MEMORIA HISTÓRICA
Reconstruyendo la memoria de sus padres desde Polonia a la Guerra Civil española
Karol Szurek, Victoria Pacha y Joseph Lorski son polacos. Es la primera vez que pisan la provincia de Córdoba y lo hacen para reconstruir la historia de sus padres, brigadistas voluntarios que lucharon en la Guerra Civil en distintas zonas de España. Esta semana, han llegado al municipio de Valsequillo (Córdoba), en la comarca del Guadiato, donde se libró uno de los episodios más cruentos de la guerra española y donde actualmente se estudia la ubicación de varias fosas, en las que los documentos y testimonios dicen que yacen los restos de los brigadistas que cayeron en la batalla.
A Karol, Victoria y Joseph los acompañan tres jóvenes polacos, uno italiano y un grupo de personas de la Asociación de Amigos de las Brigadas Internacionales de España, en contacto con sus homólogos de los países que, como Polonia e Italia, tuvieron a voluntarios luchando en la Guerra Civil en defensa del orden legalmente establecido de la República. Hasta esta zona de Córdoba llegó la 13ª Brigada Internacional y uno de sus batallones, el denominado Chapayev –integrado por soldados de hasta 21 nacionalidades– se destinó en abril de 1937 al frente que tenía por objeto recuperar varios pueblos: Valsequillo, La Granjuela y Los Blázquez. Y a su llegada en tren a Valsequillo, en la misma estación, se libró uno de los episodios más importantes de esta batalla.
Ahí mismo, ante los restos de la que fuera la estación de Valsequillo, los tres hijos de brigadistas han conocido cómo se desarrolló la toma del pueblo que acabó con la vida de alrededor de una treintena de ellos. Frente a los muros del viejo apeadero, Karol, Victoria y Joseph han escuchado de boca del historiador Manuel Vacas -que trabaja en la documentación que reconstruye este episodio de la Guerra Civil para poder ubicar las fosas de los brigadistas-, cómo fue su lucha en aquel abril de 1937 y durante los tres meses que estuvieron allí destinados. De aquellos meses en los que los brigadistas consiguieron hacerse con el pueblo, para la posteridad y la historia quedan las imágenes de los fotoperiodistas Gerda Taro y Robert Capa.
Una historia construida con pequeñas historias personales. El padre y la madre de Joseph eran, ambos, médicos en las brigadas internacionales. Cuenta que se conocieron en España, precisamente, en el hospital de Benicasim (Castellón). Se sabe que a ese hospital derivaban a brigadistas heridos en batallas en la provincia de Córdoba, cuando se habían recuperado inicialmente pero les quedaba aún un largo periodo en el hospital, relata la historiadora Carmen Jiménez que también acompaña al grupo en este reencuentro. Karol, por su parte, cuenta que su padre estuvo en múltiples batallas en la Guerra Civil y, seguramente, también en las del norte de Córdoba, en esta zona del Guadiato, como el padre de Victoria, dice ella.
Ante la vieja estación, con emoción, los tres han conocido cómo la toma de Valsequillo por los brigadistas se produjo al alba del 4 de abril de 1937. El bando franquista se había hecho fuerte en este lugar. Se habían atrincherado, habían construido troneras y nidos de ametralladora. A la llegada del batallón de brigadistas internacionales, después de viajar en tren durante la noche, se produjo un fuerte combate para tomar el control de la estación, que era un punto estratégico, antes de avanzar hacia el pueblo.
Los tres hijos de los brigadistas polacos han podido reconstruir cómo en este episodio de la Guerra Civil se libró un primer combate en la estación, un segundo a poca distancia en un puente y hubo un tercer punto de batalla donde el bando franquista había instalado una ametralladora en la torre de la antigua iglesia de Valsequillo. En estos episodios murió una treintena de brigadistas, que fueron enterrados posteriormente por sus compañeros, una vez se hicieron con el control del pueblo.
La documentación y los testimonios hablan de dos posibles fosas, al menos, de brigadistas. Un enterramiento en la propia estación de tren, donde un maquinista que fue miliciano contó que los cuerpos se inhumaron con unos rosales para recordarlos, y otro enterramiento en el antiguo cementerio de Valsequillo, hasta donde también llegaron los restos de los combatientes en otros puntos de la comarca, que fueron enterrados allí.
Hasta aquel antiguo cementerio también han llegado ahora Karol, Victoria y Joseph, para honrar la memoria de los brigadistas que, como sus padres, lucharon en esta guerra, como voluntarios, tan lejos de su país. Entre las cuatro paredes blancas del que fue camposanto del pueblo -en uso solo hasta los años inmediatamente posteriores a la Guerra Civil-, solo se ven cuatro lápidas en recuerdo de caídos en este episodio. Una de las cruces recuerda a un joven checo que murió en 1937 y otra a un español fusilado en noviembre de 1936 “por sus ideales demócratas”, reza la lápida.
En este lugar se sabe que se produjeron enterramientos hasta el mismo 1939, año del fin de la guerra. Los republicanos tomaron Valsequillo en abril de 1937, pero en noviembre de ese mismo año, el bando franquista volvió a ostentar el control. Hubo entonces más episodios de represión, más fosas de personas represaliadas, hasta el final de la guerra.
En todo ese tiempo, se calcula que en esta zona lucharon 160.000 combatientes y murieron 8.000 personas. Bajo el mando franquista, hubo incluso improvisados campos de concentración para unas 20.000 personas.
Las vieja estación, el antiguo cementerio y todo el pueblo quedaron arrasados por completo en la Guerra Civil y hubo de reconstruirse totalmente después. La memoria de este municipio se guarda en un espacio musealizado que, precisamente, muestra las consecuencias de la guerra en el pueblo y cómo hubo de volver a levantarse prácticamente por completo durante varias décadas. Levantarse y reconstruirse, como ahora tratan de hacer con su memoria los hijos de los brigadistas voluntarios que llegaron hasta España para luchar en la Guerra Civil.
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