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La tregua en el precio del aceite que no ha llegado al supermercado

Aceite de oliva en un supermercado

Alfonso Alba

17 de abril de 2024 20:01 h

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El precio del aceite de oliva se ha convertido en un asunto de estado en España, un país que es el principal productor mundial de este tipo de grasa, ingrediente principal de la dieta mediterránea. Dos años consecutivos de una intensa sequía ha desplomado la producción de aceite de oliva en el país. Si al año España lograba molturar un millón y medio de toneladas, la producción ha bajado a 860.000 toneladas anuales. Con un consumo que no ha caído tanto, el mercado se ha regulado por la vía de los precios, que han alcanzado cotas históricas.

Las lluvias asociadas a la borrasca Nelson dispararon el optimismo de que la próxima pueda volver a ser una buena campaña olivarera en la Península. Y en origen, que no en los supermercados, el precio del aceite de oliva ha caído: de los nueve euros el kilo que se llegaron a pagar hace cinco meses, a los algo más de siete euros, de media, que ha estado cotizando en los últimos días. Organizaciones como la Unión de Pequeños Agricultores (UPA) sostienen, con los datos en la mano, de que esa caída de precios se debe más a “la especulación” de algunos envasadores que a una tendencia real. De hecho, esta misma semana el precio del aceite de oliva, de media, está volviendo a subir y cotiza ya por encima de los 7,60 euros el kilo.

La “especulación” a la que alude el secretario general de UPA en Córdoba, Miguel Cobos, es sencilla: comprar algo más barato para después vender caro. “Es que no vemos datos objetivos que expliquen esa bajada de nueve a siete euros”, sostiene. Y explica que aunque ha llovido, y bastante, “aún falta mucho” para poder afirmar que la próxima campaña del olivar será buena y que regresarán las históricas producciones olivareras de la Península Ibérica.

De hecho, Miguel Cobos asegura que uno de los momentos clave del olivar es en “otoño”, que es “cuando el árbol tiene que crecer”. Pero en el pasado otoño apenas llovió y los olivares mantuvieron su porte. Aunque con el inicio de año llegaron las lluvias y aconteció un extraordinario mes de marzo que sí que ha hecho florecer al olivar como llevaba más de dos años sin hacerlo. “Ahora mismo la flora está cuajando, pero todavía hay que esperar”, sostiene Cobos, con prudencia. Aún puede llegar un verano extraordinariamente cálido que afecte a la producción. O que apenas llueva más hasta el próximo otoño. E insiste en que hay dos grandes embalses de la provincia de Córdoba, Iznájar y La Breña II, que se usan especialmente para regadío que apenas están al 25%. Gran parte del regadío andaluz va al olivar, que solo así consigue producciones extraordinarias.

Preocupación

“No hay datos objetivos para que haya bajado tanto el precio”, sostiene Cobos, que apunta además a un dato que preocupa mucho al sector: el enlace entre campañas. La escasa producción de los últimos dos años ha vaciado los almacenes de las almazaras. Cuando arranca una campaña, el sector sigue suministrando al mercado con los enlaces de la anterior, que suelen ser más que suficiente. Este año “llegaremos con 150.000 toneladas”. Cada mes, España vende entre 90 y 91.000 toneladas de aceite de oliva. Es decir, algo más de un mes y medio de producción. Cobos no cree que pueda haber problemas de abastecimiento, pero sí tensiones.

Por otra parte, otras fuentes del sector indican que otro de los motivos por los que de nuevo está subiendo el precio en origen del aceite de oliva es que un gran productor como Italia también está teniendo problemas para abastecer a los mercados exteriores. Italia también está sufriendo los efectos de la sequía, que han mermado sus producciones, lo que provoca tensiones en el mercado a nivel global.

Ahora, el sector sigue mirando al cielo. Tras un marzo húmedo, el mes de abril de momento está siendo extremadamente seco, lo que empieza a preocupar a los agricultores, que estiman que harían falta unos 100 litros de precipitaciones medias más, en el sur de la Península, para alcanzar el verano con tranquilidad, aunque sin lanzar las campanas al vuelo.

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