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La Cubana regresa a Córdoba para reírse de la muerte

La Cubana.

Marta Jiménez

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La cubana vuelve a Córdoba. Tras pasar por el Gran Teatro con casi todos sus montajes, la primera vez a finales de los 80 con Cómeme el coco negro, con la que volvieron en 2007, hasta la última, en 2016, con el musical Gente bien, la compañía catalana siempre ha sido fiel a la ciudad. Un año después del estreno de su último espectáculo, Adiós Arturo, vuelven al teatro cordobés con seis funciones desde el jueves 13 al domingo 16 de junio.

“Es un espectáculo teatral para reírse del muerto, de los lutos y de los funerales”, suele decir a modo de preámbulo el director de la compañía teatral, Jordi Milán. Protagonizada por el loro Ernesto y con sus habituales números musicales, la obra es una comedia que cuenta de manera loca y divertida la parafernalia en torno a la defunción de un artista polifacético, Arturo Cirera, a los 101 años de edad y a la preparación de su funeral. Un artista “conocidísimo”, escritor, pintor, escultor, coleccionista de arte, poeta, compositor musical, dramaturgo, actor y director nacido precisamente en Córdoba en 1918.

Aunque en realidad, Adiós Arturo habla de lo mismo de siempre, “de teatro”, según la compañía. “Del teatro que hacemos en nuestra vida cotidiana; el teatro que hay en la calle, en los mercados, en nuestros trabajos, en la familia, con nuestras amistades y como no, también socialmente, en donde desplegamos nuestras dotes interpretativas en toda clase de actos, ”paripés“, fiestas, bodas, bautizos, comuniones y entierros”.

El espectáculo cuenta con todos los ingredientes clásicos de La Cubana: comedia loca, participación del público y sorpresas. La estructura de la obras se ha invertido y comienza por el nudo, sigue el desenlace y acaba volviendo al principio de la historia del finado.

Adiós Arturo es un canto a la vida y de cómo vivirla intensamente. “Una loca comedia, con toques surrealistas que, como siempre, estará aliñada con las cosas que nos caracterizan y al más puro estilo La Cubana: con participación del público, música, sorpresas y mucho humor”.

La Cubana fue creada en el año 1980 por Vicky Plana y Jordi Milán (director actual) con vocación claramente amateur en Sitges, (Barcelona) aunque ya en 1983 se profesionalizó. El nombre fue escogido una noche de borrachera de 1980 de entre una larga lista de nombres. En La Cubana el teatro es concebido como un “todo”. Desde cómo pensarlo a cómo hacerlo. Sus integrantes además de actuar, hacen de todo: coser, pintar, montar, cargar, descargar, etc.

Su trabajo se basa en la observación, recreando situaciones teatrales de la vida cotidiana, “dándoles la vuelta” y presentándolas en clave de humor. En sus montajes se repiten siempre las mismas particularidades: el juego como expresión teatral, la sorpresa, la trasgresión de espacios y sobre todo, sus personajes. Unos personajes que adquieren vida propia y que van más allá del guión pre-escrito. Otra peculiaridad es la participación del público. Se pretende que el público, fuente de inspiración principal, se sienta protagonista

La propia dinámica de la compañía la ha llevado a convertirse en una compañía “todo terreno”. Ha montado pequeños y grandes espectáculos, ha hecho televisión, ha organizado y animado inauguraciones, convenciones, “saraos publicitarios”, etc. Ha utilizado a modo de escenarios para sus espectáculos tanto teatros como mercados, iglesias, transportes públicos, etc. y sobre todo, la calle. La calle ha sido su principal fuente de inspiración. La calle es, en realidad, la gran escuela de La Cubana.

Su montaje Cegada de Amor consiguió dos Premios MAX de las Artes Escénicas, “Mejor Empresario o Productor de Artes Escénicas” y “Mejor Espectáculo de Teatro” en 1998.

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