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MAYO FESTIVO CRÓNICA
Alegría y color caminito de Santo Domingo

Romería de Santo Domingo

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“Caminito de Santo Domingo, iba una mañana florida de abril”. Así arranca una de las canciones populares más emblemáticas de Córdoba. La compuso el insigne Ramón Medina a principios de la década de los cincuenta -del siglo XX- para dar música a una de las más conocidas celebraciones de la ciudad.

Es, claro está, la romería de Santo Domingo, que suele anticipar, aún en abril, su Mayo Festivo. Olvidados los tiempos de pandemia de Covid-19, la cita recobra su vitalidad poco a poco. El hecho es que este domingo ha tenido lugar el trayecto desde el centro de la capital hasta el Santuario de Scala Coeli, como siempre con colorido y buen ambiente. 

“La romería va en caravana, muy de mañana”, continúa la copla de Medina. En efecto, en torno a las nueve y media de la mañana ha comenzado el camino hasta la sierra. La salida, como es habitual desde hace años, se ha producido desde la avenida de República Argentina. Desde este punto se han desplazado más de un centenar de jinetes y amazonas, que han devuelto gran parte del protagonismo perdido al caballo.

También han participado de alegre comitiva carruajes y carrozas, probablemente lo más llamativo año tras año. Hasta una docena de montajes en vehículo han hecho el recorrido de unos diez kilómetros, como siempre con la animación de quienes van en esos escenarios móviles.

Por supuesto, el evento se ha desarrollado como marca la tradición, con una misa en honor a San Álvaro de Córdoba ya en el santuario que fundó antes de dar definitiva rienda suelta a la fiesta. La convivencia, la música y el buen yantar se han conjugado una vez más en la explanada de Scala Coeli, un enclave magnífico para otear en el horizonte un mayo siempre muy esperado. No es ésta, por cierto, una celebración de reciente presencia en el calendario. La fecha en que compuso Medina su canción ya da fe de ello. Aunque ese Caminito de Santo Domingo es más antiguo si cabe, como mínimo del siglo XIX.

Y todo parte, en cierto modo, de una leyenda de 1423, aproximadamente. Entonces, el fundador del dominico santuario, San Álvaro de Córdoba, acudió a la ciudad para obtener sustento para sus hermanos. Sin embargo, el religioso se encontró con un hombre semidesnudo, plagado de llagas y próximo a la muerte. Le cubrió con su capa y lo trasladó consigo a Scala Coeli.

Cuenta esa historia que, tras buscar al resto de frailes, el individuo se convirtió en la talla de un Crucificado. Es el Cristo de San Álvaro, que cada Viernes de Dolores sale en Vía Crucis por el entorno del edificio monacal. La peregrinación, con los decenios, se hizo popular y festiva, pero sin obviar el componente religioso.

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