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La explosión visual de Javier Rego: un “soplo de aire fresco” en la Bienal de Fotografía de Córdoba

Exposición 'Antagonía' de Javier Rego en la Fundación Cajasol

Juan Velasco

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El artista madrileño Javier Rego aprovechaba los paseos que se permitían durante los meses de confinamiento por la pandemia para robar algunas flores y montar bodegones en su casa. Aquella actividad fotográfica se convirtió en una exposición propia, pero también en una especie de germen de Antagonía, la muestra que ha inaugurado este viernes 25 de abril en Córdoba en el marco de la Bienal de Fotografía.

Una exposición que contrasta con buena parte del resto de la programación, más centrada en el fotoperiodismo o la fotografía de denuncia en blanco y negro. Frente a esas imágenes que el propio Rego considera más que necesarias, su Antagonía le parece un “soplo de aire fresco”. Es, además, su debut en esta cita, y lo hace con 16 obras de gran formato que componen un mosaico de naturaleza, memoria y contradicción.

Instalada en el Espacio Cajasol del 25 de abril al 25 de mayo, Antagonía es casi un manifiesto visual, un collage construido con 3.800 fotografías individuales en formato 9x12, que dialogan entre lo artificial y lo natural, entre la geometría urbana y el desborde orgánico de las flores, las raíces, las hojas que reclaman espacio en el paisaje domesticado.

El origen de lo antagónico

“Cuando me llamó José Gálvez para venir con esta exposición a la Bienal, me sorprendí mucho. Es un honor. Creo que la Bienal de Córdoba, junto con PhotoEspaña, son los dos eventos más importantes de fotografía en España”, cuenta Rego, minutos antes de la inauguración de una muestra, cuyo título hace alusión a la contradicción: “Empecé con una obra sobre bibliotecas, con fotos tomadas en París, Madrid, Guadalajara, Cuenca... Cada una es un estante, un lugar distinto. Luego, durante la pandemia, nació El ladrón de flores: salía en la hora de paseo, recogía flores de jardines, terrazas, y luego, encerrado en casa, hacía bodegones. Llegué a juntar unas 500 fotos”, recuerda.

La conexión entre esos mundos —la palabra y la flor, el encierro y la exploración— fue tan inesperada como fructífera. “Pensé, ¿por qué no hago un ramo con esas fotos y lo uno a la serie de la biblioteca? Fue entonces cuando todo empezó a cobrar sentido: lo antagónico era el motor”, explica el autor, que ha confeccionado una suerte de obras semipictóricas que van desde composiciones florales hasta imágenes de estructuras urbanas abandonadas, invadidas por el verde implacable de la vegetación.

El estilo de Rego no es nuevo, aunque sí ha evolucionado con el tiempo. “Llevo 35 años haciendo collage fotográfico. Empecé con Polaroid, inspirado por David Hockney, que era pintor y fotógrafo. Ahora, claro, la tecnología permite cosas que antes eran impensables”, explica Rego. Ese desarrollo técnico se nota en la precisión con que encaja las miles de imágenes que dan cuerpo a cada obra. El resultado es tan estético que algunos espectadores lo confunden con pintura.

“No es la primera vez que trabajo con esta técnica. Tengo una colección que se llama Abandono, con interiores de casas en pueblos vaciados de España. Pero Antagonía es otra cosa, tiene un lenguaje propio. La gente está alucinada con el color, con la vitalidad. Dicen: ‘Qué bonito, qué color, qué vida’”, cuenta con satisfacción.

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