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Aires del barrio de La Viña al violín para poner banda sonora a Julio Romero de Torres

Ana Rosa Dávila

Juan Velasco

1 de diciembre de 2024 20:20 h

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Desde las calles del barrio gaditano de La Viña, con el eco de las olas de La Caleta y la tradición flamenca impregnada en su entorno, a los conservatorios, tablaos y teatros de Andalucía. Ese ha sido, resumiendo mucho, el camino que la violinista Ana Rosa Dávila ha trazado en su incipiente trayectoria, vinculada por formación y desarrollo profesional a la ciudad de Córdoba. 

Con tan solo 28 años, esta violinista ha logrado combinar la rigurosidad del repertorio clásico con la pasión y libertad del flamenco, uniendo ambos mundos en Córdoba, la ciudad a la que acudió para formarse en clásico, y donde ha acabado ampliando sus horizontes de conocimiento con formación reglada en flamenco. Dos mundos que, como ya está más que superado, no son incompatibles.

“Soy músico, no me considero una cosa ni otra”, explica Ana Rosa a Cordópolis, con un acento que mantiene la frescura de su tierra, pese a los años que lleva afincada en Córdoba. Cuenta que, desde los ocho años, comenzó su formación en el violín en Cádiz, mientras se dividía entre el conservatorio y la danza clásica. Sin embargo, al terminar sus estudios medios, la falta de un grado superior de música en su tierra natal la trajo a Córdoba, la ciudad que ofrecía estudios de flamenco públicos desde hacía décadas.

“Por eso vine a Córdoba. Pero, a los dos años, hice la prueba también para violín y comencé a compaginar mis estudios de flamencología y violín y, después, con el máster de flamenco, que lo hice como todo simultáneo. Pero me vine por eso, porque en Cádiz tenemos muchas cositas, pero hay otras que no tenemos”, cuenta con naturalidad una artista que, todavía hoy, sigue estudiando bajo la guía de su maestro, Alejandro Muñoz.

Partitura y duende

Dávila, de hecho, toma prestada una frase que se atribuye al pintor Julio Romero de Torres, y se considera una obrera de la música. Su suerte, cuenta, es que puede compaginar su presencia en tablaos, peñas y escenarios flamencos, con teatros y conservatorios clásicos. “Pienso que hay que saber un poco de todo: desde tocar una partitura de Bach hasta improvisar con unas alegrías”, afirma la joven, que reconoce que al flamenco, eso sí, accedió por vocación y entorno.

De hecho, confiesa que el flamenco se ha convertido en una forma de vida que la ha llevado a tocar en peñas y colaborar con artistas del baile y el cante. Su relación con el género se basa en códigos, pero con la libertad que ofrece la improvisación. “En el flamenco, la partitura no mata al duende; simplemente lo guía cuando es necesario”, reflexiona al respecto.

Ana Rosa Dávila sí que reconoce que el flamenco es el ámbito que actualmente le da mayores oportunidades laborales, aunque no ha dejado de brillar en el mundo clásico. Ha formado parte de la Orquesta Joven de Andalucía y la Barroca de Andalucía, y ha participado en múltiples encuentros de música de cámara. 

Esencia de Romero

Esa dualidad creativa está en una de sus creaciones más importantes hasta la fecha, el el espectáculo Esencia de Romero, un homenaje al pintor cordobés Julio Romero de Torres. Estrenado en septiembre, este montaje combina música clásica, flamenca y popular andaluza para plasmar la esencia de los cuadros del artista. 

“Vi que en sus obras hay música pintada: flamenco, música popular y referencias a la Semana Santa. Mi idea fue traducir esos elementos al escenario”, explica Ana Rosa Dávila, que ideó un espectáculo en tres actos, cada uno con un enfoque musical y dramatúrgico diferente, y con una actriz que interpreta los papeles de la madre de Julio, su mujer y una modelo anónima. Mientras Ana Rosa y su equipo de músicos hilvanan un repertorio que incluye a Falla y Lorca hasta alegrías y soleares. 

La propuesta ha sido un éxito rotundo, llenando el Conservatorio Músico Ziryab de Córdoba en su estreno. Ella se ríe cuando le comentan sus orígenes a la hora de abordar una figura tan vinculada a Córdoba como Romero de Torres. “Yo es que me siento cordobesa. Aquí me han acogido de una manera increíble; siento que es donde puedo desarrollarme”, dice la violinista, que añade que sus referentes van desde figuras como El Parrilla y Ara Malikian a la violinista clásica Janine Jansen. No obstante, aclara que su principal inspiración es su maestro, Alejandro Muñoz.

Mirando al futuro, sin embargo, prefiere regatear la pregunta. “Vivo el presente, trabajando como una hormiguita. No sé dónde estaré dentro de 10 años, pero espero seguir haciendo lo que amo”, cuenta la artista, que está a punto de estrenar un villancico navideño junto a varios artistas jóvenes de Córdoba.

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