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Los laboratorios Pérez Giménez reabrirán en otoño

Entrada a los laboratorios Pérez Giménez | MADERO CUBERO

Redacción Cordópolis

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Cinco años después del concurso de acreedores, cuando la empresa empezó a dejar de fabricar medicamentos, los Laboratorios Pérez Giménez, localizados en Almodóvar del Río, reabrirán sus puertas en los meses de septiembre u octubre. Así lo ha anunciado en una entrevista al programa Hoy por Hoy de Radio Córdoba el gerente de Pharmex en Córdoba, Josep Ribalta.

Pharmex es la nueva dueña de los laboratorios después de un tortuoso proceso administrativo, de adjudicaciones, subastas y anulaciones. La multinacional ya tiene las llaves de la fábrica y trata de ponerla en marcha. Para ello ha anunciado una inversión de 30 millones de euros en los próximos tres años. De momento, en la industria ya hay trabajando nueve personas, que tratan de poner en marcha administrativamente la fábrica. Después le llegará el turno a las máquinas, que habrá que desengrasar y actualizar.

El objetivo laboral de la empresa es que a principios del año que viene ya pueda contar con más de un centenar de trabajadores y contar con entre 200 y 250 personas en un plazo de dos y tres años. Muchos serán antiguos empleados de la fábrica. Algunos estuvieron años sin cobrar y protagonizaron diversas protestas laborales.

LA HISTORIA DEL CONCURSO

En marzo de 2012, los gestores de Pérez Giménez se vieron incapaces de hacer frente a las deudas y solicitaron el concurso de acreedores. La culpa de todo, según coinciden fuentes concursales, fue precisamente la construcción de los laboratorios más modernos del Sur de Europa. Pérez Giménez era dirigida por el nieto del creador del popular Calmante Vitaminado, que ha sido el analgésico español más vendido. Creado en 1954 en un pequeño laboratorio de Aguilar de la Frontera, triunfó en plena depresión económica franquista, cuando la importación de medicamentos era muy cara e inalcanzable para la mayoría de los españoles. En 2009, se inauguraron las instalaciones de Almodóvar del Río. Esta operación estaba hipotecada a la construcción de un centro comercial en los suelos liberados por la antigua fábrica, que nunca llegó a producirse. La empresa que tenía que hacerlo denunció a Pérez Giménez y ahí arrancó la cascada de problemas.

Un año después de inaugurar a bombo y platillo la fábrica, la familia Pérez Giménez fue incapaz de hacer frente a la deuda (se previeron ingresos que nunca llegaron) y se vio forzada a vender la fábrica por un simbólico euro a la empresa Tecris. Esta firma, de capital catalán, era un complejo entramado empresarial que en principio se comprometió a asumir la deuda y a invertir diez millones de euros más, pero que al final acabó denunciado por los trabajadores que acusaba a sus gestores de desviar los fondos públicos (de la Agencia Idea) que recibieron para intentar reflotar la empresa en su propio beneficio. Entre los socios de Tecris estaba a la cabeza José Enrique Rosendo, hijo del ex alcalde de El Pedroso (Sevilla), imputado por la juez Mercedes Alaya, que lo considera uno de los grandes beneficiarios de los EREs fraudulentos, y recientemente fallecido. Junto a Rosendo, Tecris estaba integrada por los empresarios Jacinto Romeu Masip y Balbino Fraga, el empresario Joaquín Garreta, Pedro Pérez (vicepresidente de la constructora San José), Manuel Delgado Solís (de ACS), María José Hélice (del Grupo Suma) y Javier Gómez (Bodybell).

El dinero de Tecris nunca llegó, la crisis en Pérez Giménez se convirtió en endémica y se dejó de fabricar el pulmón de Pérez Giménez, Calmante Vitaminado que en 2011 todavía llegaba a 14.000 farmacias de toda España. La Junta de Andalucía intentó evitar el desastre. Comprometió dos millones de euros para que se pagaran nóminas y se comprara material para seguir fabricando Calmante Vitaminado. El dinero llegó pero no se dedicó a tal fin, como denunció el sindicato CTA, que mantiene el asunto en los tribunales.

En agosto de 2011, Tecris tiró la toalla y traspasó el negocio a la empresa barcelonesa Spheric Nanohealth, del médico Sergio Martínez. Éste llegó con la intención de encontrar inversores, pero nuevamente se topó con la crisis y con una deuda imposible de pagar después de que Pérez Giménez perdiera la fabricación del Calmante Vitaminado. La firma apenas ingresaba entre cinco y seis millones de euros al año, y disparaba en otro tanto su deuda anual. En marzo de 2012, Sergio Martínez se reconoció incapaz de enderezar la situación y depositó Pérez Giménez en el Juzgado de lo Mercantil de Córdoba.

Una vez resuelto el concurso de acreedores y descartado el convenio que proponía el antiguo responsable de la compañía, Sergio Martínez, el Juzgado ordenó la liquidación de toda la empresa como un paquete único. Es decir: se sacó a subasta toda la compañía, con sus activos, su fábrica y sus trabajadores. Global ganó la subasta, que se suspendió y se volvió a ratificar. Entre tanto, a los trabajadores se le llegó a acumular una deuda de hasta 30 nóminas que nunca cobraron. De hecho, hace un año fueron despedidos y desde entonces, al menos, pueden cobrar el paro. Ahora, esperan poder volver a ser contratados en unos laboratorios que llegó a tener una plantilla de más de 200 personas.

La empresa se llegó a adjudicar a la multinacional Globalaeronautic, que no logró reunir el dinero necesario para comprarlo. Por eso, el Juzgado volvió a sacar a subasta toda la fábrica y finalmente a mediados del año pasado volvió a ser adjudicada a otra multinacional, en este caso a Pharmex.

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