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La Orquesta de Córdoba suena en tu teléfono: una nana de Falla por 'Whatsapp'

La flautista Amparo hablando por videollamada con José, abonado de la orquesta | ÁLEX GALLEGOS / MADERO CUBERO

Juan Velasco

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Aunque hace quince años que Pepe conoce a Amparo de oídas, jamás había hablado con ella antes del pasado martes. Y Amparo, que llevaba tres lustros soplando notas de su flauta hacia el patio de butacas del Gran Teatro, nunca antes había reparado en el señor de la fila 19, asiento número 2.

No se conocían a pesar de que hace quince años que los dos habitan el mismo espacio, ese mundo particular que se ha establecido entre la Orquesta de Córdoba y la ciudad, y que no siempre baja del escenario a las butacas a confraternizar. La música es un lenguaje tan poderoso que no necesita preámbulos. Y en esta ciudad siempre se ha dicho, desde los tiempos de Leo Brouwer, que la Orquesta de Córdoba siempre ha tenido una relación muy viva con su público.

Así que José Sepúlveda, Pepe, un jubilado de 74 años, abonado desde el año 2005, se tomó el dicho al pie de la letra y llamó hace unos días al teléfono habilitado para participar en el programa Música a la carta, con el que la Orquesta de Córdoba ofrece a sus abonados la posibilidad de asistir a un recital por teléfono y conocer un poco más a los músicos del conjunto.

El trámite fue sencillo. A Pepe le dieron un teléfono y le concertaron una recital semipersonalizado para el martes 2 de junio a las 12:00. El único requisito tecnológico era tener un teléfono, da igual fijo que móvil. Todo lo demás era cuestión de oído.

Cuando llega el día, Pepe llama desde su casa, en Córdoba capital. Está sentado con el móvil en la mano. A unos cuántos kilómetros, en Alcolea, donde vive Amparo, su rostro asoma en el móvil. “Hola, muy buenas. Soy Amparo”, dice la intérprete al descolgar. Y Así es como Pepe conoce a la flautista de la orquesta, que casualidades de la vida, también comenzó a tocar en el conjunto en el año 2005.

“El tiempo que llevo yo en el escenario es el tiempo que lleva usted de público. Que curioso”, le dice Amparo a Pepe cuando este comenta su longevidad como abonado. Llevan apenas unos minutos de conversación, y Pepe ya se ha presentado como un hombre “aprendiz de casi todo” y aficionado a la música desde joven por su pasión por el country. Amparo se ríe y va encaminando la conversación con mucha soltura hacia el concierto.

Para entonces, Pepe ya ha reconocido que le gustan mucho los compositores españoles porque le dan “mucha alegría a la música”, así que Amparo tiene decidido qué piezas va a tocar para el abonado. La primera de ellas, la Nana de Manuel de Falla, que acompaña con una pista de guitarra sacada de Youtube. Para cuando arranca, el móvil está colocado en el atril. Así es como Pepe asiste a su primer concierto a vista de partitura.

“Esto es un lujo”, dice cuando Amparo termina la primera pieza. No aplaude, aunque uno atisba la emoción que siente. Comienzan entonces a hablar de música. Pepe explica que su pasión por los compositores españoles le viene de los últimos años, en los que, con la jubilación, ha comenzado a ir a la universidad. “La música andaluza traduce nuestra forma de pensar”, le explica a Amparo, que recoge el guante y toca para él La Andaluza, de Enrique Granados.

Cuando termina la segunda pieza, el oyente la define con una sola palabra: “Extraordinaria”. Y comienzan entonces a hablar de la flauta, uno de los instrumentos más antiguos de la humanidad, y que para Pepe “deja un regusto a miel en el oído”. Amparo le cuenta entonces lo curioso que es que los vientos son una de las secciones orquestales que van a requerir mayores medidas de control tras la pandemia del coronavirus, dado que son instrumentos en los que entran en juego el aire y la saliva, dos vectores de contagio del Covid-19. “Y la flauta no se puede tocar con mascarilla”, dice risueña la flautista.

Pepe escucha con atención todo lo que le cuenta Amparo, que habla con mucha pasión de música, y que, para despedirse, escoge una canción con significado personal para ella: L'Arlésienne, de Bizek. “Esa no la conocía. Es preciosa. Muchas gracias”, le dice el abonado cuando termina de tocarla. Amparo le da las gracias a él. “Lo más importante de la música es poder compartirla”, le responde.

Se citan para más adelante. Ella le cuenta que la orquesta está a punto de volver a los escenarios de Córdoba en conciertos seguros en espacios abiertos. Le pide que si va a verlos se acerque a saludarla para que puedan hablar en persona. Pepe le asegura que así lo hará. Y bromea. Le dice que, después de haberse conocido, cuando vuelva a tocar en el Gran Teatro, ella seguro que podrá verlo desde el público.

“Fila 19, butaca 2”, repite Pepe antes de despedirse, y de que dos salones de Córdoba que han estado unidos por el amor a la música, se queden completamente en silencio.

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