“Jodidos estamos todos”
“Iros a la Moncloa”. “Esto lo tenéis que hacer en Sevilla y no aquí”. “Éstas no son maneras”. “Una cosa es cortar un carril y otra muy distinta hacer un corte ilegal”. “Yo os apoyo pero esto es intolerable”. Los reproches subían este viernes en dirección norte. Desde la autovía de Málaga hacia la salida Lucena Norte.
Y también, de un carril a otro. “Aquí nos tenéis, jodidos”, se quejaban en uno. “Jodidos estamos todos”, respondían desde el otro carril.
Y esta última respuesta resume a la perfección la situación vivida a pie de carretera en la histórica jornada de protestas del campo cordobés. Un sector tan jodido a estas alturas y en una situación tan extrema que no solo han ignorado el sentir de la gran mayoría de los ciudadanos atrapados en el corte de tráfico ilegal que han protagonizado, sino que ha ignorado la llamada al orden de las mismas organizaciones agrarias que habían convocado la protesta.
Ver a Ignacio Fernández de Mesa, portavoz y presidente de Asaja, abandonar la autovía entre reproches personales de los agricultores a los que había concentrado es, claramente, un síntoma de que el problema excede y mucho las dinámicas habituales del campo cordobés, acostumbrado a años de ostracismo y tarifa plana de promesas incumplidas.
Los agricultores y jornaleros -que los había, y muchos, pues también les va la vida en esto- que se negaban a abandonar la carretera venían de la Campiña y la Subbética en su mayoría, pero hablaban en nombre de una provincia y un territorio que lleva años pidiendo ayuda a voces en un diálogo de sordos. Hoy ha tocado hacerlo con una acción que puede y debe estar sujeta a la crítica ciudadana, pero que reflejaba mucho mejor que ninguna otra la desesperación que reina en el sector. Que mejor manera, han debido pensar, de transmitir la desesperación que una encerrona inesperada en plena autovía.
“¡De aquí no nos movemos!”
Aunque el caos organizativo había empezado mucho antes. El guión marcado por las organizaciones convocantes (Asaja, UPA, COAG y Cooperativas Agro-alimentarias) se rompió antes de las 11:00. Se suponía, según el plan facilitado a los medios, que la tractorada -en la que se esperaban 3.000 vehículos articulados aunque el número haya rondado los 5.000- debía de partir a las 11:30 desde el Campo de Fútbol de Lucena, cortando el tráfico en los dos carriles de la A-318 (la Autovía del Olivar) para entrar en la A-45 cortando únicamente seis kilómetros del sentido Córdoba-Málaga.
A las 11:15, sin embargo, los tractores y los miles de todoterrenos que los acompañaban, ya habían colapsado el sentido sur de la A-45 -el previsto-, y ya comenzaban a actuar los primeros piquetes en el sentido norte. De modo que a las 11:30 -hora a la que se suponía que debía empezar la tractorada-, los cortes de tráfico que no habían sido previstos ya generaban las primeras tensiones con la Guardia Civil.
Así, lo que eran pequeñas algaradas de viandantes en la autovía -prohibido por las organizaciones-, acabó convertido en un enorme grupo de agricultores ocupando todo el carril derecho de la autovía en dirección a Córdoba, un sentido cuyo corte no estuvo en los planes de la Guardia Civil en ningún momento, aunque reconocieran a pie de carretera, que esperaban algo parecido.
Eran cerca de las 12:00 de la mañana y lo que había por delante eran cuatro horas de tráfico totalmente inmóvil tanto en la A-45 como en la A-318. La Guardia Civil dio entonces tres primeros avisos. No cargó. En lugar de eso, decidió acudir a los convocantes para que pidieran el desalojo pacífico del carril que había sido ilegalmente ocupado. Lo intentaron sin éxito Ignacio Fernández de Mesa y Carmen Quintero, de COAG. La respuesta, sin embargo, fue mayoritaria: “¡De aquí no nos movemos!”, les cantaron. “Tú no has cogido una aceituna en tu vida”, le increparon directamente al representante de Asaja, cuando intentaba sin éxito, megáfono en mano, que los agricultores depusieran su actitud.
Pero éstos no se movían. Las decisiones se tomaban sobre la marcha, sin un portavoz claro, con una especie de consenso improvisatorio que funcionaba porque todos sabían que algo así iba a ocurrir. Y, curiosamente, también desde el respeto a la autoridad -“¡Viva la Guardia Civil!”, canturreaban antes del desalojo- y en un ambiente que llegó a ser festivo a medida que se comenzó a combatir los más de 20 grados al sol con generosas cervecitas frías.
En las dos horas que siguieron, el tiempo se agotaba con mucha más lentitud que la paciencia de las personas atrapadas en el atasco. Algunas intentaban convencer a los agricultores de que las molestias eran insoportables y se iban abucheadas. Otras se iban en silencio, tras proferir frases más certeras. “Decís que vais contra el poder, pero el primer coche que ha pasado escoltado era el de una jueza y ni os habéis enterado. Mientras, yo tengo a mi niña de 7 años esperándome sola en el colegio”, ha espetado un joven. Algunos han bajado la vista.
“No os dais cuenta de que vosotros nos necesitáis más a nosotros que a ellos”
Faltaba en ese momento poco más de una hora hasta que la Guardia Civil ha formado en ambos lados de la autovía. Se ha puesto los cascos y escudos y ha cargado las escopetas. Una avanzadilla se ha acercado y uno de los agentes ha dicho, megáfono en mano: “Hay que despejar la vía de nuevo. Primer aviso”. Hubo un segundo aviso. Y un tercer y último aviso. Luego empezó a volar el material antidisturbios -pelotas de goma y gas lacrimógeno- en disparos al cielo con carácter disuasorio. Después los rifles centraron la trayectoria sobre los manifestantes y dispararon. Al otro lado del cañón, la bravuconería se apagó en cuestión de minutos. Llovieron los reproches. E hizo aparición la tristeza.
Mientras la desalojaban, una señora gastaba sus últimas balas sobre el agente que la empujaba fuera de la autovía. “40 años lleváis haciéndonos la misma historia y no os dais cuenta de que vosotros nos necesitáis más a nosotros que a ellos”, le dijo. El guardia esquivó el reproche, uno más que se perdió entre gritos e insultos a la Guardia Civil a la que unas horas antes algunos vitoreaban.
Con el tráfico reanudado y los agricultores alejándose de la A-45, lo que seguía en movimiento era la tractorada. Seguían pasando tractores que habían estado horas detenidos y que ahora deseaban dar la vuelta y volver a sus comarcas. Muchos de ellos tenían que tomar para ello la Autovía del Olivar de vuelta a la Subbética. Y la gran mayoría se encontró con un nuevo corte de tráfico a la altura del kilómetro 44. Allí han permanecido los agricultores y jornaleros otras tres horas más con el tráfico cortado.
Esta vez todos protagonistas y presas del corte de tráfico. Otra vez el tiempo detenido. Un día más con los mismos precios. Y en una autovía convenientemente llamada del Olivar, tres palabras resumían el sentir general: “Jodidos estamos todos”.
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