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Sima de Cabra: donde nació la espeleología española

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Carmen Reina

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En el horizonte más elevado de Cabra, la sierra que lleva su mismo nombre guarda un tesoro en sus entrañas: la Sima de Cabra, una cavidad natural que se hunde verticalmente en la montaña y que tiene tras de sí siglos de literatura y un hito histórico, ya que su exploración supuso el inicio de la espeleología en España.

Situada a unos 800 metros de altura, un sendero marcado desde el mismo municipio indica el camino que lleva a los pies de este abismo que durante siglos y antes de poder ser explorado tuvo un halo de misterio a su alrededor. Una imponente higuera parece hacer las veces actualmente de centinela de la cavidad que, con una boca de siete metros de diámetro y una caída en vertical de 116 metros, se abre hasta llegar a los 23 metros en su base en una peculiar forma de campana a lo largo de la cual se distribuyen varias vías y salas.

Todos estos datos certificados ya a base de repetidas incursiones en su interior, fueron todo un misterio a lo largo de siglos de historia donde la Sima de Cabra era conocida sólo exteriormente y citada por sucesivos escritores que plasmaban lo incierto de su interior. De hecho, las primeras referencias históricas de la cavidad se remontan al siglo X, cuando en época musulmana el historiador Al-Himyari hace referencia a su entorno como las ‘Montañas de la Sima’ y cita intentos de arrojar a su interior a esclavos o taponar la cavidad con “paja y yerba”.

Más tarde, el poeta sevillano Juan Padilla ‘El Cartujo’ (siglo SXV) considera la Sima de Cabra como una de las doce entradas al infierno en su poema ‘Los doce triunfos de los doce apóstoles’, donde los condenados se alcanzan a ver desde la boca de la cavidad. Pero sin duda el escritor que más recurre la Sima de Cabra en varias de sus obras es Miguel de Cervantes, que la cita en hasta tres de sus libros. “Otra vez me mandó que me precipitase y sumiese en la Sima de Cabra, peligro inaudito y temeroso y que le trajese particular relación de lo que en aquella oscura profundidad se encierra”, narra en ‘El Quijote’.

Cervantes, que visitó la villa de Cabra y allí permaneció un tiempo, también habla de esta gruta natural en ‘El viaje al Parnaso’, donde muestra el temor al abismo de la cavidad inexpugnable entonces: “Se da por aviso particular que si alguna madre tuviera hijos pequeñuelos traviesos y llorones, los pueda amenazar y espantar con el coco diciéndoles: Guardaos, niños, que viene el poeta Fulano, que os echará con sus malos versos en la Sima de Cabra”. Y en una tercera obra, ‘El celoso extremeño’, Cervantes vuelve a mencionar esta particular cavidad: “¡Éste sí que es juramento para enternecer as piedras!¡Mal haya yo si más quiero que jures, pues con solo to jurado podías entrar en la misma Sima de Cabra!”.

En realidad, la primera vez que alguien bajó hasta lo más profundo de esta abertura natural en la montaña fue en 1683, cuando el oficial de cantería Fernando Muñoz Romero se presentó como voluntario para descender la sima en busca del cuerpo de un vecino, al parecer arrojado a su interior para encubrir un asesinato. Y así, descendido con rudimentarios tornos de cuerda desde el exterior, Muñoz Romero localizó el cuerpo y narró por primera vez cómo era la cavidad, a la que tanto temor se le tenía que los documentos de este episodio cuentan cómo el voluntario se confesó con un sacerdote antes de bajar al fondo de la sima: “Descendió Muñoz Romero con dos hachas encendidas en presencia del corregidor, de un escribano, de muchos clérigos y frailes y más de trescientas personas de la villa”. Y cuando terminó su misión, “todos los circunstantes le recibieron con gran regocijo y admiración, pues creían no volverlo a ver más”.

Pero el hito que marca en la historia el comienzo de la espeleología moderna en España se fecha en 1841, cuando por primera vez es explorada minuciosamente la Sima de Cabra. La expedición científica la realizan los catedráticos Pedro de Torres y Nicolás Fernández, del Colegio de Humanidades de Cabra, y su tarea duró dos jornadas: la primera en la que descendieron a un perro y una antorcha para conocer el estado de la atmósfera y, en la segunda, en la que bajaron ellos mismos a estudiar la cavidad que desde entonces quedaría detallada.

Desde ese primer descenso científico hasta la actualidad, la Sima de Cabra ha visto desarrollarse la espeleología y sus técnicas, desde los inicios más rudimentarios hasta el desarrollo de los últimos útiles y materiales que hacen su descenso mucho menos dificultoso. Trabajos topográficos, incursiones para descubrir sus salas, vías de acceso y visitas de muchos practicantes de este deporte se han sucedido desde los años 70 del pasado siglo a la actualidad, donde la Sima de Cabra se ha coronado como el bautismo de los pioneros de la espeleología española.

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