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Hornachuelos se debate entre la salud y la promesa de trabajo por El Cabril

Barriles con residuos radioactivos en El Cabril.

Alfonso Alba

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Los vecinos se dividen entre los que apuestan por aprovechar el cementerio nuclear ya que está allí y los que rechazan tajantemente su ampliación pese a los beneficios económicos“Hornachuelos es un pequeño pueblo de la provincia de Córdoba florecido entre sierra y agua. Un pueblo de paredes encaladas que se recuestan sobre la falda de Sierra Morena. El Bembézar, con su pantano aguas arriba, lo atraviesa en busca del Guadalquivir. Sin embargo, entre tanta blancura y naturaleza, entre tanto frescor de la sierra cordobesa, ha surgido un fantasma: la radiactividad”. En 1978, el periodista Sebastián Cuevas (ya fallecido), el hombre que descubrió a la opinión pública andaluza uno de los secretos mejor guardados del tardofranquismo, la existencia de un cementerio nuclear al norte de la provincia de Córdoba, describía así cómo era (y sigue siendo) el pueblo que acoge el almacén de residuos radiactivos de El Cabril. Cuevas, que llegó a disfrazarse con un fotógrafo para llegar al mismísimo corazón del cementerio nuclear, escribió en un texto publicado en El País: “La inquietud domina al pueblo que, silencioso y atemorizado, se resiste a hablar del cementerio. Sólo unos pocos, seguramente jóvenes, se atreven a pintar en las paredes encaladas lo que nadie quiere oír. Al amanecer, los gritos de spray serán comentados con satisfacción y en voz baja por los habitantes de Hornachuelos”.Hoy, Hornachuelos sigue siendo un pueblo de paredes blancas que se recuesta en las faldas de Sierra Morena, pero sus vecinos ya no tienen miedo a hablar como en el tardofranquismo. Sus ojos han visto muchas manifestaciones, muchas protestas, muchos gritos ahogados. Y ya han perdido el miedo a hablar de El Cabril, aunque lo hagan ahora que la crisis económica aprieta más divididos que nunca, justo cuando el presidente de la Empresa Nacional de Residuos Nucleares (Enresa), Francisco Gil Ortega, ha anunciado que va a duplicar la capacidad del cementerio nuclear.“Ya que la mierda está aquí, al menos que ganemos algo con ella”. Rafael asegura que el “99% del pueblo está de acuerdo” con él, en que ya que El Cabril “va a estar aquí para cientos de años más” (algunos de los residuos que acoge seguirán teniendo radiactividad 500 años después) “al menos repercuta en el pueblo y nos den trabajo”. “La mayoría del pueblo lo que quiere es salud y sobre todo se preocupa por el futuro de Hornachuelos”, rechaza el conductor de un autobús urbano. La salud o el trabajo. En Hornachuelos no hay medias tintas. Los que dicen sí a El Cabril es porque aseguran que Enresa siempre dará trabajo en el pueblo, aunque se quejan de que cada vez se emplea a menos vecinos. Los que dicen no lo hacen “pensando en la salud de Hornachuelos”, confiesa, sotto voce, un religioso que prefiere mantener el anonimato. Barriles con residuos radioactivos en El Cabril.La división en Hornachuelos puede provocar además un cisma político. El Ayuntamiento está gobernado por PSOE e IU en coalición. Las direcciones provinciales, regionales y estatales de estas dos formaciones políticas ya han rechazado tajantemente una posible ampliación del cementerio nuclear de El Cabril. Pero la alcaldesa, María del Carmen Murillo (PSOE) depende de IU para gobernar. El Consejo Comarcal de esta formación ya ha anunciado que se opondrá a todo lo que sea ampliar El Cabril. El pacto de gobierno o la Alcaldía de Murillo, por tanto, podría estar en peligro si esta apoyara la ampliación de El Cabril, algo que este mismo fin de semana ha descartado. Además, la Junta ya se ha mostrado tajantemente en contra de una ampliación de El Cabril. La delegada del Gobierno de la Junta en Córdoba, Isabel Ambrosio, consideró que cuando el cementerio nuclear alcance el 100% de su capacidad actual (ahora está en torno al 70%) será el momento de cerrar para siempre la antigua mina en la que en 1961 el Gobierno de Franco decidió empezar a enterrar los residuos procedentes de las centrales nucleares españolas.Pero en Hornachuelos nada va a ser fácil. Por un lado, prima el miedo a la radiactividad que llegaría al pueblo a través del agua. Pero por otro está el hambre y la desesperación ante la falta de trabajo. Delfín, un joven de 25 años, lleva agua embotellada camino de su casa y se debate entre estos dos extremos. Por un lado, asume que a los jóvenes no les queda otro camino que emigrar si quieren encontrar un trabajo y que por tanto El Cabril podría ser una oportunidad. Pero por otro insiste en el miedo a ese enemigo letal que no se ve venir y que se llama radiactividad.CÓMO SERÁ LA AMPLIACIÓN DE EL CABRILLa actual previsión de generación de residuos radiactivos en España ronda los 180.000 metros cúbicos, de los que 90.000 son de baja y media intensidad y los otros 90.000 de muy baja intensidad. “La capacidad actual de El Cabril es de 50.000 metros cúbicos para residuos de media y baja intensidad y los otros 130.000 para muy baja intensidad, con lo cual, tenemos un desfase”, reconoció el lunes pasado Álvaro Rodríguez Beceiro, director de la División Técnica de Enresa (Empresa Nacional de Residuos). Una de las estrategias para solucionar esta diferencia de capacidad entre los residuos de media, baja y muy baja intensidad es la que ha perfilado el presidente de Enresa, Gil Ortega, quien espera construir otras 28 celdas, es decir otras tantas como las actuales, que están ocupadas al 70% de su capacidad.El anuncio ha resucitado también a la plataforma Córdoba No Nuclear, que en los años 80 llenaba la plaza del Ayuntamiento de Hornachuelos, como recuerda uno de los últimos alcaldes de la Transición desde el bar de la puerta. Esta semana, el coordinador regional de IU, Antonio Maíllo, ha anunciado que volverá la movilización si Enresa sigue adelante con sus planes. A partir de esta semana, la Asamblea Antinuclear de Córdoba (en la que están integrada todas las fuerzas ecologistas de la provincia) volverá a reunirse tras años sin actividad. El debate sobre El Cabril que se ha generado en la provincia de Córdoba en esta última semana se parece al del aborto en una cosa: se creía superado en los años 80. “Ahora no queda más que esperar el oportuno e iracundo desmentido oficial”, concluía su reportaje Sebastián Cuevas.
Los vecinos se dividen entre los que apuestan por aprovechar el cementerio nuclear ya que está allí y los que rechazan tajantemente su ampliación pese a los beneficios económicos

CÓMO SERÁ LA AMPLIACIÓN DE EL CABRIL

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