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María Berral

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Hacer botellón en la calle antes de entrar en la discoteca es una actividad 'normalizada' entre los jóvenes desde hace años. En las últimas semanas, los vecinos de algunos barrios de Córdoba están aumentando sus quejas, coincidiendo con la mayor concurrencia de personas en la calle tras el fin de las restricciones de la pandemia. ¿Cuáles son los motivos por los que los jóvenes se reúnen para beber en las calle? Cordópolis se ha ido de botellón para conocer sus razones.

Como contexto, las quejas de los vecinos: los residentes de barrios como Ciudad Jardín o El Santuario alertan del ruido, altercados y daños en el mobiliario de algunos de los negocios cercanos. Desde la asociación de vecinos del Santuario, Rafael Carmona, destaca que no tienen “nada en contra de los jóvenes”, solo de los comportamientos de algunos cuando se concentran en zonas como la Calle Arquitecto Sáez de Santa María o la Calle Escritor Vargas Machuca.

En estos pasajes es donde “se juntan grupos bastantes numerosos que hacen mucho ruido y están hasta muy tarde” -cuenta- y añade que “lo dejan todo sucio”. Estos son los problemas que expone Rafael de parte de los vecinos de la zona. “Los jóvenes tienen que estar donde quieran, el problema es cuando generan problemas en los jardines y el mobiliario”. Al igual que él, Antonio Gallego, presidente de la Asociación Nueva Ciudad Jardín señala que se encuentran “disgustados y molestos”. “No nos oponemos a un equilibrio y un ocio sano, pero sí al desfase”.

De hecho, por las denuncias de los vecinos, desde la noche de este viernes, patrullas conjuntas de Policía Nacional -con la Unidad de Prevención y Reacción (UPR)- y Policía Local, vigilarán para prevenir estas aglomeraciones en la zona de Costa Sol.

Los motivos de los jóvenes

En la noche del jueves varios chicos y chicas compartían con este periódico los motivos por los que hacen botellón. Todos eran estudiantes pero, la mayoría, al ser de Córdoba, viven con sus padres, un motivo por el que se van a beber a la calle. “Estar en una casa con tus padres y tus amigos es un poco incómodo”, explica una chica que se encontraba con su grupo de amigos en los Jardines de la Victoria.

Sin embargo, aseguran que si tienen la posibilidad, prefieren estar en un piso. Aunque es sobre todo “ por la cercanía” a la discoteca a la que vayan a entrar después, por lo que les conviene más reunirse fuera de casa. Otro de los grandes problemas que exponían estas jóvenes es el elevado precio de las consumiciones dentro de los diferentes locales, un argumento repetido por los estudiantes consultados.

Las 21:30 o 22:00, más o menos, es la hora a la que comienzan a reunirse en estas zonas, para entrar a la discoteca sobre las 23:00, detalla otro grupo de jóvenes. Rafa, junto a sus amigos, vuelve a recalcar que, además de por no tener piso de estudiantes, se reúnen en los jardines “porque te cobran 10 euros la entrada (al local) con una consumición, y después, cada bebida son 8 euros”. Unos precios que no están al alcance de los bolsillos de los estudiantes: “Si tuviéramos dinero nos iríamos a un bar a beber”.

En un grupo de otros siete chicos, todos coinciden en que “deberían de establecer un botellódromo” y explican que su grupo suele elegir zonas donde no molesten a los vecinos. “Aquí, ahora mismo, no creo que los vecinos se enteren”, expone un chico del grupo que se encontraba en los Jardines. “Aquí molesta la gente que se deja esto”, aclara otro joven señalando las bolsas y botellas en el suelo. Los diferentes grupos de chicos y chicas coincidían en que, a veces, los vecinos generalizan cuando hablan de los problemas que supone esta actividad. “Sí generalizan. Porque hay distintos comportamientos, nosotros, por ejemplo, lo recogemos todo”, afirmaba J. Vázquez.

Por el contrario, Ana Almazán, estudiante de Biología, explica que “los jóvenes no se preocupan por las molestias que puedan causar porque somos egoístas y vamos pensando en pasarlo bien”. En algunas ocasiones, afectados por el alcohol, dice que “la gente hace cosas que no está bien, como dejarlo todo tirado. Si lo recogiésemos todo el mundo, sería más fácil”. En cuanto a las quejas por el ruido que manifiestan los vecinos, igual que J. Vázquez, reitera que “se generaliza porque por unas personas que hagan unas cosas mal, no todo el mundo lo hace mal” e, incluso, apunta, “hay gente a la que no le gusta ir de botellón”.

El botellón se mueve a casa

A pesar de quienes salen a la calle para beber alcohol, en Ciudad Jardín a cada minuto las puertas de los bloques de piso se abren para dar paso a grupos que van a pasar la noche con sus amigos en un piso de estudiantes. Y es que la mayoría de jóvenes están cambiando el lugar donde realizar el botellón y prefieren hacer tiempo en casa antes de irse a algún local.

Así lo explica, Fran J. Fernández quien, junto con su grupo de amigos, elige quedarse en casa cuando quedan un fin de semana para salir. Aunque en alguna ocasión también se han desplazado a la vía pública, ahora prefieren, asegura, quedarse en casa. Entre los motivos está el frío, “estar de pie en la calle” o “ posibles problemas con personas que tengas a tu lado”.

Por otra parte, Ana, admite que cada semana se reúne con sus amigos y amigas en un piso de estudiantes porque “no me puedo permitir el lujo de pagar 8 euros por cada cubata”. La estudiante lo dice claramente: “No tenemos una economía tan fuerte que nos permita pagar 8 euros la copa, más la entrada al local”.

Nuevas medidas policiales

El pasado mes de agosto, agentes de la Policía disolvían un botellón en el que participaba un centenar de chicos y chicas en Trasierra. Debido a sucesos como este, los vecindarios han pedido más intervención policial y “que se haga caso a las denuncias individuales”, como en la Asociación de Ciudad Jardín, con el inicio del curso académico.

Esa presencia policial “en la última semana ha aumentado”. Y este mismo fin de semana, por primera vez, la Policía Nacional y la Local patrulllarán de forma conjunta por Costa Sol y aledaños, para evitar aglomeraciones y mayores molestias a los vecinos.

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