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REPORTAJE

Crónica de un cese anunciado en el IMAE: “Cinco gerentes en cinco años... eso ya habla por sí sólo”

Carlos Aladro e Isabel Albás.

Juan Velasco

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“Algo bueno habrá tenido que hacer para que lo cesen”. Es la reflexión, breve y certera, de uno de los artistas más importantes de Córdoba sobre el cese de Carlos Aladro como gerente del Instituto Municipal de Artes Escénicas (IMAE) de Córdoba, cinco meses después de ponerse al frente de este organismo. Una entidad que gestiona los teatros municipales de la ciudad: La Axerquía, el Góngora y el Gran Teatro.

La frase encontraba réplica por parte de otra gran figura, que defendía, tras conocerse el cese, que estábamos ante un “día feliz para la cultura cordobesa y el IMAE”. Esta disparidad de opiniones muestra a la perfección la dicotomía que vive en estos momentos el sector cultural cordobés tras el despido de Aladro, un profesional que fue contratado tras un proceso selectivo precisamente para buscar un enfoque nuevo en una institución que lleva años, cuando no varios lustros, mostrando evidentes síntomas de desgaste.

No obstante, el cese no ha sorprendido a quienes conocen bien la casa. Con el despido de Aladro, el IMAE suma cinco gerentes en los cinco últimos años. El propio gerente cesado se escudaba en este dato para explicar parte de lo vivido: “Me parece que eso habla por sí solo”, señalaba Aladro en una entrevista con Cordópolis en la que relataba su versión de los hechos, después de que parte del personal, especialmente los tres directores técnicos, Ana Linares, Francisco J. Montero y Dolores Barba, lo hayan denunciado por prácticas laborales que podrían constituir un presunto caso de acoso laboral, que el propio acusado les invita a demostrar, asegurando que son “difamaciones”.

Su cese, sin embargo, según varias fuentes conocedoras del caso, estaba decidido desde hace semanas y, ya antes de que acabara el año pasado, hubo un amago de despido que finalmente se pospuso con la intención de reconducir una situación que, finalmente, ha acabado en un enfrentamiento público y en la división en el propio seno de la institución.

Las alfombras

El aterrizaje de Carlos Aladro ya fue turbulento. Al contrario de lo que se ha publicado, Aladro no había presentado un proyecto propio, sino una carta de intenciones. Y quiso mostrar pronto cuáles eran esas intenciones. Así, el nuevo gerente inició a su llegada un proceso de análisis sobre la institución y todos los departamentos. El propio gerente lo consideraba algo “elementalísimo” para su gestión, encontrar “desafíos, amenazas, fortalezas y oportunidades” dentro de su equipo y la casa que aspiraba a gestionar.

Varias fuentes internas confirman que, desde ese primer momento, todo fue cuesta abajo. Aladro se encontró con la negativa a colaborar de parte del personal, especialmente por parte de la dirección. “Cuando se empezaron a levantar alfombras, ya se empezó a liar”, cuenta una fuente conocedora de los conflictos. Otra fuente explica que, en el momento en que se preguntó por qué se repetían tantos nombres en las programaciones de los teatros, “la cosa se puso muy seria”. 

El conflicto no tardó en bajar desde la calle Jesús y María (donde está la sede del IMAE, en el Teatro Góngora) hasta la calle Capitulares, sede del Ayuntamiento. Para el mes de octubre, Isabel Albás, nueva delegada de Cultura del Ayuntamiento, ya era consciente de que había diferencias irreconciliables entre la gerencia y la dirección del IMAE, cuya presidencia ostentaba ella.

De hecho, tan sólo unos días después, se produjo un encontronazo entre Albás y Aladro en plena vía pública. Fue el mismo día en que se presentó la exposición 150 años del Gran Teatro en el Archivo Municipal. Memoria gráfica del Gran Teatro. Ese día, en pleno bulevar del Gran Capitán, la concejala de Cultura y el gerente tuvieron una charla con evidente tensión y que se produjo a la vista de varias personas.

Prácticamente desde entonces, su cese ha estado sobre la mesa. Y la carpeta ha ido engordando con todo tipo de denuncias, entre las cuales hay también de artistas que se han quejado de la frialdad y la actitud que mostraba el gerente hacia ellos y el personal de los teatros de la ciudad. 

De hecho, la mayoría de las fuentes consultadas reconocen que el fuerte de Carlos Aladro no son sus habilidades sociales. Él mismo tampoco niega en ningún caso haber sido muy directo. “Yo he confrontado con la gente”, afirma sin pestañear, antes de añadir que tiene la conciencia tranquila por su trabajo en la institución, pese a reconocer que era obvio que la propia institución -representada en la dirección y la presidencia- no estaban contentos con él.

Los emperadores del aire acondicionado

La situación nunca se recondujo y, tras un amago de cese antes de Navidad, finalmente todo ha estallado esta semana. La gota que ha colmado el vaso ha sido un escrito presentado a la delegada y presidenta del IMAE que denunciaba “faltas de respeto hacia quienes ejercen las direcciones de área”.

El mismo jueves, Albás comunicaba su cese a Aladro, que 24 horas después, seguía esperando el citado escrito, advirtiendo de que “las acusaciones hay que demostrarlas” y de que se había vulnerado su presunción de inocencia. Además, añadía que el citado escrito no había pasado por una asamblea de trabajadores, por lo que habría que estudiar su legalidad a la hora de representar a la plantilla.

Sobre las denuncias que se vierten en el escrito, este periódico ha contactado con Ana Linares, que ha declinado hacer ningún tipo de declaración. Tampoco ha aclarado si ha puesto en conocimiento de la Inspección de Trabajo los presuntos hechos.

Albás, por su parte, emitió un comunicado de dos párrafos en los que alegaba “pérdida de confianza” en Aladro. “En los últimos tiempos no hemos compartido su gestión de los recursos humanos en la entidad, y tampoco hemos coincidido en su visión y plan estratégico de futuro de los teatros municipales de Córdoba”, decía la presidenta del IMAE.

Este viernes, el comunicado era el de Aladro, que en su despedida ironizaba con haberse enfrentado desde el primer momento a “los emperadores del aire acondicionado”, citando a Angelica Liddell. Además, reconocía estar al tanto desde el principio de que iba a encontrarse “una situación de toxicidad laboral y parálisis institucional, ya presente y conocida, desde mucho antes de mi llegada a los Teatros de Córdoba”. 

Una situación que tampoco le era ajena, ya que Aladro ya fue cesado como responsable del Teatro de La Abadía de Madrid a mitad de mandato, después de haber tenido que gestionar una condena por discriminar salarialmente a seis de sus empleadas por razón de sexo, pero que tuvo lugar durante la temporada 2016/17 antes de que él tomara posesión. Su despido llegó, además, tras hacerse público el malestar hacia su trabajo por parte del actor José Luis Gómez, su poderoso antecesor -bajo cuyo mandato ocurrió el citado caso de discriminación-.

“El IMAE está al servicio de su directiva”

Cinco meses después de su llegada, Aladro ha ido más allá de sus expectativas y acusa directamente a la cúpula directiva de “patrimonializar su puesto de trabajo”. “Ellos entienden que la institución les pertenece, en lugar de estar al servicio de los intereses de las artes escénicas y de la ciudad”, explicaba en declaraciones a este periódico al ser preguntado por ello.

“A día de hoy, el IMAE está al servicio de su directiva”, asegura Carlos Aladro, que cree que “la ciudad se merece una reflexión sobre lo que ha ocurrido”. La suya es que no se puede limitar todo a “una cuestión de reemplazar una pieza por otra”. Es entonces cuando recuerda el dato, demoledor: “Son cinco gerentes en cinco años. Parece que eso habla por sí solo”.

Las cuentas no le fallan: en 2019, cuando el PP se hizo con el Ayuntamiento, el gerente era Ramón López, que se marchó al mes del cambio de Gobierno. A López le siguió el consultor empresarial Juan Rafael Martínez Carrasco, que estuvo entre agosto de 2019 y lo dejó en septiembre de 2020, cuando se nombró a Juan Carlos Limia.

Limia mantuvo una especie de pax romana durante su gerencia, si bien se vio truncada por su fallecimiento en enero de 2023. Tras su deceso, le sucedió el coordinador general de Hacienda del Ayuntamiento de Córdoba, Alfonso López Baena, que ha estado en el cargo hasta la llegada de Aladro, que se incorporó oficialmente en octubre del año pasado, y cuyo cese se hará efectivo el próximo lunes.

Aunque es bastante probable que Aladro lleve su cese a los tribunales. Este viernes, antes de despedirse, curiosamente, dejaba en el aire la misma idea expresada por una figura de la cultura cordobesa: “Si yo he cometido un error en Córdoba, es que me he creído que venía a hacer algo. He confiado que realmente había una posibilidad de hacer algo. Este ha sido mi error”.

Las fuentes que han participado en este reportaje han preferido permanecer en el anonimato para evitar represalias o señalamientos

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