Son unos zapatos negros de mujer. O lo que se conserva de ellos. Pero ya es mucho más que los restos que quedan de quien los llevaba puestos cuando la fusilaron. Una mancha negra y apenas unos huesos muestran que fue rociada probablemente con gasolina y quemada en la fosa común donde se amontonan decenas de cuerpos. Sucedió en Hinojosa del Duque (Córdoba), en la que es una de las mayores fosas de represaliados de posguerra en la provincia cordobesa, repleta de ejecuciones por sentencia militar al término de la Guerra Civil.
Los trabajos de localización y sondeo de esta fosa en el cementerio de Hinojosa del Duque han sacado a la luz en tres semanas la memoria de lo que ocurrió en 1939 en esta localidad y otros pueblos de alrededor en el norte de la provincia cordobesa, donde no hubo frente de batalla y se produjo el fusilamiento –“con carácter ejemplarizante”- de decenas y decenas de personas ligadas a la izquierda y la República. Todo ello quedó documentado, sentencia a sentencia, nombre a nombre, y ha sido la principal base de estudio para poder localizar ahora la fosa.
“Sabemos que aquí hay entre 130 y 140 personas, puede que 150 incluso, que fueron ejecutadas y enterradas de 1939 a 1940”, explica a Cordópolis la coordinadora de los trabajos sobre la fosa, Carmen Jiménez. Ella, historiadora, junto a un arqueólogo, un antropólogo y dos auxiliares de Arqueología, han logrado certificar los fusilamientos con el hallazgo de los represaliados: en una cata sobre el terreno de apenas 2,70 x 4 metros han hallado los restos de 25 personas -dos mujeres y el resto varones-. “Y sabemos que debajo hay muchas más”, apuntan.
Los nombres y apellidos de los ejecutados figuran en los fondos del Archivo Militar de Sevilla. Incluso aparecen con algunos datos físicos, que ha ayudado a los expertos a realizar el perfil antropológico de las víctimas. La mayoría eran de Hinojosa del Duque, pero también de otros pueblos cercanos como Belmez, Fuente La Lancha o El Viso. “Tras la Guerra Civil, fueron condenados en las plazas de sus pueblos, tenemos las sentencias de cada uno de ellos. Eran trasladados a la cárcel de Hinojosa y ejecutados sobre las 5:00 por un pelotón de fusilamiento en el cementerio”.
Con esa documentación, las diligencias de enterramientos y los testimonios orales que han recogido, se sabe -por ejemplo-, que las dos mujeres halladas en la fosa son Carmen Aranda Caballero, ejecutada cuando tenía cinco hijos y se sospecha que embarazada del sexto, y Leonor Expósito Palomo, condenada a muerte a la vez que su madre y una hermana lo fueron a 30 años de cárcel. O se conoce también la historia de uno de los varones hallados, que no fue fusilado: murió en la cárcel, a la edad de 69 años, esperando su ‘juicio’. Y, sin sentencia, también fue amontonado en la fosa común. El Ayuntamiento de Hinojosa del Duque prevé publicar ahora el listado con los nombres de las personas que fueron enterradas en la fosa del cementerio, para buscar a familiares y poder identificar plenamente los restos.
Allí mismo, a pocos metros del muro original del camposanto que aún se conserva, cavaron unas zanjas de apenas 30 centímetros de anchura y las personas represaliadas fueron “amontonadas”, sin atisbo de un mínimo respeto final por el descanso del cuerpo de un fallecido, sino todo lo contrario. Los especialistas han comprobado que unos cuerpos estaban encima de otros, simplemente rellenando la zanja hecha. Y si no cabían, se hacía de todo hasta que cupieran. “Hemos comprobado cómo los huesos de la cadera de una de las personas estaban fracturados post-mortem. Si al echar el cuerpo en la fosa sobresalía, lo han empujado o golpeado con tal fuerza que han roto el hueso”, cuenta los expertos de la empresa Aranzadi que se ha hecho cargo de los trabajos, describiendo lo que consideran el “ensañamiento con los cuerpos”.
Y, como la mujer de los zapatos, muchos cadáveres de represaliados fueron quemados con un líquido acelerante, quedando ahora una huella negra en la tierra donde fueron enterrados. “Son evidentes signos de violencia”, ejecutados sobre los cuerpos, aparte de la munición que ha sido hallada en la fosa, alojada en algunos huesos, y que certifican los fusilamientos que acabaron con la vida de estas personas.
“Aquí echaban sacas de personas”, explica Jiménez sobre la magnitud de las ejecuciones y enterramientos hechos en la fosa. Con la cata arqueológica hecha, han podido verificar que existen dos zanjas llenas de cuerpos, que al menos hay una tercera en paralelo y que la longitud de las mismas es mucho mayor de lo que han podido excavar hasta el momento. “Aquí podría haber cerca de 150 personas”, reiteran.
Les preocupa la conservación de los restos. “Están en muy mal estado”, por la combustión a la que fueron sometidos, por el ácido de estas tierras que “se come los huesos”. Por eso, tras concluir los trabajos, a cargo del Ayuntamiento y dotados económicamente por la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP) solo para hacer el sondeo y certificar el hallazgo de los cuerpos, han vuelto a tapar con tierra la fosa, hasta que la administración disponga el presupuesto necesario para realizar la exhumación de los restos.
El equipo de especialistas ha documentado todo lo hallado, registrando cada detalle de la fosa, y entregará ahora un informe de necesidades para poder evaluar los requisitos con el objetivo de abordar la exhumación de los cuerpos cuanto antes y de seguir la prospección de la fosa al completo. El paso del tiempo juega en contra para obtener las pruebas de ADN de los restos, de sus familiares, cruzarlos e identificar genéticamente a las personas represaliadas y, finalmente, poder darles una sepultura digna más de 82 años después de su ejecución.
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