Amaneceres a las 5:55 en junio: esto es lo que ocurriría en Córdoba si se mantuviera el horario de invierno
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha propuesto a la Unión Europea acabar con el cambio de hora a partir del 2026. El planteamiento ha llegado en la misma semana en la que se producirá un nuevo cambio de hora, para adaptarse al horario de invierno. Será en la madrugada del sábado al domingo.
La Comisión Europea ha respaldado la petición de España. “Aunque este cambio de hora estacional puede no ser uno de los aspectos más importantes de la agenda política de la UE, es un tema que reclaman millones de ciudadanos de la UE”, ha dicho el comisario de Energía y Vivienda, Dan Jogersen. “Pueden contar con la Comisión para apoyar la búsqueda de una posición común en la UE”.
La propuesta pasa por mantener el horario de invierno, que es el que se activará en la madrugada del sábado al domingo. Pero, ¿qué supondrá para una provincia como Córdoba que en un verano con tantas horas de luz el horario sea el de invierno?
Un amanecer antes de las seis de la mañana
En Córdoba, el impacto sería muy visible. Si España adopta el horario de invierno (UTC+1) de manera permanente, en el mes de junio el sol saldría a las 5:55 de la mañana, una hora antes de lo habitual. Ahora, con el horario de verano (UTC+2), el amanecer en pleno solsticio se produce alrededor de las 6:55.
Durante julio y agosto, el amanecer llegaría entre las 6:05 y las 6:30, y en septiembre, a las 6:55. En paralelo, el sol se pondría también una hora antes: a las 20:42 en junio (frente a las 21:42 actuales) y tan pronto como a las 19:15 en septiembre.
Aunque la cantidad de luz solar diaria sería la misma, el horario de reloj se ajustaría hacia el comienzo del día, lo que modificaría los hábitos cotidianos de la población. Las primeras horas de luz coincidirían con un momento en el que buena parte de la ciudad aún duerme, y las tardes se acortarían notablemente.
El cambio supondría una pequeña revolución en la vida social y económica de Córdoba, especialmente en los meses de verano, cuando la actividad se desplaza hacia las horas de menor calor.
Con el horario de invierno permanente, las terrazas, bares y actividades culturales verían la luz del atardecer desaparecer antes de las nueve de la noche, afectando a los hábitos de ocio y al turismo. La ciudad, acostumbrada a cenar o pasear con luz hasta bien entrada la noche, viviría tardes más breves y un ritmo horario más centroeuropeo.
Por el contrario, los trabajadores agrícolas y los madrugadores serían los grandes beneficiados. Las jornadas podrían comenzar con luz natural desde las seis de la mañana, algo que mejoraría la eficiencia energética en actividades matinales y reduciría el uso de iluminación artificial en las primeras horas del día.
Córdoba, una de las provincias más afectadas
Por su posición geográfica —más occidental que otras capitales andaluzas—, Córdoba sería una de las provincias españolas donde más se notaría el cambio. Al situarse casi en el extremo oeste del huso horario europeo, el desfase entre la hora oficial y la solar es más pronunciado: el mediodía solar real se produce alrededor de las 13:50, no a las 12:00.
Si se elimina el horario de verano y se mantiene el de invierno, ese desfase se reduciría ligeramente, pero las tardes se harían mucho más cortas. En palabras de astrónomos y expertos en cronobiología, “el reloj se acercaría más al sol, pero la vida social se alejaría de las costumbres actuales”.
Efectos en la salud y la economía
Los defensores de mantener el horario de invierno permanente argumentan que el cambio reduciría los trastornos del sueño y mejoraría la sincronización con el ritmo biológico natural, especialmente en niños y mayores. Sin embargo, sectores económicos como la hostelería, el comercio o el turismo alertan de que perder una hora de luz por la tarde tendría un impacto negativo en las ventas y en el atractivo de los espacios al aire libre.
En Córdoba, donde el calor condiciona los horarios, el cambio podría desplazar muchas actividades hacia las primeras horas de la mañana, alterando la tradicional rutina estival de vida nocturna. Además, el ajuste horario repercutiría en el consumo eléctrico: menos gasto matutino, pero más encendido de luces en la franja vespertina.
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