Los empresarios de la noche acogen con escepticismo la autorización de Urbanismo: “No somos restauradores”
Una tapa de mejillones en un club, el almuerzo en una discoteca y un dulce de postre en la sala de fiestas. Esa es, poco más o menos, la idea que ha puesto sobre la mesa la Gerencia Municipal de Urbanismo para permitir la reapertura de pubs, discotecas, bares de copas y salas de fiesta de Córdoba, que llevan cerrados desde el inicio de la segunda ola.
El anuncio de esta nueva normativa, aprobada el pasado martes, no ha sorprendido a la mayoría de los afectados; las reacciones han sido dispares, con una buena parte del sector remarcando que la medida llega tarde y aclarando que su sector no es el de la restauración.
“Una discoteca no está preparada para abrir y servir comidas. Nosotros no somos especialistas en restauración. Para eso ya hay estupendos negocios en la ciudad”, explica por teléfono Sandra, propietaria de la sala Long Rock, para la que esta normativa no cambia nada. El emblemático local del centro seguirá cerrado y esperando las ayudas que no llegan por parte del Gobierno y la Junta de Andalucía.
En este ámbito, Sandra recuerda que la Junta permite desde septiembre a los clubs y salas de fiesta abrir con una carta de comidas, si bien Córdoba lo impidió y ordenó el cerrojazo. Ahora, siete meses después, abre la puerta a hacerlo, aunque el anuncio le genera dudas: “No sabemos si podría afectar a la concesión de ayudas y tampoco pensamos en hacer obras para montar una cocina”, aclara la responsable de Long Rock, un espacio que, recalca, “sin terraza, en esta época, no tiene ninguna oportunidad”.
“Quien quiera almorzar y comer bien en Córdoba no va a ir a una discoteca”
A unos metros del Long Rock está la persiana bajada de Bambú Club. Así lleva desde marzo de 2020, puesto que sus propietarios descartaron abrir el pasado verano. Este miércoles, Manuel Luque, uno de los responsables de Bambú Club veía el vaso medio lleno. “Se va viendo una luz. Creo que el anuncio es positivo porque ya empiezo a ver viable la reapertura”, afirmaba.
No obstante, Luque y el resto de sus socios aún no habían decidido qué camino tomar y se habían emplazado este jueves para valorarlo. El propietario entendía la idea de servir comida casi como un salvoconducto que permita a las discotecas volver a la actividad, ya que dudaba de su impacto real: “Quien quiera almorzar y comer bien en Córdoba no va a ir a Bambú”, afirmaba al respecto.
Eso lo tienen también claro en la calle Alfaros, donde los pubs y clubs han vivido la pandemia de manera desigual. Uno de los más veteranos de la calle es el Automático, que lleva cerrado desde marzo, y cuyo propietario, el músico Fernando Vacas, no termina de ver claro lo del cambio de uso del bar. Y eso que, tal y como reconoce, él ya estaba harto de la noche y nada le gustaría más que poder abrir por la tarde.
Abrir para aprovechar el tardeo
“Estamos esperando a que haya cierta normalidad, coherencia y una normativa lógica, con unas condiciones sanitarias seguras y, a partir de ahí, trabajar en la reapertura”, afirma el propietario, que recalca que, para su suerte, el Automático tiene terraza y podría hacer una pequeña obra para abrir la cristalera, potenciar las reservas con algún tipo de comida fría, eso sí, a través de acuerdos con otros restaurantes, pues el bar no tiene espacio para meter una cocina.
Si Vacas quiere saber cómo funciona el experimento, le basta con acercarse unos metros hasta el Glam. Allí, su propietario, Antonio Fernández, se agarró a la normativa de la Junta de Andalucía y a su licencia de bar cafetería para ofrecer comida “como servicio al cliente” y poder aprovechar el “tardeo”, el nuevo rito de salida que ha venido con la pandemia.
Fernández ha estado abriendo y cerrando el club durante los últimos meses siempre en función del horario. Con el último cambio, que obliga a cerrar a las 20:00, ha vuelto a optar por cerrar. “Yo he abierto mientras he podido trabajar el concepto este del tardeo”, reconoce el gerente de Glam, que lamenta que el Ayuntamiento de Córdoba haya llegado tan tarde a este concepto.
“Si cumples el aforo, el horario y todas las propias de la pandemia, ¿por qué un bar puede abrir y nosotros no? Estás en las mismas condiciones y no llevas la ruina económica”, reflexiona el propietario de Glam, que recuerda que hace unos meses solicitó a Urbanismo la misma normativa que finalmente ha aprobado este martes.
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