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Amargura, desesperanza y rebeldía en 'Boronía'

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Manuel J. Albert

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La revista acude al 'crowdfounding' para publicar 'Te lo juro por la crisis', su grito particular contra la situación actual

Fruto del cabreo, la desesperación, el dolor y las ganas de gritar, una nueva Boronía lucha por nacer. Pero al compás de los tiempos, el proceso es difícil. Ninguno de los anteriores números de la revista ha tenido un parto fácil, pero este se presenta especialmente complicado. Sus responsables necesitan 8.000 euros para imprimir un millar de ejemplares. No hay dinero. Se impone el crowdfounding, aportaciones personales y desinteresadas de entre 50 y 100 euros procedentes de particulares y empresas. Te lo juro por la crisis va a ser el título que lleve la revista gratuita. Porque, como reza la cabecera oficiosa del proyecto, La cosa está muy mal. Las ayudas económicas se pueden dejar aquí.

Boronía es una leyenda de papel en Córdoba. Su responsable, Gabriel Núñez Hervás, la define mejor: “Es una revista de cultura contemporánea en un formato anacrónico”. Porque Boronía vive en la celulosa y la tinta. Sus formatos, extremadamente cuidados, impresos con mimo, encuadernados y cosidos, han convertido a cada ejemplar en un objeto con valor por sí mismo y con vocación de perdurabilidad. Mundos poblados por extensas entrevistas, articulistas de excepción y cubierto de un paisaje gráfico singular.

El número sexto de esta segunda etapa (entre 1988 y 1989 se editaron otros seis que cimentaron su halo legendario) no será una excepción. Su formato visual es de una potencia que tira de espaldas y se articula en torno a la figura de Cristóbal Ruiz, un guionista bregado en la televisión, escritor y dibujante que ha recogido un bestiario psicológico de políticos, banqueros, periodistas y nobles, retratados a golpe de bilis y paleta gráfica.

Cristóbal Ruiz dispara también con su pluma. Balas literarias de estilo directo, mordaz, muy amargo, muy desesperanzado y muy desesperado. Y, por supuesto, todos los títeres sobre los que escribe pululan a su alrededor sin cabeza.

“La idea es publicar una revista de 90 ó 100 páginas. La obra de Cristóbal iba a ocupar el grueso de la misma pero todos los colaboradores a los que les hemos propuesto trabajar desinteresadamente han aceptado”, explica Gabriel Núñez. Y no son cualquier cosa: Enric González, Toni Garrido, Bruno Galindo y José Antonio Montano ya están preparando sus textos. A ellos se unirá el dibujante Miguel Brieva y el grafitero Susso 33.

Boronía quiere nacer en abril. “Pero viendo cómo están las cosas, sabemos que puede ser después”, señala Gabriel. Es consciente de que el momento es malo hasta para este tipo de financiación. “La gente está un poco saturada del crowdfounding porque hay mucha oferta y poca demanda. Además, la cosa está cada vez peor económicamente para todos”.

En todo caso, como la crisis no tiene horizonte de finalización, tampoco Boronía se marca unos plazos. “La crisis va a durar. Y no somos una revista pegada a la actualidad, sino que somos un vehículo de reflexión, creación y actuación”. Por eso, porque la cosa está muy mala.

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