Concluyó un irregular Concurso, solo queda esperar el resultado
El miércoles se celebró en el Gran Teatro la última sesión de Fase de Opción a Premio del XXI Concurso Nacional de Arte Flamenco de Córdoba. Ahora solo queda esperar la decisión del jurado que se conocerá hoy jueves.
Pletórico se mostró Francisco Prieto “El Currito” en cada uno de los toques desarrollados, todos ellos de enorme dificultad técnica pero abordados con inusitada sencillez. No hubo secretos en el diapasón para la mano izquierda que lo recorrió sin complejos, provocando un torrente de selectas notas convenientemente encauzadas para la iluminación de una categórica rondeña y un elogioso zapateado. Un innegable dominio del guitarrista también determinado por la mano derecha, ejecutando picados, trémolos, rasgueos, alzapúas... todos los recursos técnicos que la guitarra flamenca asume, al servicio de sugerentes composiciones personales. Cristina Pareja cantó por granaínas para la conveniencia de un amable y remansado toque de acompañamiento en el que el guitarrista cordobés conformó falsetas evocadoras para el correcto desenvolvimiento del cante. En las alegrías, que plasmó con suficiencia el bailaor Marcos Morales, el guitarrista continúo haciendo gala de inquebrantable virtuosismo, pero en esta ocasión supeditado al baile, arropado por el cante de Mariano Romero y José Manuel Prieto, y las palmas de Rafael del Pino “Keko”.
Para su comparecencia en la Fase de Opción a Premio la bailaora Claudia Cruz eligió seguiriyas, alboreás y tangos. En el primero de sus bailes mostró el bagaje de bailaora capaz de encadenar con audaz disposición artística pasos y movimientos en coherencia con la estimulación que el cante y toque levantó. Meticulosa en la modulación de manos desde el contenido braceo, Claudia Cruz también reveló nervio y arrojo en el zapateado y desplantes para remarcar con determinación el baile. Los dos últimos bailes quedaron bajo una misma inercia festiva, resolviendo las coreografías desde el trepidar e impacto inducido por precisos zapateados y sinuosas composturas en vital dinamismo y arrojo. Le cantó Luis Moneo con el guitarrista Pino Losada y las palmas de Juan Amaya “El Pelón”.
La cantaora Sara Salado, acompañada por el guitarrista Jesús Álvarez y los palmeros Nain Real y Edu Gómez, escogió los cantes por granaínas, seguiriyas, peteneras y bulerías para exponer sus cualidades e intenciones artísticas. En los tres primeros fluctuó con la voz en justa medida para los tonos medios y bajos, en cuidadoso trato melódico, encajando los estilos en el molde requerido; en cambio también amplió, en evidente contraste, el volumen en pasajes melódicos que lo requerían, aunque en metal distinto; ambivalencia para transitar y resolver los cantes con el propósito de no descomponerlos en su estructura básica. Fue en la bulería donde la jerezana mostró su eco natural, la voz sin malla.
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