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El siluro, la especie que amenaza Doñana, lleva diez años confinado en el pantano de Iznájar

Siluro

Juan Velasco

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El siluro, el pez superdepredador de agua dulce más grande de Europa y que amenaza el bajo Guadalquivir lleva diez años “confinado” en el embalse de Iznájar, según ha explicado el catedrático de zoología de la Universidad de Córdoba, Carlos Fernández.

Fue en este embalse artificial, también conocido como el lago de Andalucía y que abarca territorio de Córdoba, Granada y Málaga, donde se detectó por primera vez a nivel andaluz un espécimen de esta especie exótica invasora (EEI) que, con anterioridad, había causado estragos en el río Ebro, y que ahora amenaza todo el bajo Guadalquivir, incluido el Parque Natural de Doñana.

Cómo llegó a Iznájar este pez, natural de Europa Central, no está totalmente certificado, aunque las principales sospechas de la Guardia Civil y de expertos como Fernández es que el proceso fue similar al que tuvo lugar en el río Ebro, donde fue introducido de manera ilegal por pescadores con el objetivo de montar “una pesquería de caña bastante importante, con un touroperadores alemanes detrás”, explica a Cordópolis el catedrático.

“Según las hipótesis que maneja la Guardia Civil, fue un ciudadano alemán, que no llegó a ser identificado, el que introdujo esta especie en el pantano, con la vista puesta en la cercanía del Embalse con la Costa del Sol. Alguien que pensó: si lo suelto en Iznájar, puede ser que consiga atraer a gente aquí a pescarlo y luego se vayan a la playa”, sospecha Fernández, que remarca que esta especie llega a alcanzar dos metros y más de cien kilos de peso.

Una envergadura que lo convierte en uno de los peces más grandes del mundo de agua dulce. “Y a los pescadores lo que les gusta es pescar bichos grandes, cuanto más grandes más hombres son”, añade al respecto este especialista en invasiones biológicas y miembro del comité de expertos asesor del proyecto Life Invasaqua -iniciativa europea centrada en aumentar la concienciación sobre EEI acuáticas en el ámbito ibérico-.

Carpas, barbos e incluso patos en el menú del siluro

Cuando se detectó el primer ejemplar, hace ya once años, las autoridades decidieron prohibir la pesca, aunque sin aplicar ningún método de control para eliminar la especie en Iznájar. Eso hace que sea imposible saber cuántos siluros hay en estos momentos en el embalse, donde, eso sí, ha debido provocar presuntamente “estragos” ente las especies autóctonas. Y dice presuntamente porque “sus repercusiones ambientales aún están por evaluar”.

“Pero cien kilos de biomasa comiendo son muchos kilos que debe comer para mantenerse. Para estar vivos deben estar comiendo carpas, barbos y otros peces, incluso patos. Todo lo que encuentren, porque son muy voraces”, afirma Fernández sobre el siluro europeo (Silurus glanis), al que califica como “un depredador nato”.

¿Y, cómo ha podido llegar la especie al Bajo Guadalquivir? Según este experto, con toda probabilidad, el siluro se ha trasladado de Iznájar al gran río andaluz “sobre ruedas”. “La mayoría de estas cosas ocurren por la acción del hombre. Se trasladan en coche, vaya. Dudo que pudiera haber escapado la especie del embalse aguas abajo”, afirma Fernández, que rechaza las posibilidades que tendría un pez de estas dimensiones en sobrevivir el desagüe hasta el río Genil, desde donde después tendría que haber llegado hasta el Guadalquivir.

Un recorrido que parece poco probable y que, de nuevo, atribuye a la acción del hombre, y cuya proliferación también cree producto de “la pasividad administrativa”.

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