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Mi hijo ya tiene móvil

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Isabel Galindo

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“A mi hijo le he/han regalado un móvil por Navidad.”

Seguro que muchos padres se ven ahora mismo en esta situación. Un estudio reciente dice que los niños no deberían tener móvil con internet hasta los 16 años, pero sabemos que la realidad es muy diferente, y que es muy común ver preadolescentes, desde los 10 años, con móvil propio.

Unos cuantos blogs atrás hablaba del uso de la tecnología en niños pequeños, pero hoy me quiero referir a la época pre/ adolescente, donde en algunos casos hace falta ponerse serios, porque puede traer muchos problemas.

Un Smartphone bien utilizado puede salvar de muchos apuros, y es una buena herramienta de comunicación entre el menor y su entorno, tanto familia como amigos. Su uso puede mejorar las relaciones, ya que la sociedad en la que nos movemos cada vez es más virtual. El problema es cuánto, cómo y para qué se usa.

Un móvil con internet te abre las puertas a un mundo que, si no se tiene precaución, acabará resultando peligroso.

Por un lado, es demasiado habitual la adicción que presentan los adolescentes al móvil. Éste se convierte una prolongación de la mano ( ¡y vaya drama como se les olvide en algún sitio y tengan que sobrevivir 5 minutos sin él!), la batería no les dura desde que salen de casa por la mañana hasta que vuelven , y es muy frecuente encontrarse grupos de chicos, sentados, sin hablar, y todos con la cara de concentración iluminada por la pantalla mirando al aparato.

Es recomendable poner horarios, evitar que se vayan a acostar con el teléfono, ya que esto puede afectar a las horas de sueño y a su cansancio al día siguiente, y no dejar que lo utilicen cuando se está estudiando o cuando están con más personas.

Por otro lado, es bueno que los padres conozcan las redes sociales en las que se encuentra su hijo y que manejan a través del teléfono. No es malo que éste las tenga, siempre y cuando su perfil sea privado, y las personas con las que comparta sus fotos e información sean todos amigos o conocidos. Valoran mucho la cantidad de contactos que tienen en las redes, y muchas veces, sus ganas de tener muchos “likes” y “seguidores” en Instagram, como en el capítulo de Black Mirror, hace que se acaben relacionando virtualmente con gente que no conocen. Ellos ven únicamente el perfil de esta persona pero no quién está detrás de él.

Es importante concienciar al adolescente de que en el momento en que sube una foto a internet o expone cualquier tipo de información, deja ser dueño de ella y pierde su control, con los riesgos que esto supone. Ninguno sabemos realmente el alcance que puede tener dicha publicación.

Si piensas que tu hijo está relacionándose con gente que no conoce, y crees que puede encontrarse en peligro, es necesario que le des la confianza para contarlo. No es productivo que te enfades, sino que ambos encontréis una solución juntos. Cualquier chantaje o amenaza en las redes sociales es denunciable, por eso guarda todas las pruebas posibles.

Otro tema importante es el ciberbullying, cada vez más frecuente entre los niños y adolescentes. El acoso escolar ha pasado de producirse únicamente en las aulas para darse también a través de las redes sociales, haciendo que el menor se sienta desprotegido también en su propia casa. Las fotos y comentarios ofensivos, los grupos de whatsapp y mensajes acosadores son capaces de hacer que la pesadilla que está viviendo el chico no termine nunca.

Indícale que bloquee cualquier contacto que esté molestando y que no responda a ningún tipo de ataque. En este caso también es importante conservar cualquier tipo de prueba.

Dependiendo de la edad, hay expertos que recomiendan que los padres estén agregados a las redes de sus hijos ( eso sí, sin hacer comentarios ni subir fotos comprometidas para el menor: la foto que a ti te parece tan graciosa de tu hijo pequeño vestido de oveja en la función del colegio, puede ser también motivo de burla). Considero que en este sentido no hay una respuesta correcta, cada caso es diferente, y son los padres quienes deben valorar si es necesario pertenecer a su red social.

No le revises el móvil sin su permiso, a no ser que creas que se encuentra en verdadero peligro, y aun así, es mejor hablar con él y comentarle tu preocupación antes que mirarle el móvil a escondidas. Es su privacidad y hay que respetarla.

Por lo tanto, ya que tenemos tanta tecnología a nuestro alcance, utilízala bien para ahorrarte preocupaciones, y no para creártelas.

¡Nos leemos la próxima semana!

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