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PATRIMONIO
De Roma al siglo XX: el edificio cordobés que conserva huellas de todas las culturas que han pasado por la ciudad

Interior del convento de Santa Clara en Córdoba

Alfonso Alba

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El antiguo convento de Santa Clara es uno de los edificios más desconocidos de Córdoba, y también de los más importantes. En un mismo lugar, en el inmueble se pueden apreciar restos visibles de todas las culturas que han pasado por la ciudad: desde mosaicos romanos, hasta restos paleocristianos, una antigua mezquita omeya y el convento cristiano de Santa Clara. Ahora, en el año 2023, el Ayuntamiento quiere retomar poco a poco un proyecto que lleva dos décadas naufragando: la rehabilitación integral de este convento localizado en la calle Rey Heredia y que se pensó que un día pudiera acoger un Museo de la Ciudad, un servicio del que un municipio tan histórico, patrimonial y turístico como Córdoba carece.

El inmueble está cerrado y abandonado desde los años sesenta del siglo XX. En 2006, y a través de un convenio con Caja Madrid, el Ayuntamiento intentó una restauración integral del edificio para que pudiera abrir sus puertas. En total, la inversión superaba los dos millones de euros. Hoy son necesarios tres millones y medio para que el edificio recupere su antiguo esplendor. Tanto en 2014 como en 2016 el Ayuntamiento logró un presupuesto pequeño con el que realizó intervenciones de urgencia. El objetivo era continuar con pequeñas obras para ir consolidando el inmueble. Pero es algo que no ha continuado por lo que Santa Clara sigue cerrado a cal y canto, y a estas alturas sigue siendo un edificio desconocido no solo para los turistas sino sobre todo para los cordobeses.

Ahora, en el Consejo Rector de la Gerencia de Urbanismo del próximo martes se aprobará una transferencia de capital para financiar las obras de rehabilitación y restauración de la torre alminar de Santa Clara. En total, se ha presupuesto una intervención de 550.000 euros con la que devolver el esplendor y la accesibilidad a una torre que es visible desde todo el casco histórico protegido por la Unesco, pero que muy pocos vecinos conocen.

La historia del edificio

La iglesia del antiguo convento de Santa Clara (el resto se corresponde con Rey Heredia 22 y algunas viviendas particulares) representa en su estado actual la última fase de un complejo proceso de estratificación arqueológica. La primera fase detectada corresponde a una edificación tardoantigua. El arqueólogo Pedro Marfil lo identificó con una basílica paleocristiana del siglo VI. No obstante, estudios posteriores descartaron este extremo, asegurando que el edificio tenía una función doméstica. El inmueble, no obstante, se alineaba con el cardo romano fosilizado por la actual calle Rey Heredia.

Según los historiadores, no existe una relación física entre este edificio del siglo VI y la mezquita construida a finales del siglo X, más allá del empleo como cimientos de ésta de algunos muros de aquella, ya entonces en estado de ruina. No obstante, la existencia de diversas estructuras pertenecientes a un edificio islámico previo a la mezquita podrían determinar una transición entre ambas edificaciones, de funcionalidad por el momento difusa, que futuras excavaciones deberán clarificar.

Tras la conquista cristiana de Córdoba en 1236 el edificio asiste a una serie de reformas encaminadas a la transformación de la antigua mezquita en iglesia. El alminar se convierte en un campanario, el muro oriental de la iglesia y se dota de una fachada interior al patio.

En 1265, el arcediano Miguel Día compra al infante Don Luis, hermano de Alfonso X El Sabio, las casas que habían pertenecido a la reina Doña Juana de Ponthieu, para transformarlas en convento de las orden de monjas menores de Santa Clara y Santa Isabel. Una vez constituido el convento, todas las transformaciones de la iglesia hasta mediados del siglo XIX vendrán determinadas por las necesidades de la comunidad monástica. Así, y en la segunda mitad del siglo XIV, se reforman las galerías del patio y se construyen pisos altos sobre ellas.

Las deficiencias estructurales de estas construcciones, hoy en día patentes, ya llevaron al colapso de la iglesia, obligando a la reforma del sistema de abovedamiento de la planta baja y a la reconstrucción de la arquería oriental en el piso alto de la iglesia en la segunda mitad del siglo XV. Los mismos problemas estructurales del edificio y los cambios operados en las propias formas de la Contrarreforma darán lugar a la profunda transformación que supone la iglesia barroca del último tercio del siglo XVIII. Tras la exclaustración del siglo XIX, el edificio se transformó brevemente en cuartel y posteriormente volvió a funcionar como convento hasta mediados del siglo XX.

“Usted no es mi obispo, pero yo sí soy su alcalde”

En los años ochenta del siglo XX, el futuro de Santa Clara protagonizó una de las grandes frases, aunque no textual, más recordadas del alcalde Julio Anguita. El propio Anguita lo recordaba en esta entrevista de Cordópolis, en la que matizaba que la frase exacta que dirigió a Infantes Florido no fue “usted no es mi obispo, pero yo sí soy su alcalde”, sino “tómelo como una corrección de quien siendo su alcalde no está bajo la autoridad de su ilustrísima, que es lo mismo pero dicho en fino”.

Se refería a la polémica generada cuando el Ayuntamiento recibió una oferta de la familia de los Kettanis, unos musulmanes de Marruecos. La propuesta consistía en la rehabilitación del edificio y su reapertura como mezquita durante cinco días en semana. Dos días el acceso sería libre y el inmueble se cedería por 50 años. Su cesión estaría cerca de expirar de haberse llevado a cabo.

Finalmente, el proyecto no cuajó tras la polémica y la fuerte oposición que hubo por parte de la jerarquía católica en Córdoba. Desde entonces, Santa Clara se abandonó hasta que en 1996 se intentó recuperar la rehabilitación cediéndola a Caja Madrid. Pero esta caja de ahorros abandonó también el proyecto en el año 2006 y hasta hoy.

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