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El interior de los cabellos y sus cuidados básicos

MADERO CUBERO

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Para ejercer un buen cuidado del cabello (y por ende del cuero cabelludo), comencemos por conocer su interior. Es la mejor forma de mentalizarnos si deseamos tenerlo gracioso, espléndido y admirado.

Veamos su interior mediante un corte transversal y visto al microscopio electrónico: observaremos que se compone tres partes bien diferenciadas: una, su capa interior, llamada médula o núcleo; dos, rodeándole a esta, se encuentra la capa cortical, unas fibras alargadas compuestas por queratina, las cuales otorgan al cabello su gran resistencia y flexibilidad; y, tres, exteriormente y a modo de forro protector, como si fueran las tejas de un techado, se encuentran unas escamas queratinizadas, irregulares y muy tiernas, además de transparentes, lo que nos permite ver el color de su interior, en caso de existir, amén de su lustroso brillo y elegancia.  

Toda una estructura natural la resumida que, retorcida y a igual grosor, es más fuerte y duro que el acero. Sin embargo, aún siendo así de mocetón, son muchas las ocasiones en las que puede dañarse inconsecuentemente, surgiendo problemas en él cuando no lo mimamos como si fuera a  un bebé, tal como similarmente se asemeja. Sin embargo, pese a esa dureza y resistencia, es muy delicado cuando lo maltratamos inconsecuentemente, con aguas duras y del mar, la acción solar, el uso de champús de baja calidad o detergentes, la suciedad ambiental y, especialmente con tintes, permanentes, alisados o secados con excesivo calor con secadores y planchas.

De ser así, los problemas aparecen cuando las escamas de keratina (o funda protectora) no han podido resistir las múltiples agresiones sufridas, lo cual que pierda su brillo, la menos duración del color, además de ser incapaz de regenerarse por él solo. Su tallo se vuelve seco y quebradizo, el peinado se hace más difícil y memos durable, mientras las fibras alargadas o zona cortical de queratina quedan al descubierto, las que se enredan una a otras... hasta romperse.

Para que todo esto no suceda y se pueda lucir un cabello sano e impoluto, deberemos cuidarlo con anticipación. Tales cuidados preventivos deben hacerse, primeramente con champú pH ácido, especialmente los tratados, cuyo contenido debe responder, científicamente, mediante proteínas, incorporadas, además de un acondicionador cuyos elementos se queden fijados sobre el cabello, como son los parafinados, proteínas de seda, el ácido hilaurónico o similares. También puede hacerse en dos fases, primero el champú y posteriormente el acondicionador con los componentes antes citados, como son las mascarillas de pH ácido, entre 4,5 a 5,5, según los casos, pero exentas de grasas animales.

Estos elementos protectores indicados recubrirán todos y cada uno de los cabellos, formando una finísima capa que envolverán las escamas del cabello, a la vez que recubrirán las irregularidades o socavones en él, como consecuencia por los daños recibidos. Por si fuera poco, el cabello estará libre de los efectos electroestáticos y de la tendencia de romperse. Quedará suave, brillante, manejable y fácil de peinar, añadiendo estas ventajas acondicionadoras a las ciertamente estáticas.

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