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Juan Velasco

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Fue uno de los momentos más bizarros del último Pleno municipal en el Ayuntamiento de Córdoba. Sin debate ni exposición, se rechazaba por falta de la mayoría una de las operaciones urbanísticas más sonadas del mandato: la solicitud que ha hecho El Corte Inglés para convertir en un hotel el antiguo Simago, un centro comercial ubicado en la calle Jesús y María, a unos metros de la plaza de Las Tendillas, en pleno centro de Córdoba.

Lo que ocurrió en el Pleno de enero fue recibido con más confusión que sorpresa, sobre todo por los tumbos que viene dando en la Gerencia Municipal de Urbanismo el proyecto, el más ambicioso del mandato para el centro histórico. Un plan urbanístico cuya historia es mucho más larga, pues tiene su origen en una operación que se inició en la primera década de este siglo, cuando El Corte Inglés solicitó una innovación del Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) para ampliar los almacenes comerciales de Simago y triplicar su dimensión.

El convenio para ello se firmó en julio de 2005, mientras Rosa Aguilar, entonces en IU, era alcaldesa. Fue un trámite que duró siete años y que, como en la mayoría de los procesos de innovación del PGOU, supuso una contraprestación para la ciudad. En aquel entonces, se acordó con la empresa que esta asumiera el coste de la remodelación del vecino Cine Góngora, que se convirtió en el Teatro Góngora gracias a unas obras que costaron unos cuatro millones de euros que sufragó El Corte Inglés.

Una innovación para “uso exclusivo comercial”

A cambio, la empresa consiguió la innovación para uso exclusivo comercial y un aparcamiento que sólo contemplaba su uso para para carga y descarga (es decir no permitía uso para clientes ni para el público general). El proyecto planteaba actuar en Simago y en el del Palacio del Cine, una galería contigua, que conecta con Las Tendillas. En total, unos 14.000 metros cuadrados de superficie que se iban a repartir en una planta sótano, planta baja y cuatro plantas más en altura.

El principal escollo al que tuvo que hacer frente El Corte Inglés fue el dictamen negativo emitido por la Comisión Provincial de Patrimonio de la Junta de Andalucía en 2006, que dilató el proceso un año y obligó a rehacer el proyecto. En 2007 la Gerencia de Urbanismo aprobó definitivamente la innovación. Mientras tanto, la gran superficie orientaba sus operaciones comerciales hacia el extrarradio, donde había posibilidad de aparcamiento para clientes. Y, a medida a que la tramitación sobre Simago se iba cerrando, el interés comercial se iba disipando y el viejo edificio acabó cerrando en 2011. La licencia definitiva llegó un año después, en 2012. Demasiado tarde, a juicio de la compañía.

Porque había estallado la burbuja inmobiliaria y porque la operación se ideó antes de que el comercio de gran superficie se viera totalmente superado por la aparición de las nuevas plataformas de venta como Amazon, que han cambiado totalmente el sector. De manera que lo que un día fue una apuesta arriesgada se había convertido en un proyecto sin atractivo, ubicado, eso sí, en una de las mejores zonas de Córdoba, en el eje Mezquita-Tendillas, un área residencial de gran poder adquisitivo y que fue progresivamente apartando el tráfico rodado y apostando por la peatonalización.

Un 28 de septiembre de hace 50 años

El edificio de Simago, mientras tanto, languidecía como una ballena blanca varada en mitad de una playa, lejos de sus mejores tiempos. La sociedad Simago llegó a Córdoba el 28 de septiembre de 1972 y se convirtió rápidamente en el rival de Galerías Preciados, los dos grandes y principales centros comerciales de la ciudad. El edificio de Jesús y María, que entonces era una superficie de alimentación, textil y bazar, no tardó en hacerse un hueco en el acervo popular. Los cordobeses lo llamaban Simango, por la facilidad con la que se podía hurtar en su interior, mientras que, al igual que ocurrió en otras ciudades, sus famosos (y despreciados) pollos también se acoplaron al argot cordobés como sinónimo de feo, gracias al dicho “tienes más mala cara que un pollo de Simago”.

La marca acabó sucumbiendo a distintos procesos de absorción hasta que finalmente acabó en manos de El Corte Inglés, que en Córdoba ya se había hecho en 1995 con Galerías Preciados. La compañía planteó entonces una ambiciosa reforma del planeamiento urbanístico que, a la vista está, no condujo a ningún sitio. Córdoba cambió. La segunda década de los 2000 canjeó las ansias de la capitalidad cultural por los cantos de sirena del turismo de masas. Y, con el turismo, llegaron las cadenas hoteleras, que fueron cambiando también la planta de alojamiento de la ciudad.

Una de ellas, la cadena H10, apostó por Córdoba y en abril de 2019 abrió un lujoso hotel en Las Tendillas, el Palacio Colomera, un establecimiento que urbanísticamente comparte muros con el Palacio del Cine, la galería que desemboca en Simago y que también es propiedad de El Corte Inglés. Así que el teléfono acabó sonando y, tras la línea, había una oferta de H10: adquirir Simago siempre se pudiera convertir en un hotel y, aquí viene lo importante, que también permitiera el uso del aparcamiento para sus clientes. Así que, para cerrar la venta, El Corte Inglés solicitó a la Gerencia de Urbanismo una nueva modificación del planeamiento que permitiera ampliar las posibilidades de Simago para que tuviera tres usos: comercial, residencial y hotelero.

El proyecto firmado por un expresidente de la Gerencia de Urbanismo

El nuevo proyecto urbanístico de El Corte Inglés lo firma el arquitecto Francisco Paniagua, quien, mientras se tramitaba la anterior innovación, fue gerente de la Gerencia Municipal de Urbanismo. El documento, al que ha accedido este periódico, fundamenta la solicitud de innovación en la “revitalización del tejido residencial circundante” y en la “recuperación y puesta en valor de los elementos principales del Palacio del Cine”. De hecho, afirma que el hecho de que estos dos edificios estén cerrados “afecta negativamente a la imagen de la ciudad”.

Además, justifican que el uso comercial (que en su día se solicitó como “exclusivo”) hoy en día es “inabordable” por la falta de aparcamiento, y porque generaría “un problema irresoluble en un eje de carácter peatonal”. En este ámbito, recuerdan que el proyecto de 2007 decía textualmente: “En caso de plantearse el uso de garaje, ya sea total o parcialmente, este se destinará a resolver los problemas funcionales de carga y descarga del edificio comercial. En ningún caso tendrá carácter público o para clientes”.

Sin embargo, para justificar su uso hotelero, los arquitectos de El Corte Inglés sí que defienden el uso del aparcamiento, aduciendo que tendría “una intensidad de rotación muy baja”. En ningún caso aclara el proyecto si, como parece lógico, se utilizaría el mismo parking para dar cobertura al Hotel Palacio Colomera, que es de la misma cadena hotelera que ambiciona este espacio. Una cadena que, además, acaba de adquirir otro edificio contiguo en la misma zona con el que va a triplicar el número de habitaciones y que, si la innovación de Simago llega a su fin, tendrá una planta hotelera y residencial inigualable en el kilómetro cero de Córdoba.

Sin evaluación ambiental 

Expertos urbanísticos consultados por este periódico consideran que hay varias cuestiones del proyecto que merecen un estudio con mayor detenimiento. En primer lugar, que en ningún momento, se esté planteando, ni por parte de El Corte Inglés ni por parte del Ayuntamiento, una contraprestación económica a la ciudad por la innovación planteada, como sí ocurrió en 2007. “Se está hablando de triplicar los usos y meter más tráfico rodado en una zona residencial y peatonal, y, sin embargo, no se está exigiendo una contraprestación a cambio”, señala un experto urbanístico que prefiere permanecer en el anonimato, y que considera la operación como “un pelotazo urbanístico”.

Además, la otra cuestión que más escama entre las fuentes consultadas es que se haya obviado la necesidad de someter el proyecto a evaluación ambiental a pesar de que, si sale adelante, tendría impacto directo solamente por la entrada de más turismos en una calle peatonal. En este ámbito, el proyecto rechaza adjuntar informe de evaluación ambiental aduciendo que “no afecta a la ordenación estructural y tampoco produce una alteración del uso”. La cuestión es que, en caso de presentar este informe ambiental, el proyecto necesitaría la aprobación de la Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía y eso podría dilatar enormemente todo el proceso, de ahí que se haya optado por obviarlo. Hay que recordar que la anterior innovación tardó siete años en llegar a término.

Lo sorprendente, según los expertos consultados, es que, aunque la evaluación ambiental sea prácticamente obligatoria en cualquier proyecto de esta naturaleza (así lo dice la Ley de Gestión Integrada de la Calidad Ambiental de la Junta de Andalucía), el plan de El Corte Inglés haya sido aprobado por los técnicos de Urbanismo. La aprobación inicial fue en noviembre de 2020. En diciembre de 2021 logró la provisional y, con todo el viento de cara, se llegó al Pleno del Ayuntamiento de enero, donde sorprendentemente, acabó siendo tumbado por la abstención de los dos concejales de Vox.

La refriega política

Y es que el proyecto de convertir Simago en un hotel ha sido un quebradero de cabeza continuo para el Gobierno del PP y, muy especialmente, para el concejal de Urbanismo, Salvador Fuentes. De hecho, el primer varapalo que se llevó el nuevo equipo de Gobierno de PP y Cs en la Gerencia de Urbanismo (en julio de 2020) fue precisamente cuando la oposición de PSOE, Podemos e IU se posicionó en contra del proyecto. La abstención de Vox hizo que la innovación se retirara de la orden del día. Se tardó varios meses en volver a someterlo a votación.

El papel de Vox (cuyos dos concejales son claves para el Gobierno municipal de PP y Cs) ha sido desde entonces el mismo: abstenerse. La concejala de esta formación Paula Badanelli ha dicho en varias ocasiones que no piensa bloquear el proyecto, si bien también ha defendido desde el primer momento que había que firmar un nuevo convenio o, en todo caso, que los técnicos expliquen pormenorizadamente si el convenio firmado en 2005 sigue en vigor y si tiene validez para un hotel.

Los planes de Urbanismo, según ha declarado Salvador Fuentes a este periódico, pasan por volver a someter la innovación a la aprobación del Pleno. “Volveremos a llevarlo en cuanto sea posible, pero sin perder mucho tiempo porque no se pueden perder las oportunidades”, ha anunciado el presidente de Urbanismo, que considera que es “un proyecto muy importante para la ciudad”, porque “revitaliza el eje Mezquita-Tendillas” al “poner en uso un espacio semiabandonado que tenía muy difícil solución”, y porque “aleja una amenaza al pequeño y mediano comercio”.

Fuentes ha aclarado, en cualquier caso, que no se va a demandar a El Corte Inglés ninguna contraprestación a cambio de la modificación del planeamiento, porque entiende que la propuesta “está equilibrada”, que en la zona “no hay ningún problema de gentrificación” y que “la innovación planteada es limpia”. “Un centro comercial es lo peor que podemos tener ahí. O se aprovecha esta oportunidad o no tiene salida posible”, ha asegurado el responsable de Urbanismo, que concluye que “el tiempo corre en contra del proyecto”.

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