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La huelga de jornaleros de la naranja paraliza la Vega del Guadalquivir

FOTO: MADERO CUBERO

Alfonso Alba

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FOTO Y VIDEO: MADERO CUBERO

Almacenes vacíos, tajos sin trabajadores y piquetes informativos muy numerosos protagonizan el primero de los cinco días de paros sin apenas incidentes

Palma del Río es un pueblo al límite. Es el municipio más grande de una comarca (la Vega del Guadalquivir) que lleva siglos viviendo de un sector: la naranja. Esta mañana ha comenzado una histórica huelga de jornaleros que ha paralizado casi todo un sector en el que, sólo en Palma del Río, trabajan 1.800 personas al día. Los convocantes, el Movimiento de Trabajadores de la Vega y el sindicato CTA, hablaban de un 100% de seguimiento. El presidente de Asaja, la patronal agraria, Ignacio Fernández de Mesa, aseguraba que el seguimiento era escaso. Pero la cuadrilla de jornaleros trabajando más cercana a Palma del Río fue localizada por este medio a 12 kilómetros de distancia, ya en la provincia de Sevilla, en el término municipal de Peñaflor.

En Palma del Río, todo lo que tenía que ver con la naranja estaba cerrado. Junto a la carretera de Fuente Palmera se levantan los imponentes almacenes Guadex. Ninguno de sus más de 200 trabajadores han acudido hoy a sus puestos. Estos empleados no trabajan directamente en el campo, que es donde se ha convocado la huelga, sino en la agroindustria. Sobre las 13.00 aún no había entrado ningún camión a los almacenes Guadex, cuando en plena campaña de la naranja entran repletos de fruto unos 50 al día. Era el signo inequívoco de que la huelga estaba teniendo una enorme repercusión.

Desde las 4.00 de la madrugada, los piquetes informativos de jornaleros estaban distribuidos por todas las entradas y salidas de Palma del Río al campo. “Por aquí no ha pasado hoy ninguna cuadrilla”, decía Manuel, un jornalero de mediana edad que ejercía como líder de un piquete de unas 20 personas que se calentaba junto a una fogata. El piquete vigilaba la conocida como carretera de El Remolino, el acceso a muchas de las grandes fincas de naranjales del término municipal de Palma del Río, y saludaba a casi todo el que pasaba (ninguno iba a recoger naranjas).

El principio de la huelga, convocada para cinco días, ha sido pacífico. La Guardia Civil patrullaba Palma del Río e, incluso, dialogaba con los piquetes a los que recomendaba que se pusieran un chaleco reflectante si iban a estar junto a la carretera. El instituto armado ha reforzado su presencia en la ciudad, pero tampoco ha sido un despliegue exagerado. La mayoría de los piquetes se constituyó a partir de las 4.00 de la madrugada, cuando se celebró una gran asamblea de cerca de 200 personas. A las 6.00 y en la salida hacia Fuente Palmera se registró el primer y único incidente. Los piquetes cortaron durante diez minutos la carretera quemando unos neumáticos. Rápidamente llegaron los bomberos, que apagaron el fuego y reabrieron la vía al tráfico.

El alcalde de Palma del Río, José Antonio Ruiz Almenara (PSOE), explica que la normalidad del primer día de huelga se debe, sobre todo, a que anoche se reunieron los empresarios de la naranja del municipio y decidieron “no avisar hoy a nadie para ir a trabajar”. El regidor cree que “la huelga no es la solución” porque “está haciendo que muchas personas que podían estar trabajando no puedan llevar hoy un jornal a su casa”. Sin embargo, Ruiz Almenara comparte la mayor parte de las demandas de los jornaleros y ha asistido a muchas de sus asambleas. “Hay personas que están explotando a otras”, resume.

El conflicto laboral se lleva fraguando años en Palma del Río pero ha estallado este año por la situación desesperada de muchas familias con todos sus miembros en paro y que esperan a la campaña de la naranja como agua de mayo para poder salvar el sustento económico de unos meses. El alcalde asegura que no todos los empresarios agrícolas son iguales y que la mayor parte de la culpa la tienen algunos propietarios foráneos que buscan su margen de beneficio pagándole menos al jornalero. Según Ruiz Almenara, algo confirmado por los convocantes de la huelga, muchos propietarios de grandes explotaciones de naranjos traen cuadrillas de fuera de la comarca que cobran un precio inferior al que establece el convenio del campo de Córdoba.

Según este convenio, un jornalero de la naranja tiene que cobrar 46,31 euros por día y trabajar un máximo de seis horas y diez minutos. Según el Movimiento de Trabajadores de la Naranja, estas cuadrillas de jornaleros foráneos cobran entre 24 y 30 euros por día y trabajan de sol a sol. “Y los manijeros te dicen que eso es lo que hay, que o cobras eso o lo dejas”, explica David Lapuente, un jornalero que forma parte del comité de huelga. El sistema para contratar a muchos jornaleros (otros forman parte de cuadrillas habituales) sigue siendo el mismo que hace décadas. Cada mañana, una marea de jornaleros salen de sus casas a las plazas y carreteras de Palma del Río. En coches y furgonetas, los manijeros recorren el pueblo y forman cuadrillas. “Antes, entre las ocho y las diez de la mañana ya habías enganchado una. Ahora no, ahora por lo menos hasta las 12 no puedes engancharte” y muchas veces el jornalero se vuelve a casa sin haber trabajado, asegura Lapuente. El trabajo a destajo (hasta que no se llena un camión de naranja no se da por acabado el día) y la mecanización del campo hace que las cuadrillas también se hayan reducido. Si antes las formaban hasta 25 braceros, ahora lo hacen unos 14.

Salvo pequeños incidentes aislados con piquetes informativos, como uno registrado a la salida de Palma del Río hacia Córdoba entre un piquete de medio centenar de jornaleros y un coche con tres extranjeros, el primer día de huelga ha sido pacífico. Pero lo peor puede estar por venir. El paro está convocado para cuatro días más. Muchos empresarios tiene compromisos de entrega con almacenes y, además, hay previsión de que la próxima semana pueda haber lluvia y, por tanto, se tenga que suspender la campaña por unos días. Además, aunque aparentemente los jornaleros gozan de una fuerte unidad algunos reconocen que necesitan llevar algo de dinero a su casa porque “llevamos meses comiendo lo que nos da el Banco de Alimentos”.

Palma del Río es hoy un pueblo donde se masca la tensión. Como a principios del siglo XX, el problema jornalero sigue siendo el mismo y muchos de los discursos que se oyen, similares. “La naranja es nuestra vida, nuestra riqueza. Es nuestro tesoro y vienen de fuera a llevárselo”, gritaban desde un piquete. “La naranja es nuestra historia y nuestra cultura. Por eso, tenemos que cuidarla y mimarla”, concluía el alcalde.

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