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Antonio Reyes, príncipe del flamenco: “No creo que para cantar bien haya que pasar fatigas”

El cantaor Antonio Reyes

Juan Velasco

19 de septiembre de 2021 05:45 h

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Antonio Reyes quiere recuperar su vida. Así de simple. Es sábado, caen más de 30 ºC en Córdoba y el cantaor de Chiclana, una de las voces más importantes del flamenco contemporáneo y pozo sin fondo de cantes y palos semiperdidos, otea el horizonte en el Alcázar de los Reyes Cristianos. Está probando sonido para el recital que dará en la noche junto al guitarrista Dani de Morón, otro de esos nuevos flamencos que, sin moverse un pelo de la ortodoxia, son capaces de sonar vanguardistas.

Claro que el cantaor, nacido en Chiclana en 1977, no podría, aunque quisiera, despegarse del flamenco. Si la infancia es la arcadia del hombre, la de Reyes es la de un niño que, con 6 años, ya estaba subido a los tablaos y que, cuando apenas levantaba un palmo del suelo, cantaba mientras Camarón de la Isla le tocaba la guitarra.

Consagrado en el mundo flamenco como un príncipe del cante y poseedor de una de las voces más puras de su generación, Antonio Reyes ha mirado al futuro con un disco, Que suene el cante, que estaba destinado a captar la atención de un público más amplio. Claro que el futuro se detuvo en marzo de 2020, apenas unos días después de que el disco viera la luz, dejando a Reyes, como al resto de los músicos de este país, en una situación anómala: sin público, sin viajes, sin pruebas de sonido, sin vida.

Así que Reyes aspira a eso, a recuperar su vida. Y pocos sitios mejores para ello que Córdoba, una ciudad en la que, de alguna manera, arrancó una nueva etapa como cantaor tras ganar el Concurso Nacional de Arte Flamenco hace ya 20 años.

PREGUNTA. ¿Qué significa Córdoba para un flamenco?

RESPUESTA. Bueno, es que Córdoba a mí me ha dado mucho. Yo tuve la suerte de ganar los dos premios del Concurso Nacional de Arte Flamenco y, a partir de ahí, es cuando yo empecé a trabajar en esto a nivel profesional. Y es que Córdoba ha dado grandiosos artistas, como el maestro Fosforito o Vicente Amigo. Venir a Córdoba es siempre una responsabilidad, porque hay unos aficionados que saben mucho lo que es el flamenco. Así que venir a Córdoba es una mezcla de alegría y responsabilidad. Uno viene con esa cosita de saber que no se puede uno torcer mucho.

P. ¿Además comenzaste a girar por el mundo con Paco Peña cuando eras un chaval?

R. Efectivamente, con Paco viajé mucho. Con aquel espectáculo de la Misa Flamenca y con otro que se llamaba Arte y Pasión, y con el que recorrimos todo el mundo: Australia, América, Asia, Europa… Y sí, tendría yo, no sé, 17 o 18 años cuando Paco me vio y me llevó con su compañía. Yo con Paco, además, canté mucho para bailar. Mucho. Y creo que cantar para bailar es un paso importantísimo.

P. Y un poco después te haces con el Nacional aquí en Córdoba. Hace 20 años de aquello, ¿cómo ha evolucionado Antonio Reyes desde entonces?

R. Hombre, creo que he evolucionado mucho. Me escucho hace 20 años y noto la evolución, como es normal. Yo hoy me veo la voz mejor que hace 20 años y el conocimiento también es más amplio. Además, está ya uno más acostumbrado a los escenarios. Aunque todavía sigo poniéndome nervioso antes de cantar. Los nervios siempre están ahí. Si no te pones nervioso antes de cantar, apaga y vámonos, es casi una falta de respeto al público.

P. Lo que está claro es que pasaste del fondo al principio del escenario de manera natural. Vértigo ninguno.

R. Si te digo la verdad no. Es que llevo cantando desde chiquitito. Y desde pequeño he cantado delante siempre. Yo empecé desde niño y empecé sólo en el escenario. Así que no he tenido ese vértigo del que hablas. 

P. Antes eras niño prodigio. Ahora qué eres, ¿cuarentón consagrado?

R. (Se ríe) Claro, supongo. Ya he pasado los cuarenta. No queda otra.

P. ¿No sé si tú te sientes parte de alguna generación dentro del flamenco? ¿Existe ese grupo de artistas con los que tú te sientes en comunión?

R. Bueno, de mi generación hay unos cantaores muy grandes. Están Arcángel o Miguel Poveda. Y en el toque, pues Dani de Morón, Diego del Morao, y bailaores hay otros cuantos. Yo creo que de esa generación, año arriba o año abajo, hay una baraja de artistas importantísimos. Y entre los más jóvenes también. Está saliendo gente muy buena. Creo que el flamenco goza de muy buena salud en estos momentos.

Si no te pones nervioso antes de cantar, apaga y vámonos, es casi una falta de respeto al público

Reyes pertenece a una buena dinastía flamenca, ya que está emparentado con Roque Montoya Jarrito y con Pansequito. Aunque Reyes haya dicho más de una vez que nadie nace aprendido, el artista parecía prácticamente destinado al cante desde que le salieron los dientes. Así, no tardó demasiado en llamar la atención de otra dinastía, la de los Morao, que agarraron al joven Reyes y lo incorporaron a su compañía, con la que recorrieron España de arriba a abajo.

Él, mientras tanto, siguió agrandando su trayectoria concurso a concurso. En los 90 pone su voz en dos discos, Voces de la campiña gaditana (1995) y De Jerez a los Puertos (1997) y gira por todo el mundo con el guitarrista cordobés Paco Peña. Y en 2001 pega el campanazo: se lleva dos premios, uno de ellos por unanimidad, en el Concurso Nacional de Arte Flamenco de Córdoba. “La suya es una voz templada e íntima, ajustada a tonos y compás, con el volumen adecuado que acaricia o duele; pero jamás molesta o amenaza; con sentido de lo que hace”, dice el jurado sobre un el cantaor que arranca entonces una nueva etapa en su carrera.

P. ¿Cuál dirías que es la principal cualidad de tu cante?

R. No lo sé. No me gusta tampoco hablar de mí mismo.

P. Pues le doy la vuelta a la pregunta, ¿cuál es para ti el cante más perfecto al que tú aspiras?

R. A mí me gusta cantar por soleá, por seguiriyas... Pero no sé, todos los cantes son difíciles, no creo que haya un cante ni chico ni grande. Yo creo que es el intérprete el que hace el cante chico o grande. Depende siempre del intérprete. Una seguiriya que no esté bien cantá no la considero un cante grande. Sin embargo, un fandango bien cantao para mí es un cante grande. Cante fácil no creo que haya. 

P. Fácil o difícil, con el tiempo que llevas en esto, la duda es si has probado a vivir sin cantar. 

R. No. Eso es una cosa que llevo dentro. Desde que nací. Es que no hay un día que no cante. Si un día descanso, estoy escuchando flamenco o tengo en la mente el cante. 

P. Cantas por dentro, ¿no?

R. Exactamente, sí. Eso se da mucho. Yo canto por dentro y estudio cuando no estoy cantando. 

Todos los cantes son difíciles, no creo que haya un cante ni chico ni grande

Tienen que pasar casi diez años para que Reyes presente su primer trabajo, Viento Sur (2009). El disco había sido grabado en 2006, apoyado en las guitarras de Moraíto Chico y Alfredo Lagos, pero no ve la luz hasta tres años después, lo que hace que el cantaor se sienta un tanto frustrado cuando por fin sale al mercado. La espinita se la quita con el segundo; lo graba en 2015 en directo en el Círculo Flamenco de Madrid en una toma, sin artificios. En el escenario, Reyes y el tocaor Diego del Morao con un repertorio clásico –soleá, cantiñas surtidas, tangos lentos acancionados, seguiriyas-, aunque con total libertad de expresión, tanto en el toque como en el cante. El disco acaba nominado como Mejor Disco de Flamenco en los Grammy Latino.

La misma suerte que ha corrido su último trabajo, Que suene el cante (2020), grabado también con Diego del Morao, y que, a pesar de que se vio sepultado por la pandemia del coronavirus, resurgió a punto para las nominaciones a los últimos Grammy Latino. Se fue sin premio por segunda vez, aunque el disco logró captar la atención de un público más amplio gracias, en buena medida, a los potentes acercamientos de Reyes a otros estilos como las sevillanas (a su flamenquísima manera) o el rock andaluz. La espinita, que las restricciones apenas han permitido al cantaor poder presentarlo en directo.

P. ¿Cómo has vivido los últimos meses, sin el pellizco del público?

R. Pues la verdad es que lo he llevado de la mejor manera posible. Lo he pasado mal, lo reconozco. Porque perder el contacto con el público es muy duro para un artista. Pero, dentro de lo que cabe, no me gusta quejarme mucho, porque hay artistas como mis compañeros de los tablaos que esos sí que lo han pasado mal. Nosotros, mira, dentro de lo malo hemos tirado parlante como hemos podido. Y bueno, he aprovechado para escuchar música, mucho flamenco y seguir ensayando.  

P. Además esto te pilla con un disco debajo del brazo que, desgraciadamente, no ha tenido apenas recorrido o no el que se merece.

R. Pues la verdad es que sí. El disco salió el 11 de marzo de 2020 y el estado de alarma se declaró el 14. Imagínate. Lo he podido presentar en Madrid y poco más. Tenía presentación en Jerez y también se suspendió.

P. Es un disco en el que haces lo que te da la gana, es más morentiano, o al menos eso me parece a mí. ¿Querías demostrar que hay Reyes más allá de lo ortodoxo?

R. Yo estoy abierto a todo, siempre respetando las raíces y sin salirme del flamenco. Pero yo es que pienso que, por ejemplo, una sevillana puede sonar muy flamenca. Y lo mismo el tema Aires de la Alameda,. La cosa es que yo soy flamenco y no puedo sonar a otra cosa aunque quiera. Se haga como se haga, el cante no está desvirtuado para nada.

P. ¿Hay algún palo que creas que merece recuperar para el gran público?

R. Yo cada vez escucho menos la toná, que es un cante más primitivo. El cante por toná es un cante que no se puede perder en la vida, porque es el cante primitivo del flamenco. Y después hay muchos cantes que se hacen poco, como el cante por livianas, que es precioso. No sé, el polo, la caña, la bambera… En fin, hay un montón. Hay muchos cantes que, por desgracian no se hacen mucho pero que yo echo en falta.

P. Además hablamos de cantes que, lo bueno, es que ya no hay que sufrir para hacerlos. 

R. Claro que no. No creo yo que para cantar bien haya que sufrir ni que pasar fatigas ni hambre. Creo que el que canta bien, canta bien. Y ya está. Eso sí, lo que hay es que cantar bien. 

Yo soy flamenco y no puedo sonar a otra cosa aunque quiera

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