'El cine de Alberto Rodríguez. Conversaciones': la primera monografía sobre el director sevillano
Una tarde de abril de 2012, el escritor especializado en cine Manuel Lamarca salió golpeado de los Multicines Guadalquivir. Acaba de ver Grupo 7, la quinta película del director sevillano Alberto Rodríguez, que seguía las andanzas corruptas de un grupo policial en la Sevilla previa al 92. Tanto le impactó la película que volvió a verla en una sala días después y decidió que era hora de escribir al director.
Tras un cruce de correos electrónicos, Lamarca, un hombre proactivo donde los haya, empezó a acariciar un proyecto que siempre había soñado: escribir un libro de conversaciones con un cineasta de fuste. Un formato que le apasiona desde que leyó de una sentada con 19 años El cine según Hitchcock, escrito por François Truffaut, tras encontrarlo en la Feria del Libro Antiguo de Córdoba. El director francés aseguraba entonces que no se consideraba autor del libro sobre el maestro del suspense, “sino tan sólo iniciador o, mejor aún, provocador”.
Algo similar ocurre en El cine de Alberto Rodríguez. Conversaciones (Ediciones Carena, 2020), el primer libro monográfico dedicado al director andaluz, recién aparecido en ebook y que espera al fin del estado de alarma para su distribución en papel. En sus páginas se escucha la voz del director andaluz, uno de los grandes nombres del cine español contemporáneo. El resultado son más de 25 horas de conversaciones en diez entrevistas transcritas, realizadas a lo largo del tiempo, entre 2012 y 2018.
“No soy periodista pero sí entusiasta del cine”, aclara el autor al otro lado del teléfono, bromeando con la anécdota de que su libro entró en imprenta el pasado 12 de marzo, dos días antes del anuncio del decreto de alarma. “Si hubiese tenido la posibilidad de hacer documental, no lo hubiese hecho aunque tuviese posibilidades de producción. El formato libro entrevista te permite profundizar más en los detalles y en las motivaciones del autor”, confiesa sobre su obra.
Comedias, dramas sociales y noir andaluz
Alberto Rodríguez es autor de dos comedias (El factor Pilgrim y El Traje), dos dramas sociales (7 vírgenes y After) y tres películas de cine negro (Grupo 7, La isla mínima y El hombre de las mil caras), además del creador de las dos temporadas de una serie de gran producción (La Peste), de la que ha dirigido algunos capítulos. Una carrera indiscutible, “más basada en el azar que en una hoja de ruta premeditada”, según confiesa él mismo, que lo han convertido en un director imprescindible. Aunque su humildad y sencillez denotan que tal vez él aún no se haya enterado, por muchos Goyas que le hayan caído o poseer la Medalla de Andalucía y ser nombrado Hijo Predilecto de esta tierra.
Lamarca había conocido a Rodríguez en Córdoba en el pasado. En un taller de Eutopía, en 2005 o en la entrega de los Premios Asecan en la Filmoteca en 2009. “Siempre me pareció una persona reservada, pero en las entrevistas hubo mucha complicidad. Es muy cercano y se abrió mucho. Es alguien muy normal, muy familiar, asequible, nada divo ni pretencioso en su comportamiento ni en su trato. Es muy noble y generoso”, lo describe el autor.
Alberto es un contador de historias que consiguió convertir su pasión en su oficio y, encima, hacerlo desde el sur. Un pequeño milagro compartido, además, con el mismo grupo de amigos con los que empezó a hacer cortos hace dos décadas y a soñar que todo era posible. Fue alumno de la primera promoción de aquello que se llamó licenciatura de Imagen y Sonido en la Sevilla de los años 90, uno de los focos de explosión de la Generación CinExin a la que pertenece.
“Tuvo oportunidad de marcharse y no lo hizo”, explica Lamarca. “Él y su equipo han abierto un hueco en el sector audiovisual andaluz, un espacio que ha hecho posible que se haga cine aquí. Por motivos personales y familiares le interesa mucho lo andaluz, está muy vinculado a una visión de la vida desde su perspectiva andaluza”.
El resto ya es historia: éxitos de taquilla, premios Goya, festivales internacionales, y la primera serie de gran producción en España, rodada en Andalucía y ambientada en la Sevilla del XVI. Un sello de noir andaluz en casi todo su cine que ha demostrado que el Guadalquivir es tan cinematográfico como el Mississippi.
“Las suyas no son películas localistas en el mal sentido por mucho que estén rodadas aquí”, opina Lamarca. “La isla mínima podía ser Arizona. Es un cineasta profundamente andaluz y español con películas muy globales que hablan de muchos sitios al mismo tiempo. Es un mérito. No todos los cineastas pueden hacer películas personales, localizadas en un punto geográfico con vocación universal”
Para el autor, Grupo 7 podría estar rodada en Nueva York, “me recuerda a The French connection”; o La peste, ambientada en la Sevilla del siglo de Oro ha interesado a la mismísima BBC. “Se trata de una cine muy enraizado, pero con proyección internacional. Es un director que mira cerca pero cuya mirada traspasa fronteras.Y esa es una característica definitoria de los grandes cineastas”.
Generación CinExin
El camino del éxito del actual cine andaluz se abrió a finales de los 90 con Benito Zambrano y su película Solas. En el caso de Alberto, “ha abierto un camino para que haya un cierto sentido técnico productivo audiovisual en Andalucía, ya que tiene un equipo muy sólido, siempre el mismo, detrás de todos sus filmes. ”Hay un asentamiento de un sector técnico haciendo cine en Andalucía que son referente a nivel nacional y eso se debe a la generación CinExin. En la primera línea del discurso de Alberto Rodríguez siempre está su equipo, siempre lo reivindica aunque él sea la cabeza visible“.
Sobre el compromiso de Rodríguez con el séptimo arte, Lamarca alude al hecho de que el director comprometió sus ahorros para poder ir a Londres a rodar su primera película, El factor Pilgrim (2000). Compara esta vocación con unas declaraciones de Brian de Palma en un libro de entrevistas donde afirmaba que se puede “identificar a un cineasta porque siempre va a hacer siempre lo que esté en su mano, incluso comprometer su propio dinero, para hacer una película”.
En estos años de entrevistas que han alimentado a este libro de conversaciones, durante los cuales el director rodó La isla mínima, ganadora de diez Goyas, el Hombre de las mil caras y La Peste, Lamarca destaca cómo el director se ha vuelto cada vez más “autoexigente”. “Profesionalmente noté que Alberto ahora es mucho más consciente de su oficio, de su profesión y ha hecho que se vuelva más crítico consigo mismo y con su trabajo”.
El autor del libro confiesa estar expectante ante el nuevo proyecto que se trae entre manos el director, una película de ciencia ficción que se llamará Los Fundadores, que se encuentra en producción y que el director quiere rodar este año de distopía. A ver si es posible. “Demuestra que es un cineasta innovador y que arriesga con un género que le apasiona, pero al que nunca se ha atrevido”.
Mientras tanto, toca disfrutar de estas conversaciones con Alberto Rodríguez de la mano de Manuel Lamarca. Una publicación dirigida “a aquellas personas que estén interesadas en el cine, en Alberto, en el cine español y que a través del libro puedan profundizar en este director que ya tiene un nombre propio”.
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