era que la mujer del óleo llevaba exactamente los mismos pendientes que la de la fotografía dedicada a Julio que estaba en su archivo personal”, explica a este periódico Ibáñez, mostrando la dedicatoria: “Recuerdo cariñoso de tu amiga Perla Negra”.
Josephine Baker y su visita a Córdoba, 17 días antes de la muerte de Romero de Torres
Las casualidades del trío Baker-Perla Negra-Romero de Torres todavía tienen que vivir algunos episodios más. El primero, cuando, hacia el final de su carrera, a la Perla Negra la empiezan a llamar diversos periódicos como La Baker española. Así es como la denominan cuando reaparece en los teatros hacia 1928, tras haber visto durante la década de los años 20 como su estrella se había ido apagando ante el empuje del cine, el mismo medio que había encumbrado a Josephine Baker como una de las artistas más relevantes de su época.
Hablamos de una fama mundial -que sería el equivalente a Beyoncé en la actualidad-, y de una artista monumental que, en la cumbre de su carrera, seducida por la imagen romántica de España, llega a Córdoba y actúa en el Gran Teatro. Allí la presentan como La venus de ébano y la artista cumple así su sueño de pisar la tierra del pintor ante el que siempre había querido posar.
Pero desafortunadamente, éste no está. Está de viaje fuera de España. Es el día 23 de abril de 1930. No habrá posibilidad de un segundo encuentro. Diecisiete días después de que la diva norteamericana actúe en el Gran Teatro, Julio Romero de Torres muere en su casa de Córdoba.
Un cuadro expuesto en Buenos Aires en 1922 y en Madrid en 1971
Con la muerte del pintor, la leyenda del encuentro entre ambos crece a medida que lo hace también el misterio sobre la ubicación del cuadro. Una de las personas que más sabe sobre él es Mercedes Valverde, probablemente la mayor experta en la obra de Romero de Torres. Tras consultar su documentación, Valverde apunta a que el autor pintó el lienzo entre los años 1917 y 1918, cuando La Perla Negra era una artista habitual del Teatro Apolo de Madrid, aunque desconoce si lo hizo por encargo.
Lo que sí está datado es que la primera vez que se expuso fue en la Galería Witcomb de Buenos Aires el 4 de septiembre de 1922. El lienzo se llamaba entonces La morena de las perlas y estaba integrado dentro de una muestra que le abrió las puertas de la fama internacional al pintor, que colocó todos los cuadros que puso a la venta con motivo de aquella exposición.
A la obra se le pierde entonces la pista hasta el 23 de noviembre de 1972, cuando reaparece expuesta en la muestra sobre Romero de Torres que organiza el periodista Luis Quesada en el Club Urbis de Madrid. En aquel evento, preámbulo de los actos del centenario del nacimiento del pintor, la prensa de la época recoge una imagen tomada por el fotógrafo de ABC Carchenilla de la propietaria del cuadro. El pie de foto dice así: “La perla negra, propiedad de la señora Fontespina, que aparece junto a Rafael Romero de Torres”.
Desde entonces hasta este momento, el rastro del lienzo se ha perdido. No se sabe dónde está. Hace unas semanas, algunos artículos de prensa lo mencionaban al recordar la figura de Josephine Baker en el 25 aniversario de su fallecimiento, alimentando el mito de un encuentro imposible, aunque dando pie, al mismo tiempo, a recuperar la figura enterrada de Dulce María Morales, la auténtica Perla Negra a la que retrató Julio Romero de Torres.
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