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El bisonte, listo para regresar a Córdoba 10.000 años después

Uno de los bisontes del programa nacional

Alfonso Alba

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En la última glaciación, los bisontes se extinguieron en toda Europa y solo resistieron en la Península Ibérica. Durante 1,2 millones de años, estos enormes animales herbívoros convivieron en las sierras y valles de lo que hoy es España. Pero hace 10.000 años, mucho antes de que se fundaran países y se fijaran fronteras, 7.000 años antes de que se asentara una población incipiente en lo que hoy es Córdoba, el bisonte se extinguió. Pero puede volver. De hecho, el bisonte ya ha regresado a Andalucía, a una finca en Andújar donde de manera experimental se ha reintroducido esta especie animal que en su vuelta podría incluso convertirse en el gran bombero que hace falta para evitar que los incendios forestales sean cada vez más voraces.

Fernando Morán es un veterinario natural de Asturias y el responsable del Centro del Bisonte Europeo en España. Desde el año 2009 lidera un proyecto que ha logrado que en estos años hayan nacido en España 52 bisontes, y que poco a poco se vayan creando núcleos de población de esta especie, declarada en peligro de extinción, por todo el país. Ahora mismo, en España hay unos 150 bisontes repartidos en unos 35 centros de cría. El año pasado, en una dehesa de 1.000 hectáreas de Andújar, se introdujo un grupo de bisontes. Y una vez que se evalúe este proyecto, de un año de duración, está previsto que salgan nuevas fincas en las que reintroducir esta especie. Tres de ellas están en Córdoba: una, Las Monteras, es propiedad de la Junta de Andalucía, tiene casi 6.000 hectáreas y se localiza en Villanueva del Rey; las otras dos están en Hornachuelos.

La llegada del bisonte a Córdoba está pendiente del éxito del proyecto en Andújar y de la voluntad de la Junta de Andalucía. En Andújar se está probando el comportamiento de este gran herbívoro en la dehesa. Según Morán, de manera preliminar se puede afirmar que el bisonte no se come las encinas milenarias sino que al contrario ayuda a despejar la dehesa, a descargar todo el combustible vegetal que la pondría en peligro durante un incendio forestal y que despeja de zarzas amplias zonas.

El bisonte europeo es el mayor mamífero salvaje terrestre existente en Europa. Un macho puede superar los 1.000 kilos de peso. Pero su espectacular tamaño se observa de perfil, ya que puede alcanzar una longitud de tres metros. Al final de la I Guerra Mundial murió en Bialowieza el último gran bisonte europeo. Desde entonces, el gobierno de Polonia, cuna de estos enormes mamíferos, trabaja en la recuperación de la especie que, según Fernando Morán, podría convertirse en el gran bombero de extensas fincas forestales. Pero también contribuir, por sí mismo, a mantener una biodiversidad cada vez más en peligro por el progresivo abandono de las sierras.

El 'bombero' contra los incendios forestales

El bisonte europeo no es agresivo, no embiste y no emigra. Son condiciones, sostiene Morán, perfectas para su reintroducción. Su presencia no va a poner en riesgo a otras especies y tampoco va a entrar en conflicto con la población. “El bisonte es idóneo para restaurar procesos naturales en zonas rurales abandonadas, allí donde vivió antes de que lo extinguiéramos y en Iberia esa situación es cada vez más común”, explica. “El bisonte europeo aporta biodiversidad inmediata. Abre espacios en zonas cerradas de bosque y matorral donde entra la luz y sale la hierba, beneficiando a múltiples especies mediante su alimentación y desplazamiento”, explica.

Morán ejemplifica el “trabajo diario” de estos animales, que “limpian y clarean zonas de matorral y bosque cerrado”, “llega donde el ganado” no puede “debido a su comportamiento de especie silvestre y disminuye la biomasa y carga de combustible”. Además, el bisonte actúa como una especie de “desbrozadora viva”, ya que el 30% de lo que come al día es fibra de madera. El 70% es hierba. Morán detalla cómo en Andújar se ha comprobado que al eliminar zarzas la hierba ha vuelto a brotar en amplias zonas de la dehesa. Además, con su cornamenta abre nuevas rutas en la vegetación a la que otros animales no pueden llegar.

Por su biología y comportamiento, el bisonte puede desplegarse en las zonas abandonadas por la ganadería extensiva. “Sin bocas que coman esto se cierra y arde”, detalla Morán, en un amplio informe. “No es capricho: fauna, flora y paisaje han evolucionado durante millones de años en un sistema de muchos y grandes herbívoros, primero salvajes y luego domésticos”. Esto ha cambiado en muy poco tiempo. “España tiene un grave problema ecológico”, reflexiona este veterinario. “Lo abandonado necesita carga herbívora serie y las especies menores (corzo, ciervo, cabra montés) no son suficientes. Por eso no queda especie más adecuada por su biología que el bisonte”, agrega.

Por último, el proyecto apunta algo no menos importante: que los bisontes ibéricos pasen de las pinturas de las cuevas de Altamira a la realidad. El ecoturismo de estos animales ya es una realidad en las zonas donde ya viven estos nuevos bisontes.

El objetivo del proyecto pasa por que algún día pueda haber manadas de bisontes en libertad, con una población de unos 1.000 animales. Morán no se atreve a poner una fecha, ya que todo dependerá de la voluntad política y de que el Gobierno considere que no se trata de una nueva especie sino de la recuperación de una que ya existía. Mucho antes de que hubiese Gobierno.

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