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La “revolución cultural” del turismo y el patrimonio: los ejemplos de Córdoba y Cantabria

Mesa Cultura y Patrimonio: un tesoro por descubrir en las jornadas de turismo del Diario.es

Alfonso Alba

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Córdoba es la ciudad española con más patrimonios de la Humanidad declarados por la Unesco. Cantabria, cuna del neolítico con uno de los tesoros más difíciles de conservar: cuevas prehistóricas extremadamente delicadas. Este miércoles, el vicepresidente del Gobierno de Cantabria, Pablo Zuloaga, y la primera teniente de alcalde del Ayuntamiento de Córdoba, Isabel Albás, han compartido una mesa de debate junto al secretario general de la Comisión Nacional Española de Cooperación con la Unesco, Santiago Sierra, en una jornada de debate y reflexión dedicada al turismo organizada por elDiario.es en las que ha participado este periódico.

Albás y Zuloaga han compartido las experiencias de Córdoba y Cantabria, separadas por toda una Península, en la importancia de un sello de calidad, el que aporta la Unesco cuando señala a un bien cultural en concreto. Córdoba posee el marchamo máximo de calidad Unesco en la Mezquita Catedral, ampliado luego al casco histórico, en Medina Azahara, en los Patios y también en el flamenco o en la dieta mediterránea. Cantabria, su pasado prehistórico y los más de 70 yacimientos neolíticos y cuevas con el máximo nivel de protección.

“La gente piensa que cuando alguien inscribe un bien en la Unesco es una bicoca, pero es una responsabilidad. La Unesco no aporta. Existe un fondo económico para países menos avanzados, pero el sello de la Unesco en España es de prestigio y de calidad que reconoce un valor excepcional en diferentes campos ”, señaló Santiago Sierra.

El reto, por tanto, lo tienen las administraciones que tienen que garantizar que ese sello de calidad se mantenga, que los valores de la Unesco permanezcan. Y lo tienen que hacer con recursos propios. Ese es el reto.

El vicepresidente cántabro aludió a la “revolución cultural” de su comunidad y señaló que a diferencia de años anteriores los ciudadanos reclaman a sus administraciones que protejan y que conserven sus bienes culturales, algo en lo que coincidió con la primera teniente de alcalde de Córdoba. “Cuando tenemos semejante historia tenemos que ser muy cuidadosos”, explicó Albás. “Tenemos que ser sostenibles pero respetuosos con nuestro patrimonio”, señaló en referencia al gran impedimento para instalar placas solares en buena parte del casco histórico de Córdoba. “Se está haciendo un trabajo concienzudo paro seguir manteniendo nuestros patrimonios de la humanidad. Es complejo de gestionar pero es importante buscar alternativas energéticas”, expuso.

“Es justo hablar de una revolución cultural”, consideró el viceconsejero cántabro. En la región, el debate está entre “abrir o no” a más visitantes en Altamira o el resto de cuevas. Ante ello, el gobierno trabaja en la regulación de los flujos. “Por eso medimos la intensidad de diferentes gases, la humedad o el afloramiento de vegetación. Tomamos decisiones sobre por dónde se puede visitar una cueva”, por dónde distribuir esos flujos, para garantizar que ese legado, como el de la Dama Roja, un esqueleto de 17.800 años, permanezca y trascienda.

Córdoba tiene el casco histórico protegido por la Unesco más grande de España y el segundo mayor de Europa tras Bolonia. Eso es un reto para la administración. “Tenemos que tener nuestro patrimonio en perfecto estado y eso tiene que ver con la limpieza, la gestión de las aguas y cómo se comporta el turista. Tiene que ser respetuoso”, expuso Albás, quien sostuvo que para que “sea limpio” se debe “encontrar una ciudad limpio”. “Este planteamiento de cuidar lo nuestro se viene haciendo gobierne quien gobierne”, dijo. También se encuentra una ciudad ya limpia.

La ciudad “de los diez minutos”

Ante la saturación de determinadas zonas del casco histórico de Córdoba, la primera teniente de alcalde del Ayuntamiento detalló que “lo que estamos haciendo es desviar ese flujo de turistas hacia otras zonas de la ciudad”.

Sobre la sostenibilidad, Albás insistió en un lema: “Córdoba es la ciudad de los diez minutos”. “Es una ciudad muy cómoda para andar”, para llegar a cualquier punto de interés turística, salvo Medina Azahara, “algo más distanciado, a 20 minutos”. En esa ciudad a “10 minutos” Córdoba “intenta llenar de contenido experiencial la ciudad”. “Sierra Morena está a diez minutos para poder disfrutar. Hay un turismo muy importante de calidad, que quiere disfrutar de la naturaleza y tenemos la suerte de tener la sierra al lado, para disfrutarla con una MTB, haciendo senderismo o a caballo”, dijo.

En este sentido, ha destacado “la apuesta importante que estamos haciendo en el casco histórico de la ciudad es llenar de contenido las noches. Hace poco inauguramos en el Alcázar de los Reyes Cristianos un espectáculo de luz y sonido sostenible y respetuoso que se disfruta por la noche y que está teniendo un gran éxito”, dijo. “Si ofreces al turista más experiencias es más sencillo de repartir, y no queda todo concentrado en el casco histórico de Córdoba”.

“Lo que hace grande a España es que cada uno se sienta orgulloso de sus patrimonios, yo lo estoy de cómo se protege en Córdoba y de cómo lo hacemos nosotros”, dijo Pablo Zuloaga. “Después de una legislaura desastrosa como esta”, bromeó, en referencia a la pandemia, “en Cantabria he tenido la suerte de acabar con un debate de 20 años de cuna del arte paleolítica de España. He conseguido resolver debate político” y se acaban de iniciar las obras de un proyecto, de un museo para divulgar el pasado neolítico en España, que se acabará en 2026. Ese año se cumplirá un siglo justo de la apertura del primer museo de historia de Santander. “Esto va a cambiar mucho la visita a la ciudad. Es un arte que hay que disfrutar en Cantabria”, explicó.

Santiago Sierra se mostró esperanzado en el futuro. “La Unesco tiene la ventaja de ser transversal a todas las administraciones y es oportunidad reivindicarnos todos juntos en una materia que tiene que ver con raíces y esperanzas, además del ocio y el tiempo libre”, detalló, al tiempo que concluyó que “el perfil del turista es cada vez más sofisticado”.

Al contrario de la dicotomía entre conservación y turismo, Sierra sostuvo que “la Unesco tiene que velar” por la protección pero también por que las “aspiraciones” de muchos territorios “se vean colmados” y exista un retorno económico a través del turismo.

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