Gabino Diego: “El hombre nunca se ha podido expresar como él quisiera”
“Lo más importante es el respeto y ofrecerle a la otra persona lo que te gustaría que te ofreciesen a ti”, me cuenta Gabino Diego mientras conversamos. El actor madrileño presenta este fin de semana junto a Cecilia Solaguren Los Mojigatos, en el Gran Teatro de Córdoba. En esta obra, da vida a un personaje que, por motivos que de momento desconocemos, no mantiene relaciones con su pareja desde hace meses.
El mundo de las artes escénicas le ha permitido viajar por cada rincón de España y conocer a personajes variopintos con los que ha enriquecido su conocimiento. ¿Puede ser este el motivo por el que dejó el cine para dedicarse única y exclusivamente al teatro? La respuesta y mucho más sobre Gabino, a continuación.
PREGUNTA. En primer lugar, ¿podrías explicar por qué debemos asistir este fin de semana al Gran Teatro para la representación de Los Mojigatos?
RESPUESTA. El teatro, no solo para esta obra, es un lugar seguro y necesario para todos. Esta función es muy divertida, pero a la vez tiene un drama y una tragedia. Está escrita por Anthony Nielson y dirigida por Magüi Mira. Es un texto muy original en el que un matrimonio que tiene problemas, sobre todo sexuales, decide contarle sus problemas al público y tratan temas de gran profundidad.
P. Imagino que, con la situación de la pandemia, el teatro y más en el caso de Los Mojigatos, habrá cambiado mucho. ¿De qué forma os afectan las nuevas medidas a la hora de actuar?
R. Nosotros empezamos a ensayar justo después del confinamiento, fue muy chocante encontrarnos con el aforo limitado y al público con mascarilla. Más, en esta función en la que nos dirigimos al espectador de una forma tan directa. Pero bueno, nos hemos ido haciendo a la idea igual que todo el mundo se ha acostumbrado a ver a su primo o a su madre con mascarilla (aclaraba entre risas). Desde luego es una situación extraña, pero, por otro lado, soy optimista y espero que vayamos a mejor y que las vacunas permitan que las personas disfruten de aquellas cosas que de momento no han podido disfrutar.
P. En Los Mojigatos, los protagonistas os dirigís constantemente al público. ¿Qué papel toma el espectador en esta obra de teatro?
R. Sí, es una función donde se rompe la cuarta pared y hablamos con el público, es más, hay un momento donde cada uno tenemos un monólogo con los espectadores y a la vez descubren como es esa pareja y poco a poco el porqué de todos sus problemas, aunque siempre manteniendo un tono cómico.
P. Neilson tenía una perspectiva sorprendente, inteligente y en ocasiones poco conservadora, pero desde tu punto de vista, ¿cuál es el giro que Magüi Mira le da a su obra?
R. Para mí esta función toca todos los problemas que puede tener una pareja. Sobre todo, se centra en la relación entre hombres y mujeres. Hay hombres que están perdidos, que no saben cómo tienen que comportarse con las mujeres. No saben si deben de ser duros o sensibles, se habla de cosas muy profundas. Se tratan los temas de impotencia, eyaculación precoz y de mujeres que demandan otras cosas. La función narra cómo se viven en pareja todas estas novedades que están apareciendo.
Los hombres también somos víctimas
P. Precisamente hoy en día tanto la igualdad entre mujeres y hombres, como el respeto y la libertad son temas muy apoyados pública y mediáticamente. ¿Crees que la presencia del Me Too en Los Mojigatos ha podido ser, entre otros factores, el motivo de su éxito y aceptación entre el público? ¿Por qué?
R. Bueno, la función habla de muchas cosas. En un momento dado, toca también el tema del Me Too, pero no quiero desvelar nada más porque merece la pena que la gente venga a descubrirlo durante la actuación. Pero sí, habla por ejemplo de personas que han tenido abusos de pequeños y eso afecta a su relación actual.
P. En la obra se trata con profundidad el tópico de las relaciones de pareja y se deja más de lado la concepción patriarcal que ha existido durante tantos años, ¿crees que las parejas de esta generación hemos llegado a encontrar el secreto para tener una relación sana o piensas que no existe una verdad absoluta al respecto?
R. No lo sé, cada uno tiene que vivir como puede. En mi opinión hay algo muy básico que es de suma importancia, el no hacer a otra persona lo que no te gustaría que te hicieran a ti. Por otro lado, hazle a tu pareja lo que a ti te gustaría que te hicieran. Y, sobre todo, el respeto. Como seres humanos es nuestro deber respetarnos y tener en cuenta que hombres y mujeres somos muy distintos, pero que debemos tener igualdad. Hay algo más que tiene que ver con el amor, el cariño y el respeto a la otra persona, buscar ese equilibrio es complicado. Desde luego es un tema que se debería de enseñar en los colegios, porque en ocasiones el hombre, que es lo que le ocurre a mi personaje, no sabe cómo tiene que actuar y la mujer también se encuentra perdida, ahí es cuando hay que buscar el equilibrio para que todos estemos contentos y vivamos felices que al final es de lo que se trata.
Nos complicamos mucho, pero es algo muy básico. Lo importante es entender a la otra persona para saber lo que le puede agradar, pero los hombres son también víctima de todo esto. Si un hombre es sensible se le considera tonto, si un hombre llora se le considera afeminado, en este sentido el hombre nunca se ha podido expresar como él quisiera.
P. Empezaste a trabajar muy joven en el mundo de la actuación. ¿Cuándo y por qué dirías que apareció tu interés por las artes escénicas?
R. Yo hacía teatro en el colegio, tocaba la guitarra en el metro, había actuado en la calle y en casa siempre que había una fiesta yo era quien cantaba. Recuerdo que la única vez que logré sacar un diez en el colegio fue cuando dirigí una obra de teatro e interpreté el papel de mi abuela. Fue curioso porque terminé el colegio de rebote, era muy mal estudiante, pero estaban buscando un chico para Las bicicletas son para el verano y por destino o por casualidad terminé en ese colegio y justo en el pupitre de al lado estaba el hijo de la guionista. Me presenté a la audición, le gusté al director y a partir de ahí he seguido trabajando.
P. Para ti nunca se ha tratado de cine o teatro, sino de interpretar buenos personajes. ¿Qué metodología sigues para la creación de esos personajes?
R. Esta pregunta de elegir entre cine o teatro, me hace recordar un día hablando con Charo López que le pregunté: “¿Oye tu qué haces cuando te preguntan si prefieres el cine o el teatro?”. Y su respuesta fue: “Yo lo que quiero son buenos personajes”. Y es verdad, los actores queremos poder dar vida a personajes maravillosos, llenos de sensibilidad, de fuerza y que lleguen al espectador. A mí me gusta mucho el cine, aunque para cualquier persona que ha conocido el teatro sabe que tiene algo impresionante, esa batalla de sacar la función adelante día tras día es algo maravilloso.
En cuanto a la metodología, personalmente me gusta recibir mis personajes con tiempo y procuro ir poco a poco durante las 24 horas del día metiéndome en el personaje y tratando de descubrir cosas de él. La manera de caminar, de hablar y todo esto me va ayudando a configurar el personaje.
P. Hablando de personajes, a lo largo de tu trayectoria como actor habrás conocido muchos personajes y habrás oído hablar de muchos otros. De todos ellos, ¿cuál te habría gustado tener la oportunidad de hacer?
R. Si miro hacia atrás sí habría aceptado papeles que al final por diferentes cuestiones no he hecho. Sí me arrepiento de no haberlos hecho, pero también mirar para atrás es absurdo, lo importante es vivir el presente y mirar hacia el futuro. Ha habido muchos papeles importantes que me han ofrecido, como El día de la bestia y estaba haciendo teatro en aquel tiempo así que terminó haciéndolo Santiago Segura lo que impulsó mucho su carrera, así es la vida. Por otro lado, estoy contento, me siento muy afortunado y le doy gracias a la vida por haber podido interpretar los personajes que he interpretado.
P. En alguna ocasión has mencionado que te gusta sentirte parte del lugar en el que estás y que incluso el lugar más feo puede parecerte el mejor si estás a gusto. ¿Es algo que tengas muy en cuenta en tu vida laboral? ¿Pudo ser uno de los motivos por los que decidiste hacer teatro en lugar de cine?
R. Sí, las ciudades no son solo edificios y fachadas. Las ciudades son la gente que conoces, los amigos que tienes en ellas y las enseñanzas que obtienes de la gente variopinta con la que te encuentras. Una ciudad puede ser muy bonita, pero aun así puedes sentirte muy solo y a mi me gusta sentirme querido en cada sitio al que voy.
Las ciudades son la gente que conoces, los amigos que tienes en ellas
P. Siempre has agradecido aquella oportunidad que Fernando Fernán Gómez te dio en El viaje a ninguna parte. ¿Qué recuerdos tienes de un gran maestro como él y cómo crees que estaría viviendo esta situación en la que es tan difícil poder actuar?
R. Pues lo debería estar pasando francamente mal, como todos. Adaptándose a la situación, no nos queda otra. De Fernán Gómez quiero decir que este verano cumpliría 100 años y que me siento muy afortunado de haber podido trabajar con una leyenda del cine español y un gran creador como era él. Siempre estaré agradecido por todo lo que aprendí con él y de haber participado en películas como El viaje a ninguna parte entre otras que tuve la suerte de poder hacer a su lado.
P. Hablábamos antes de Las bicicletas son para el verano, que con el tiempo ha acabado siendo un clásico del cine español, aunque fuera incomprendida en su momento. Tras su estreno recibiste malas críticas y decidiste viajar a Australia para reflexionar sobre tu carrera como actor. ¿Qué consejo darías a todos aquellos jóvenes que estén empezando su trayectoria laboral y se encuentren en una situación difícil y parecida a la que tuviste?
R. Yo siempre dije que, si lo hacía mal, no servía para esto y a la gente no le gustaba, me dedicaría a otra cosa, pero lo que en su día me salvó fue el volver a trabajar con Fernán Gómez. Decidió darme una segunda oportunidad porque le gusto mi perfil. Es importante que las malas experiencias sirvan de aprendizaje. Yo de las críticas me reía o me las tomaba a cachondeo, aunque me hacían daño incluso estuve recitándolas en el teatro en mi espectáculo Una noche con Gabino. También me metí a estudiar arte dramático y la profesora efectivamente me reconoció que estaba fatal en la película, pero mi respuesta fue “con que haya un 5% que esté bien, me esforzaré para mejorar el 95% restante”. Hay que agarrarse a aquello que tengamos bueno, por mínimo que sea el porcentaje y tratar de mejorar poco a poco el resto. Esa sería mi recomendación.
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