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El Factor Humano | La Pandemia según Antonio Jesús: “Les digo a mis hijos que son unos privilegiados”

Antonio Jesús Rodríguez | TONI BLANCO

Juan José Fernández Palomo

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Sí; el tiempo y el espacio son relativos. En los años 80, el adolescente del Barrio Naranjo, Antonio Jesús, cogía todas las mañanas el autobús número 12 para ir al Sector Sur a estudiar en el Instituto Averroes. Muchos son los chicos y chicas del Naranjo que fueron al Averroes. Ese autobús número 12 es casi nuestro metro circular. Parece que fue ayer.

Hoy, Antonio Jesús Rodríguez es profe de Lengua y Literatura y Jefe de Estudios adjunto del IES El Tablero, en la Avenida de la Arruzafilla. Círculo cerrado.

El IES El Tablero es un centro grande donde cursan sus estudios casi mil alumnos, si tenemos en cuenta a quienes lo hacen a distancia, situado en terrenos liberados en ese ensanche de la ciudad donde también hay más espacio para aparcamientos que el dedicado a pistas o canchas deportivas. Cosas que pasan o pasaron cuando éramos campeones mundiales de la construcción pública o privada.

La propia fisionomía del centro ha mutado con el asunto del Covid y sus restricciones: el salón de actos se ha dividido y se ha habilitado como aula con las mesas específicamente separadas, así como la biblioteca, también usada ahora como espacio para impartir clases o las propias entradas y salidas al edificio y unas flechas pintadas en los pasillos comunes que indican la dirección para entrar o evacuar el recinto.

A los alumnos, a los trabajadores y trabajadoras que limpian, cuidan o vigilan el centro y a los docentes, como Antonio J., la pandemia también les ha “movido” sus rutinas.

Shock

“El confinamiento fue un shock”, nos dice Antonio J. “Hubo compañeros que se fueron y no han vuelto a por sus cosas hasta junio”. Como cualquiera de nosotros, los docentes también se dieron cuenta de que “no estábamos preparados para una cosa así” y empezaron a celebrar los claustros y resolver las evaluaciones por vídeo.

“Y volvimos en septiembre con miedo”, asume, “ya a partir de octubre, nos fuimos relajando”.

De todas formas, el jefe de estudios adjunto asume que el entorno educativo en el instituto es seguro: habilitación de espacios, geles desinfectantes, uso de la mascarilla, enfermera-o de enlace en caso de algún positivo del virus y, entre más cosas, una medida disciplinaria: el parte Covid, “por si alguno hace una gracieta de quitarse la mascarilla o simular que estornuda, o algo así, travesuras que pueden pasar y que se sancionan”, nos cuenta Antonio Jesús.

“Pero hemos tenido que aprender”, admite, “como cada uno en su casa, por otra parte”. Por ejemplo por las clases a distancia, por vídeo: “se pierde tiempo, algo, en conectarse; luego puede pasar –y pasa- que un alumno, desde casa, nos dice que no se enfoca bien una parte de la pantalla donde el profesor está explicando, hay que

mover la cámara…, en fin“.

Conciliación

Antonio está divorciado, vive desde hace poco con su actual pareja y comparte la custodia de sus dos hijos de 12 y 10 años, Mario y Martín, de su anterior matrimonio: “sois unos privilegiados; les digo eso con frecuencia a mis chicos que viven en un entorno sencillo y confortable, que han podido seguir educándose con sus tablets, su conexión a internet, su seguimiento por sus padres y por sus profes…”, y recuerda “que hay muchas familias que esto no lo han podido hacer” e insiste: “no dejo de recordárselo para que lo tengan en cuenta, para que no lo olviden”. Conciliar tampoco es fácil para él, que tiene que atender a su familia y también usar otro ordenador en casa para seguir trabajando como servidor público a su comunidad.

Con un amplio bagaje como enseñante a cuestas, Antonio cree que la crisis económica del 2008-2010 “fue peor, más nociva”. “Pilló a la comunidad educativa muy esquilmada y, además, se escatimó en gastos. Ahora estamos más concienciados, pero los problemas no se han ido”.

El Jefe de Estudios adjunto valora el papel que juegan las AMPAS (las Asociaciones de Madres y Padres de Alumnos) que son “representantes de la sociedad civil para la que trabajamos los funcionarios públicos”. Y pone un ejemplo: “no estaría mal la idea de que haya en ATS en un centro grande como éste, donde hay prácticas deportivas, por ejemplo, con la posibilidad de contusiones, esguinces, cualquier cosa, más allá de lo que ahora nos está sucediendo a todos. Sería cuestión de contemplarlo seriamente, por número de alumnado, por zonas, dedicar un presupuesto a esa figura…”.

Aquel chaval de El Naranjo que iba al Averroes en el 12 es hoy, por vocación, profe de Lengua y Literatura en tiempos convulsos y, naturalmente, podría citarnos de memoria versos de aquel otro profesor, Antonio Machado; pero prefiere recordar una frase que le decía un compañero más veterano: “Tú te vas haciendo mayor y ellos siempre tienen 17 años”. Que, por otra parte, no deja de ser un verso muy hermoso y cargado de sentido.

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