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El limbo de las familias sirias refugiadas en Córdoba: con ayudas para el alquiler pero sin dueños que les arrienden sus pisos

Familias sirias refugiadas con problemas para alquilar un piso

Alejandra Luque

13 de septiembre de 2021 05:30 h

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Heba y su familia llegaron a Córdoba hace ya cinco años, huyendo de la guerra en Siria. Durante este lustro, aumentaron la familia y sienten la ciudad como el territorio que les ha dado la oportunidad de seguir viviendo. Les ha salvado. Han accedido a trabajos precarios y han subsistido con ayudas, pero tener un techo en el que vivir les generaba toda la tranquilidad que perdieron en Siria. Unas ayudas de Vimcorsa, asociadas al alquiler en una nueva vivienda, han sido el alivio de estas familias. O eso creían. Ahora, la lucha está en encontrar propietarios que accedan a alquilarles su vivienda. Tres meses después de una intensa búsqueda, los resultados han sido infructuosos.

Heba, su marido y sus tres hijos constituyen una unidad familiar mientras que sus padres y sus tres hermanos, otra. Todos ellos fueron reconocidos como refugiados, consiguiendo protección internacional durante dos años, lo que implica manutención y ayuda para el alquiler y para adquirir el idioma. Una vez finalizada esta protección, ambas familias acudieron a las administraciones locales para conocer qué ayudas podían recibir.

Dada la extrema vulnerabilidad y precariedad económica, Vimcorsa les ha concedido a Heba y a su familia esta ayuda para el alquiler mediante la cual sólo tienen que aportar una mínima parte de la renta mientras que el resto es abonado por la empresa municipal. A ello se une el subsidio por desempleo que cobra su marido, que estuvo durante varios años trabajando en Córdoba.

El caso de los padres de Heba es más complejo: el progenitor tiene una discapacidad y la familia cobra el Ingreso Mínimo Vital, además de la ayuda para el alquiler de Vimcorsa, la misma que la de su hija. Una vez que la familia paga su parte, que es la más pequeña, Vimcorsa ejecuta el resto del pago directamente al propietario, por lo que el presupuesto destinado a cada familia no pasa por ella sino que es la propia entidad municipal la que lo controla.

Con esto bajo el brazo, la batalla por encontrar piso está siendo imposible, asegura Heba. “Los propietarios no quieren extranjeros y las inmobiliarias no pueden hacer nada contra eso. Aunque tengamos esa ayuda nos piden una nómina, pero no tenemos trabajo. No lo tienen los españoles, ¿lo vamos a tener nosotros?, se pregunta esta joven de 27 años.

A pesar de que Vimcorsa otorga estas ayudas, Heba reconoce que el retraso en los primeros pagos por parte de la administración también dificultad poder acceder a una vivienda. “A veces, el retraso se acumula y al propietario no le pagan los tres primeros meses. Entonces, te llama el dueño y te dice que Vimcorsa aún no le ha pagado. Yo le entiendo también ya que tiene todo el derecho de recibir el pago mes a mes”.

A su vez, Heba explica los problemas que tanto ella como su familia han tenido en su anterior piso, del que están inmersos en un procedimiento de desahucio, por lo que lo han abandonado. Cuenta que se ha mudado hasta en tres ocasiones. “Nos decían que los niños hacían ruido. Son niños. Nosotros no vamos a la playa y no salimos a comer o a cenar. Yo estudio español y los niños están en la casa. Una vez fui a ver un piso y me dijeron que niños, no. ¿Cómo que niños no? Son mis hijos. En otra ocasión también nos dijeron que hacíamos ruido por las noches. ¿Sabes por qué? Fue en Ramadán. Durante el día no comemos y es por la noche cuando tenemos que cocinar y comer. ¿Cómo me mantengo si no durante el día?”.

Ya que esta ayuda es de nuevo acceso, no pueden utilizarla para afrontar los gastos en la que se encuentran. Su madre, por ejemplo, “a duras penas está pagando el alquiler” y Heba y su familia han tenido que mudarse con su suegra. Asegura que le ha remitido hasta tres escritos al alcalde de Córdoba, José María Bellido, para que sea conocedor de la situación que atraviesan las familias sirias de Córdoba ya que, afirma, “es generalizada”.

“Al primero no me contestó pero tras el segundo me llamó una trabajadora social, aunque me dieron pocas soluciones. Y yo entiendo al alcalde. Tiene muchos ciudadanos a los que atender y nosotros somos unos más”. Esta dificultad para encontrar vivienda también la ha sufrido su suegra, que regenta el restaurante Damasquino, en la calle Lucano. “Hace un mes que llegué al piso en el que estoy después de estar ocho meses buscando. Y todo ha sido gracias a una persona de confianza. Aún así, he tenido que pagar hasta tres meses por adelantado”. El plazo para encontrar nueva vivienda expirará el próximo mes de diciembre. Una vez firmado el contrario, la ayuda se alarga durante todo un año.

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